China:

La paradoja de la globalización

La paradoja está servida: mientras las empresas occidentales acuden a China, las empresas chinas están comprando y tomando algunas posiciones en el extranjero. Ese fenómeno inspiró la frase de Pasqual Maragall * en su última visita a Pekín, ante la pregunta de qué hacer ante la deslocalización: "atraerles a ellos".

 

El proceso de internacionalización empresarial chino -que muchos han descubierto esta semana con la compra de la división de ordenadores personales de IMB por "Lenovo", el líder chino del sector- es una realidad.

Según la estadística oficial, a finales del 2002 el gobierno chino aprobó 7000 proyectos inversores en 160 países, por valor de 9300 millones de dólares. Desde un punto de vista histórico, China no hace más que repetir lo que antes hicieron sus vecinos asiáticos, Japón y Corea: al mismo tiempo que crece su manufactura, con utilización intensiva de mano de obra, se mueve a zonas de mayor valor añadido, diseño e innovación.

Tres son los motivos del fenómeno. En primer lugar, lograr un acceso estable y diversificado a materias primas, imprescindibles para alimentar su "fábrica global". China es pobre en recursos energéticos, muy dependiente de ellos, y enormemente vulnerable en caso de crisis militares y bloqueos. Hace dos años, el 60% de las inversiones chinas en el extranjero, un proceso dirigido por el gobierno, se dedicó a ese objetivo. Los chinos están cortando bosques en Guayana, Mozambique y en la región rusa de Extremo Oriente para alimentar su industria del mueble, participan con inversiones en el sector energético de Rusia, Sudán, Indonesia y Kazajstán, y crean empresas mixtas en Brasil: todo viene unido por lo mismo.

En segundo lugar, la internacionalización es resultado de la propia expansión de la economía china: las empresas chinas cuya capacidad supera el aumento de la demanda interna, necesitan buscar nuevos mercados y la internacionalización es el medio. La "búsqueda de nuevos mercados" es citada como objetivo prioritario de las 50 mayores empresas del país.

El tercer gran motivo de la internacionalización es el deseo de acceder a tecnología, a redes de distribución consolidadas y a derechos de propiedad intelectual, así como la necesidad de hacerse una imagen. La búsqueda de una imagen es particularmente importante, porque las marcas chinas no son conocidas en el mundo. Para adquirir esas posiciones, muchas empresas chinas recurren a la fusión, absorción o adquisición de empresas extranjeras.

Tras siglos de aislamiento, mas un siglo de guerra civil, ocupación, humillación, revolución y hambre, la internacionalización china es una especie de prodigio, pero, como suele ocurrir, algunos se pasan de rosca, hablan de "amenaza" y recrean el "peligro amarillo", olvidando que China es un país en desarrollo que tiene problemas gigantescos por delante.

"Este no es el siglo de China, China tiene demasiados problemas para los próximos 50 años", responde Zhang Zilian, un respetado historiador de la Universidad de Pekín de 88 años de edad, a los desaprensivos de turno. Lo que hay que temer de China en el futuro no es su potencia, sino su debilidad y potencial de caos.

Convertida en la "fábrica mundial" China ha obtenido ventajas innegables, pero su control de los procesos de globalización en los que está inserta es más que discutible.

El peso del comercio exterior en su PIB ha pasado del 5% en 1978 a cerca del 30% actualmente, es decir; una enorme dependencia. El sector más productivo (exportador) de su economía está ampliamente dirigido por extranjeros y para el beneficio de extranjeros.

Es cierto que es la mayor receptora mundial de inversiones extranjeras directas, pero eso se ha conseguido ofreciendo trato fiscal preferencial y otros incentivos a las compañías multinacionales, que no sólo exportan sus productos sino también sus beneficios, frecuentemente camuflados mediante la manipulación de precios utilizados en las transacciones entre compañías.

Además, China usa los ahorros tan duramente obtenidos por su población y los beneficios de sus exportaciones, comprando activos en dólares y sosteniendo el déficit presupuestario americano: de las reservas de su Banco Central de 514.000 millones de dólares, aproximadamente 180.000 millones están colocados en bonos del estado americano, declaró recientemente Yu Yongding, un miembro de la comisión de política de divisas del Banco Central en un seminario celebrado en Shanghai. La lógica es que financiar a su mayor cliente comercial le asegura una demanda creciente para sus productos de exportación. Pero resulta que el 40% de las exportaciones de China a Estados Unidos es obra de multinacionales americanas...

Y otro dato significativo es el que se desprende de la lista de las 500 mayores compañías multinacionales, los dueños de la globalización: 244 (el 48%) son propiedad estadounidense, 173 (35%) son europeas, y sólo 58 (12%) son asiáticas, de ellas 46 japonesas...

La internacionalización de la economía China es un gran dato, pero no hay que perder de vista la realidad. China invirtió en el extranjero 35.000 millones de dólares en diez años, en el mismo periodo las empresas británicas invirtieron 878.000 millones. Las empresas estadounidenses registraron en el 2001 87.000 patentes, las chinas menos de 200. Ese es el contexto real. La internacionalización china debe observarse teniendo en cuenta que la economía mundial se parece hoy más a una caja de Pándora que al "Mar de la eterna armonía".

Rafael Poch de Feliu

La Vanguardia

13 de diciembre de 2004

 

 

* N. de R.: Presidente de la Comunidad Autónoma de Cataluña (España).

 

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