Dentro de 15 años la población mundial habrá alcanzado casi
los 8 mil millones de personas. De cada 100 habitantes, 56
serán asiáticos; de los cuales, 20 chinos y 17 indios; 16
serán africanos, de ellos, 13 subsaharianos; 13 vivirán en
el continente americano pero sólo 4 en EEUU; 7 provendrán de
Europa del Este y de la antigua URSS y sólo 5 vivirán en
Europa del Oeste; queda un 3% que habitarán en el Medio
Oriente.
Los datos demográficos son fácilmente extrapolables, millón
arriba o abajo, y con una grave tendencia a empeorar.
Recordemos que, en 1914, cuando el atentado al archiduque
Fernando en Sarajevo, el mundo tenía unos 1.200 millones de
habitantes y en ese mismo siglo, en Sarajevo, en 1991, Kofi
Annan recibió en sus manos simbólicamente al niño que hacía
los 6.000 millones. En menos de un siglo, con dos guerras
mundiales espantosamente cruentas, con las guerras de Corea
y de Vietnam y los innumerables conflictos en África y en
Indonesia, China y la URSS. Recordemos las horribles muertes
de millones de rusos y de chinos, así como la devastadora
sangría del sida en África cuyas auténticas cifras se
ocultan por diferentes razones.
La explosión demográfica es la mayor catástrofe que amenaza a
la humanidad teniendo en cuenta que en los países mas
desarrollados, con regímenes democráticos y con mayor nivel
de vida, la curva demográfica se ha estancado o desciende de
forma que no garantiza la supervivencia de su población, las
pensiones y las cuotas a la Seguridad Social. Sin la
inmigración, la mayor parte de esas sociedades hoy
opulentas, menos de 30 países que pertenecen a la OCDE,
desaparecerían como sociedades activas. Los datos proceden
del National Intelligence Council de EEUU.
Mapping the Global Future es un estudio objetivo destinado a informar a los
responsables americanos después de haber interrogado a los
mejores expertos, significando que ninguno procedía de la
esfera del gobierno americano.
Gracias a su crecimiento económico sostenido, de un 6% a un
9% en los últimos 20 años, China e India marcarán con su
impronta los próximos 15 años. Así como los emergentes
Brasil, Indonesia, México, Sudáfrica. Los PIB de China y de
India superarán al Reino Unido, Alemania, Italia, Francia y
Japón antes de quince años y a los EEUU lo alcanzará China
antes del 2040.
Las consecuencias de estos cambios afectarán a miles de
millones de personas: de una parte, a los de esos dos
colosos junto a los grandes países emergentes y, de otra
parte, a lo que quede de esta maltrecha Unión Europea, a
Japón y a EEUU. Es preciso llamar la atención sobre el
alarmante descenso demográfico en Japón que es
proporcionalmente uno de los países con menos niños del
mundo.
A pesar del crecimiento de los gigantes asiáticos, la mayor
parte de su población trabajará en el sector agrícola y con
ingresos muy bajos mientras un gran sector de su población
competirá en sectores dinámicos y estratégicos a nivel
internacional. Con la integración progresiva de China, India
y de otros grandes países en desarrollo en la economía
mundial, centenares de millones de adultos en edad de
trabajar competirán por un puesto en el mercado mundial de
trabajo. Sufrirán una gran transformación las estructuras
mundiales de producción, de comercio, de empleo y de
salarios por causa de las deslocalizaciones de empresas, de
los flujos de capitales y de la globalización financiera.
Esta enorme fuerza de trabajo, de la cual una parte creciente
estará bien educada, será una fuente barata tan pronto como
las innovaciones tecnológicas se extiendan por el planeta.
Ya hemos visto que todas las previsiones anteriores fueron
superadas en el campo de las comunicaciones, informática,
robótica, fibras ópticas, satélites etc.
La concurrencia de esta fuerza de trabajo exigirá
recalificaciones profesionales y afectará a los salarios
pues siempre habrá un ejército de parados que hundirá los
mercados, como había previsto Marx. Aunque aumente el nivel
de vida en los países ricos y desarrollados, sólo una parte
de la población de los gigantes emergentes la alcanzará y
hasta la superará a costa de miles millones de pobres que
supondrán una incontrolable bomba social, como había
pronosticado Butros Galli en la Cumbre de Coppenhague sobre
el Desarrollo, cuando anunció que la explotación y la
injusticia social darían paso a auténticas situaciones
inhumanas.
Como había escrito el Jefe indio Seattle al Gran Padre Blanco
de Washington “termina la vida y comienza la
supervivencia... por no haber comprendido que la Tierra no
pertenece al hombre sino que el hombre pertenece a la
Tierra”. Lo que resultó profético para los pueblos indios de
América, exterminados por la codicia de los blancos
cristianos y mesiánicos que iban a salvarlos y a
civilizarlos, amenaza ahora a la humanidad entera por la
misma ceguera implacable.
José Carlos García Fajardo
Director del CCS
10 de junio de 2005