¿Cómo explicar con palabras el
horror? Imagino a esas personas que iban a sus casas, a sus
trabajos, a sus encuentros, sin la menor idea de la tragedia
en ciernes y me ubico en su lugar, en el de sus familiares y
amigos, post-explosiones.
¿Con qué razón argumentar a favor
de semejante acto? Solo a un espíritu enfermo y deformado se
le puede ocurrir que este tipo de acción puede resultar en
apoyos políticos; que matando inocentes podría provocar
simpatías por su causa, que a través del terror nos forzará
a quererlos y aceptarlos como iguales, como a seres humanos.
Pienso que los que recurren al terrorismo como medio de
expresión política son unos cobardes, amorales, y que no son
humanos. Nada puede justificar el sin sentido de la acción
indiscriminada que resulta en el asesinato de seres humanos.
Saben lo que hacen, estos
asesinos. No están locos; un loco se come su mierda y estos
no. Estos planean fríamente, matan y se escapan, se
esconden, no dan la cara que dan los locos. Están enfermos,
pero no de mente; de espíritu. Habiendo aparentemente
renunciado a la raza humana han adecuado su existencia a una
ideología en donde el alma y los sentimientos no existen, y
hoy viven en un mundo de odio total, en donde ni los niños
escapan su rabia homicida.
La lucha entre las nociones del
Bien y del Mal es lo que se nos plantea, a todos los
niveles, en todos los países. Solidarizarnos con España en
estos terribles días es lo natural y lo correcto para seres
humanos horrorizados por esta pública demostración del
desprecio a la vida que siente una minoría alienada y
auto-desahuciada.
Extendamos también esta
solidaridad a los afectados mundialmente en las tragedias
que se producen diariamente, a consecuencia de la injusticia
social, económica y política. No corresponde a criminales,
terroristas el convertirse en portavoces de la razón de
otros. Nosotros representaremos la posibilidad de un mejor
mañana, en la medida en que nuestros espíritus no se
transformen en receptáculo de odios y revanchas eternas.
Un abrazo a España y nuestro
afecto de siempre.