Uruguay
Las noticias, a través
de esos raros mecanismos que tiene la mente, trajeron a mi
memoria aquellos versos satíricos que nuestros mayores nos
enseñaban cuando éramos niños.
«De las
aves que vuelan
me gusta el zorro,
porque pega un chillido
y aprieta el gorro»
Con un pié de la
escalerilla del avión -¿viajará a Brasil para comprobar si
Lula efectivamente apoya a Tabaré?- un sonriente Julio María
Sanguinetti, enfrentó a los periodistas que registraban el
inicio de tan importante viaje y manifestó: “No me bajé de
la candidatura porque nunca me subí”.
La falta de respeto a la
inteligencia de los ciudadanos y ciudadanas es evidente,
típica del estilo falaz y tramposo que caracteriza a los
neobatllistas en su forma de hacer política.
Falaz y tramposo porque,
¿qué otra cosa que subirse a la candidatura presidencial fue
el protagonismo asumido por Sanguinetti durante la campaña a
favor de la privatización de ANCAP? Claro, después de
obtener como respuesta la histórica avalancha de votos
rosados del pasado 7 de diciembre, su proyecto de
candidatura agarró por un tobogán, que lo aterrizó en la
realidad.
¿Se imaginan ustedes el
triunfalismo que imperaría en sus filas -no quiero ni
imaginarme la cara de sobrador de Abdala- de haber triunfado
en el plebiscito la opción del No? ¿Alguien
-incluidos los porfiados batllistas que todavía pueden
existir- duda que si el resultado le hubiera sido favorable,
Sanguinetti era hoy el candidato “indiscutido” a la
presidencia por el Partido Colorado?
La soberbia es mala
consejera y, entre otras consecuencias, lleva a la cobardía
a quien la practica. Menem, que todavía mantiene su
soberbia, no tuvo la valentía de competir en la segunda
vuelta de las elecciones presidenciales argentinas. Más
cobarde que aquella, es la actitud de Sanguinetti, quien
ahora “pega un chillido y aprieta el gorro”. Claro que no
estamos a salvo: Los chillidos del mendaz y viejo zorro
seguirán escuchándose.
« De
las aves que vuelan
me gusta el chancho,
porque saca tierrita
atrás del rancho»
Lo mismo que le sucede con
otros asuntos más importantes, el presidente Batlle tiene
mala suerte con los animales. A tal punto que cuando anuncia
el vuelo de un ave, seguramente se trata de un chancho.
Todos recordamos el caso de la aftosa, donde hubo
responsables sin que ninguno de ellos fuera castigado. O
aquella otra profecía de que el
futuro despegue económico
del país pasaba por la cría de ñandúes (o avestruces). Con
esta profecía ocurrieron dos cosas. La primera, es que los
brasileños le copiaron la idea y en ese país ya existe un
plantel de 100 mil de esas aves. Claro que, al contrario de
la permanente improvisación de Jorge, en algunas cosas los
brasileños son perfeccionistas, de ahí que estén orientando
a los productores de acuerdo al sector en que se
especialicen. Si la intención es criar ejemplares de un día
a tres meses los cuidados son unos, si los ejemplares se
destinarán al consumo otros y diferentes, si la intención es
producir huevos. (Fuentes confiables en Casa de Gobierno
aseguran que esta última especialidad es a la que apuntaba
nuestro presidente, por aquello tan elemental, si de romper
huevos se trata, de que por su tamaño no hay como errarle.)
Pero la noticia más
desilusionante viene de Colombia: Alas de Colombia, es una
pequeña empresa que se dedica a exportar mariposas a la
Unión Europea, donde se paga entre 1,5 y tres dólares por
cada ejemplar vivo y hasta 30 dólares por un ejemplar
disecado. La empresa lleva exportadas 8.000 mariposas, de
manera que Alfie -nuestro ministro de Economía- puede ir
sacando cuentas. Lo increíble es que a nuestro Presidente,
que como se sabe tiene la cabeza llena de mariposas, no se
le haya ocurrido explotar este
negocio.
Enildo Iglesias
© Rel-UITA
11 de
marzo del 2004
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