Manifestaciones de protesta hasta de
partidos de gobiernos anfitriones
esperan al presidente de Estados Unidos,
George W. Bush, en su periplo por cinco
países de América Latina, que tendrá su
primera escala este jueves en Brasil.
Organizaciones de izquierda, activistas
de la sociedad civil y colectivos
políticos oficialistas, como el
brasileño Partido de los Trabajadores (PT)
y sectores del uruguayo Frente Amplio,
convocaron a marchas y concentraciones
masivas para repudiar la visita de
Bush, de quien sus pares de la
región que lo recibirán esperan, no
obstante, arrancar algún acuerdo
importante.
El visitante estará este jueves en Sao
Paulo, la ciudad más populosa de
Brasil, el viernes de noche y el
sábado cambia radicalmente de paisaje y
se va a una zona rural próxima a la
sudoccidental ciudad uruguaya de
Colonia, el domingo pasará por Bogotá
para luego viajar a la capital de
Guatemala, donde estará hasta el
lunes. La gira culminará el miércoles de
la semana próxima en México,
donde distribuirá su agenda entre
Mérida, en la península de Yucatán, y
una antigua hacienda ubicada a pocos
kilómetros de aquella ciudad.
Miles de policías y militares cercarán
los lugares que pise Bush por lo
que éste no verá ninguna de las
protestas programadas. Además, muchos
detalles de su agenda y algunos lugares
donde pernoctará permanecen en secreto.
Pero las muestras de rechazo no sólo
tendrán como escenario los países por
donde pase. El viernes por la noche,
cuando Bush esté pisando suelo
uruguayo, su par venezolano encabezará
en un estadio de la vecina Buenos Aires
un concentración cuya consigna es
"Bienvenido (Hugo) Chávez, por la
unidad latinoamericana, fuera Bush".
A este acto, señalado por analista como
el contrapeso del viaje de Bush,
fueron también invitados los presidentes
izquierdistas Rafael Correa,
de Ecuador, y Evo
Morales, de Bolivia. Según
Chávez, la gira de Bush
constituye "una ofensiva sin destino,
sin futuro" hacia el objetivo de
"dividir y frenar la integración del
Sur", donde los últimos años se
posicionaron gobiernos de corte
socialdemócrata, de izquierda y
centroizquierda.
El ambiente que espera al mandatario
estadounidense en América
Latina es hostil, pero eso no
significa que la mayoría de la población
lo aborrezca y conjugue con las posturas
de su más duro oponente en la región,
Chávez, dijo a IPS el politólogo
mexicano Eugenio Lugo. Bush y
Chávez son evaluados por la
población latinoamericana con 4,4 puntos
sobre 10, apenas dos décimas por encima
del peor calificado que es el presidente
en retiro temporal de Cuba, Fidel
Castro, según una encuesta realizada
entre octubre y noviembre a 20.234
personas en 18 países por
Latinobarómetro, organización no
gubernamental con sede en Chile.
Los observadores coinciden en que la
visita de Bush a América
Latina es tardía, pues se produce
cuando apenas le restan dos años de
gestión. El mandatario tiene escaso
apoyo entre la población de su país y
hasta sus correligionarios del
gobernante Partido Republicano le
reprochan haberse ocupado muy poco de
sus vecinos del sur del continente,
donde siempre fueron repudiadas tanto su
invasión a Iraq como sus
proyectos de tratados de libre comercio.
Este periplo de Bush es
interpretado como un intento de
contrarrestar la creciente influencia de
Chávez, pero él señala que su única
intención "es decirle a la gente que
tomamos a la región y sus problemas en
serio". Permanecerá sólo 20 horas en
Brasil, donde según una encuesta de la
cadena británica BBC, divulgada el
martes, 57 por ciento de los
entrevistados en ocho ciudades tienen
una visión negativa del gobierno
estadounidense.
La Coordinación de Movimientos Sociales
de ese país, que comprende 32
organizaciones sindicales,
estudiantiles, campesinas, feministas,
anunció una manifestación de unas 10.000
personas. Sin embargo, esa concurrencia
podría ampliarse dado que el gobernante
PT adhirió a la protesta. Además habrá
marchas en otras capitales estaduales
tras la consigna "Fuera Bush".
Unos 300 agentes estadounidenses y 3.000
policías y militares resguardarán al
mandatario y todas las vías que
recorrerá estarán cerradas. Hasta la
fecha no se conoce en cuál de los tres
hoteles reservados por los
estadounidenses se albergará Bush.
Se espera que el mandatario dialogue con
su par anfitrión, Luiz Inácio Lula da
Silva, sobre cómo crear un mercado
internacional de etanol a través de la
cooperación bilateral y promoviendo su
uso y producción en América
Central y el Caribe. También
está en la agenda de trabajo la marcha
de las negociaciones en la Organización
Mundial de Comercio, donde Brasil
es un duro oponente a las políticas
proteccionistas del Norte
industrializado, el cambio climático y
seguramente asuntos de seguridad y las
relaciones hemisféricas.
