En las elecciones de 1997 y 2001 Blair logró algo inédito en
el laborismo: dos victorias consecutivas con sendas mayorías
superiores a las 160 bancadas. Algo que le benefició en ello
fue el desgaste y la crisis de sus eternos rivales (los
conservadores) quienes constantemente cambiaban de líderes.
Esta vez el primer ministro no fue un candidato popular. En
las encuestas el candidato más atractivo era su tesorero
Gordon Brown. Blair ha sufrido mucho por los dos millones
que marcharon contra la invasión a Iraq y por la oposición
mayoritaria a dicha intervención. Su credibilidad quedó
quebrantada al no haberse encontrado las causas de la guerra
(las mentadas armas de destrucción masivas).
Blair ha sobrevivido gracias a tres factores. Uno es la
estabilidad de la economía y el apoyo activo que Brown le ha
dado. En la campaña la figura del tesorero iba de la mano de
la del primer ministro quien anunció públicamente que a él
le dejaría el poder antes de finalizar su periodo.
Paradójicamente, en estos comicios la mayoría de los
candidatos laboristas no mostraban retratos de Blair en sus
propagandas y tampoco se usaron los famosos "slogans" del
"Nuevo Laborismo" (el membrete acuñado por Blair en 1997
para demostrar que su partido abandonaba sus poses
socialistas para "liberalizarse").
Otro es la debilidad del único partido que le pudo haber
substituido. Mientras en EU, Australia y España las
elecciones generales fueron una suerte de referendo sobre la
guerra iraquí, en Reino Unido el contrincante de Blair es
aún más halcón que él. Howard sostiene que él hubiese
bombardeado Bagdad incluso sí sabía que Hussein no tenía
gases letales.
El último factor que ha dado un espaldarazo al laborismo es
el actual sistema de representación parlamentaria uninominal
y no proporcional. Ya antes partidos que ganaron votaciones
quedaron segundos en el parlamento y por ende fuera del
poder. Hoy este sistema favorece ampliamente al laborismo
quien ahora controla el 55% de la casa de los comunes (un
19% más que su votación). La mayor desventaja la sufren los
terceros partidos como los demoliberales quienes, pese a
haber subido del 18% al 22%, no tendrán ni el 10% de los
escaños.
Los conservadores se han estancado en un tercio de los
votos, aunque, debido a las bajas laboristas, podrán
aumentar su bancada en un quinto. El consuelo de Howard es
que no llegaron al poder pero estuvieron a solo 3 puntos del
laborismo y se empiezan a recuperar. Para Thatcher los
avances son insuficientes.
Los "tories" han preferido mantenerse como un partido
nacionalista que juega con los temores de las clases medias
y el agro hacia el euro y los inmigrantes. Les ha afectado
no haber electo líderes que hubiesen movido el partido hacia
el centro y hacia posiciones no tan antieuro o críticas a la
guerra iraquí.
Los liberales son los grandes ganadores. Han quedado
segundos en Escocia. Han conseguido su mejor porcentaje
electoral desde 1983 y su mejor bancada desde los 1920s. Se
han beneficiado del voto de protesta contra la guerra y
contra la introducción de matrículas universitarias. Han
aparecido como el "partido positivo".
No todos los partidos antiguerra han crecido. El partido de
Gales y el socialista escocés han retrocedido. Los
nacionalistas escoceses han avanzado ligeramente.
Dos nuevos extremos han crecido. Por un lado el neonazi BNP
ha obtenido un 5% en todos los lugares donde se ha
presentado queriendo canalizar a sectores obreros y
desempleados contra las razas no blancas. Por otra parte,
Respeto, una coalición que va desde trotskistas hasta
activistas musulmanes, ha tenido más del 20% en 3 distritos
del este londinense donde hay muchos británicos de origen
asiático. George Galloway, el líder de las marchas
antiguerra expulsado del laborismo, ganó para Respeto una
curul en una dura batalla contra la parlamentaria blairista.
Otros tres disidentes e independientes llegaron al
parlamento, todo un récord y una muestra del desgaste del
blairismo.
Blair está llegando a la recta final de su presencia en el
poder. Al igual que Thatcher ha ganado un tercer mandato
pero deberá abandonarlo a medio camino.
Ahora necesita unos 30 votos para ganar en las votaciones
parlamentarias. El ala izquierda de su partido bordea los 50
parlamentarios. Antes podía ignorar a ésta, pero ahora
deberá hacer frente al mayor peso que ésta tenga y al
crecimiento de más rebeldes.
Blair debería buscar el momento de retirarse sin tener que
esperar a que una revuelta popular (como las marchas contra
el nuevo impuesto municipal) obligaron a Thatcher a dejar el
premierato a John Major.