La guerra de Bush contra la prensa |
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El gobierno estadounidense está librando una guerra contra
las prácticas y estándares periodísticos que son el
sustento, no solo de una prensa libre, sino de nuestra
democracia. El Cuarto Poder se está doblegando bajo el
asalto sin precedentes de la Casa Blanca, diseñado para
intimidar, manchar y desacreditar el periodismo
investigativo; y para que el presidente y sus allegados
políticos puedan mentir con impunidad.
Free Press acaba de publicar un informe que demuestra el
alcance y la intensidad del asalto de la administración a la
libertad de prensa. La lista creciente de ataques a la
prensa es realmente asombrosa:
Infiltración
de la radiodifusión pública
Los partidarios de la Casa Blanca al interior de la
Corporación para la Radiodifusión Pública (CPB, por sus
siglas en inglés) han lanzado una cruzada para convertir a
PBS, NPR y otros medios públicos en portavoces oficiales. El
mandato de Kenneth Tomlinson en la CPB se caracterizó por
hechos como el ataque a periodistas, tal el caso de Bill
Moyers, quien se atrevió a sacar al aire voces disidentes o
a preparar informes investigativos sobre la administración.
El objetivo de Tomlinson claramente apuntaba a enviar un
mensaje de advertencia a todas las emisoras públicas, para
que sus administradores tengan cuidado con el tipo de
periodismo investigativo que pudiera exponer las
irregularidades de la administración Bush. Tomlinson
renunció en desgracia, pero dejó un reparto de cómplices
para que cumplan con su cruzada partidaria. Y hasta ahora no
sabemos hasta qué punto Kart Rove y otros en la Casa Blanca
orquestaron sus esfuerzos.
La
fabricación de noticias falsas
Bajo directrices de la administración Bush, por lo menos 20
agencias federales han producido y distribuido decenas de
"video-boletines noticiosos", a partir de un fondo
extraoficial de $254 millones, creado con dinero de los
contribuyentes para fabricar propaganda. Estos reportajes
falsos y engañosos han sido difundidos en canales de
televisión en toda la nación, sin advertir que fueron
preparados por el gobierno, y no por periodistas locales.
Los segmentos –que aclaman los "éxitos" de la
administración, promovieron su versión polémica en temas
como el reingeniería de Medicare (seguro de salud), y
pusieron en primer plano a norteamericanos que "agradecían"
a Bush– en repetidas ocasiones han sido etiquetados como
"propaganda encubierta" por los investigadores de la
Contraloría del Gobierno.
Soborno a
periodistas
La administración ha pagado a comentaristas para que le
alaben. En el curso de este año, el comentarista de
televisión Armstrong Williams embolsó $240.000 –dinero de
los contribuyentes– para elogiar las políticas de educación
de Bush. Desde entonces se ha descubierto a otros tres
periodistas a sueldo del gobierno; y Williams admite que él
no tiene "la menor duda" que otros asalariados de Bush sigan
andando sueltos.
La administración incluso ha exportado estas tácticas. Según
el Los Angeles Times, los militares de EE.UU. están pagando
en secreto a los periódicos iraquíes para que publiquen los
reportajes escritos por tropas americanas.
Mentiras
sobre la guerra en Irak
La Casa Blanca consideró la batalla por la opinión pública
doméstica como uno de los frentes principales de la guerra
en Irak. Con la ayuda de un entorno mediático dócil, la
verdad se convirtió en la primera baja en su campaña para
obtener el respaldo ciudadano. Pero lejos de admitir sus
mentiras y desinformación, la administración sigue atacando
a quienes divulgan la verdad.
Como Frank Rich escribió recientemente en el Nueva York
Times, la telaraña tejida por la administración "de
semi-verdades y falsedades utilizadas para vender la guerra,
no ocurrió por accidente; fue debidamente diseñada y después
impuesta al público mediante una operación de relación
pública hilvanada prolijamente para tal propósito en la Casa
Blanca."
Eliminación
del disenso en los medios del establishment
Bush ha evitado en lo posible las ruedas de prensa
tradicionales, suprimiendo uno de los principales espacios
para exigir la rendición de cuentas al ejecutivo. En las
raras ocasiones cuando se dignó encontrar a reporteros, los
asesores presidenciales convirtieron las ruedas de prensa en
parodias, al acreditar al derechista Jeff Gannon como
"periodista" –su profesión era la de acompañante masculino–,
entre los reporteros, para luego dejarle plantear las
preguntas cuando surgían temas delicados.
Han logrado efectivamente silenciar a reporteros serios,
como la veterana periodista Helen Thomas, estableciendo que
ni el Presidente ni sus asesores respondan a quienes los
interpelen. Y han establecido una jerarquía para los
periodistas que buscan entrevistas con funcionarios de la
administración, que favorece a los medios que dan una
cobertura favorable a la Casa Blanca.
Vaciamiento
de la Ley de Acceso a la Información
La administración ha desechado la aplicación de la Ley de
Acceso a la Información y hace más difícil para que los
reporteros puedan cumplir con su labor, al negarse a
cooperar, aun con los pedidos más simples, de proporcionar
comentarios y datos de las agencias estatales. Esto es parte
de una serie de restricciones en el acceso a la información,
por lo que para los periodistas se torna prácticamente
imposible poder cubrir extensas áreas de la actividad
gubernamental.
Consolidación del control de los medios
La administración sigue haciendo causa común con las
corporaciones de radiodifusión más poderosas, en un esfuerzo
por reescribir las leyes de propiedad de una manera que
favorezca el control monopólico de la información. La
Comisión Federal de las Comunicaciones (FCC, por sus siglas
en inglés) anunciará próximamente planes para reformular las
reglas de la propiedad –podría ser tan pronto como febrero–
con miras a desatar una nueva ola de consolidación mediática
corporativa. Los cambios en las regulaciones que la
administración quiere introducir, asestarían un golpe mortal
al reportaje local y restringiría aun más la labor
periodística.
En un veredicto famoso de 1945, el Juez de la Corte Suprema,
Hugo Black, dijo que "la Primera Enmienda se basa en la
presunción de que la difusión más amplia posible de la
información de fuentes diversas y antagónicas es esencial
para el bienestar del público, que una prensa libre es una
condición de una sociedad libre". Es decir, una prensa libre
es la condición indispensable de la Constitución Americana
en su conjunto y de su experiencia como República.
La defensa
de nuestra prensa
El daño que ya está hecho se refleja en la caída en picado
de la confianza del público en los reporteros y en el flujo
implacable de mentiras que sale desde la Casa Blanca a los
noticieros mediáticos.
Esta crisis puede atribuirse en parte a la falta de las
grandes corporaciones mediáticas y de ciertos periodistas en
el cumplimiento de las responsabilidades básicas de la
prensa en una sociedad democrática. Pero el asalto
sistemático de la administración Bush a la prensa libre
también tiene la culpa. Esta administración ha ido mucho más
allá de las maniobras cínicas de las administraciones
anteriores, al implementar un plan para desbaratar el
periodismo y erosionar las libertades civiles.
Free Press ha lanzado una campaña no-partidaria para
defender a la democracia ante esta guerra a la diversidad e
independencia de los medios. La campaña ejercerá presiones
de movilización y cabildeo para la implementación de
políticas que obliguen a nuestros dirigentes a rendir
cuentas y para asegurar que los abusos a la libertad de
prensa no se repitan con ésta ni con futuras
administraciones.
Robert McChesney *
Agencia Latinoamericana de Informacion – ALAI
2 de diciembre de 2005
* Presidente fundador de Free Press.
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