El siguiente punto del viaje es
Uruguay, país gobernado por la
coalición Frente Amplio, conformada por
colectivos izquierdistas de variadas
corrientes de pensamiento, todos fuertes
críticos de la política exterior de
Washington. "Recibiré al presidente de
los Estados Unidos ¿y qué?
desafió el mandatario Tabaré Vázquez
ante una multitud de seguidores en un
acto realizado la semana pasada a modo
de balance de sus primeros dos años de
mandato.
"Lo haremos como hemos recibido a todos
los presidentes de los países que
tenemos relaciones diplomáticas", añadió
este mandatario que recoge 55 por ciento
de opinión favorable, más de cuatro
puntos porcentuales con los que ganó en
2005. Pero eso no quiere decir "que no
tenga diferencias y desencuentros con el
gobierno de Bush", aclaró.
La estadía de Bush en este país,
que será de menos de 48 horas,
transcurrirá mayoritariamente en una
aislada casa de campo de descanso de la
presidencia uruguaya, distante casi 200
kilómetros de Montevideo. Las medidas de
seguridad, según explicaron fuentes
oficiales a IPS, incluyen la
movilización de la mayor parte de las
fuerzas policiales y militares. Además,
se percibe una "cuasi invasión" de
personal estadounidense, lo que conmueve
a este pequeño país de sólo 3,2 millones
de habitantes. Pero, a pesar del
despliegue y el impacto de que un
gobierno de izquierda reciba a Bush,
para 53 por ciento de la población le
resulta indiferente la visita, según
encuestas.
Empero, las movilizaciones no faltarán a
la cita aunque no cuenten con la
adhesión formal del gobernante Frente
Amplio, la agrupación de mayor
convocatoria popular, que dejó en
libertad de acción a sus fuerzas para
participar en la principal marcha de
repudio organizada por la única central
sindical, el PIT-CNT, afín a ese sector
político. También habrá otras protestas
minoritarias paralelas.
En la reunión Vázquez-Bush,
quienes estarán acompañados de un
reducido número de colabores, se
dialogará sobre acceso de productos
uruguayos al mercado estadounidense,
como la ampliación del cupo de carne
vacuna, de lanares, textiles, así como
la producción de biocombustibles y temas
de educación y de salud. De Uruguay,
el presidente de Estados
Unidos irá a la capital de
Colombia, el único lugar donde no
pernoctará. Un anillo de seguridad de 30
kilómetros cuadrados rodeará las dos
arterias que llevan del aeropuerto a la
Casa de Nariño, sede de la presidencia.
Ninguna autoridad confirmó la hora del
arribo, ni cuánto tiempo estará Bush
en Colombia, pero IPS supo que
está previsto cerrar el espacio aéreo de
la ciudad durante mínimo cuatro horas a
partir de la llegada del estadounidense.
En cuanto a la seguridad, distintas
fuentes oficiales consultadas por IPS
indicaron que ésta estará a cargo de la
alcaldía mayor de Bogotá, en
manos del ex sindicalista Luis Eduardo
Garzón, del izquierdista Polo
Democrático Alternativo, la segunda
fuerza electoral del país. Serán miles
de policías los que se desplieguen,
además de cientos de militares.
En este país también habrá protestas por
la presencia del Bush, que se
engarzarán con otras dirigidas por
fuerzas políticas locales contra el
gobierno del derechista Álvaro Uribe.
Bush visitará ese país en medio
de reportes conocidos sobre fuertes
concentraciones en el sur de tropas de
las guerrilleras Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia.
Diversas fuentes indican que los
diálogos entre Uribe y Bush
incluirán el Plan Colombia, por el que
Washington brinda ayuda militar contra
la guerrilla y el narcotráfico y que
pronto será evaluada en el Congreso de
Estados Unidos por el opositor
Partido Demócrata. Guatemala es
el penúltimo destino latinoamericano de
la gira de Bush. Allí, los
diálogos bilaterales con el derechista
presidente Oscar Berger incluirán
temas de comercio, integración regional
centroamericana, inversión, lucha contra
el crimen organizado y el fenómeno de
las migraciones.
Las protestas contra la visita empezaron
este miércoles y se extenderán hasta el
lunes, e incluyen una marcha de cerca de
10 kilómetros por las calles de la
capital convocada por grupos como el
Bloque Antiimperialista, el Frente
Nacional de Lucha, la Coordinadora
Nacional de Organizaciones Campesinas y
la Unión Sindical de Trabajadores. En
México, la última estación del viaje
del mandatario, también habrá marchas de
repudio.
Pero como en los otros países, Bush
no las verá ni escuchará, pues la visita
transcurrirá en una ciudad alejada de la
capital y bajo un fuerte cerco levantado
por militares y policías. Aunque el
presidente conservador Felipe Calderón
declaró que la presencia de Bush
será como la de cualquier otro
presidente "amigo", la evidencia indica
que el trato difiere, pues a ningún otro
se le organiza tal despliegue de
seguridad ni se lo recibe en una antigua
y poco accesible hacienda transformada
en hotel. En el caso de México,
los diálogos bilaterales incluyen temas
de migración, seguridad y comercio. El
gobierno y los partidos políticos
locales indicaron que no deben esperarse
acuerdos de gran alcance.
Diego Cevallos*
IPS
9 de marzo de 2007
*
Aportes de Mario Osava (Brasil),
Constanza Vieira (Colombia)
y Darío
Montero (Uruguay)
Volver
a Portada