Es vicepresidente del
Partido de la Participación Ciudadana y fue jefe de gabinete de la Ministra de
Salud, doctora Esperanza Martínez. Compartimos aquí su análisis sobre diversos
aspectos de la gestión del Ministerio durante el gobierno de Lugo y del actual
proceso en Paraguay, especialmente las alternativas hacia el futuro.
-Mucha gente admite que
durante el gobierno de Fernando Lugo el Ministerio de Salud –en el cual tuviste
una alta responsabilidad- cumplió una labor destacable.
-Dejamos un sistema de
salud que en los últimos cuatro años se duplicó en todo: en tamaño, en
presupuesto y en servicios.
Además, propio de un
sistema progresista, la punta de lanza fue la atención primaria en salud, que es
uno de los motivos del choque con el Parlamento y la política tradicional.
Digamos que la salud
llegó a la casa de la gente, con profesionales, con servicios gratuitos, con
medicamentos, no todo lo que hubiésemos querido, pero cubriendo bastante.
Desde la Ley de
Presupuesto del año pasado el Parlamento inició un proceso de recortes con la
intención de frenar ese proceso que tuvo mucho arraigo, especialmente en el
sector campesino, donde se llegó por primera vez.
Primero se cubrieron
lugares donde la gente jamás había visto a un médico en su vida, y hasta allí se
llegó con servicios. Entonces, claro, hay un gran reconocimiento de esa gente
hacia una política que generó mucho arraigo; por eso también fue muy cuestionada
por la oposición.
-Que argumentaba que la
intención del gobierno era “cubanizar” el sistema de salud…
-En realidad esta es
una política recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Que se use en Cuba o no ya es otro tema. Pero hay muchos prejuicios con
respecto a esto, y esa propaganda caló en algunos sectores. Ahora, esos mismos
detractores han decidido extender nuestro programa. Es una mezcla de sectarismo,
prejuicio y mucho oportunismo.
Hay
una gran devastación. Antes era la madera, la extracción intensiva
de la madera que se contrabandeaba al Brasil, y ahora es la soja. En
los últimos 30 años ocupó gran parte del territorio, especialmente
en el este, en la frontera con Brasil, y sigue avanzando sin freno |
-¿Qué va decantando
el golpe con el paso de las semanas?
-Esto es como un gran
shock. En sólo 24 horas cambiaron todo: Presidente de la República, Ministros,
programas de gobierno. Se trata de un nuevo modelo de golpe: aquí no hay gente
presa, no hay gente detenida, no hay gente asesinada, salvo en la chispa que
encendió esto: la matanza en Curuguaty.
La tierra
para unos poquitos
-La injusta
distribución de la tierra es un tema tabú en el Paraguay…
-Sí, y desde la caída
de la dictadura de Stroessner (1989) se han registrado en el país unos 80
asesinatos por conflictos agrarios. En su gran mayoría se trata de casos que
nunca fueron investigados.
La concentración de la
propiedad de la tierra por un privilegiado y pequeñísimo grupo comenzó con la
distribución que se realizó luego de la Guerra de la Triple Alianza, cuando
empresas
argentinas y
brasileras como Industrial Paraguaya, Puerto Casado, Mate
Larangeira, entre otras, ocuparon millones de hectáreas.
El
gobierno de Lugo planteó la necesidad
de modernizar el
catastro nacional, porque según los títulos hay más tierra de la que realmente
existe en el país. Pero apenas la comunicación de esta intención provocó todo
tipo de amenazas.
Por otra parte,
el movimiento campesino está estigmatizado y criminalizado por su estrategia de
ocupación. Lo que no se dice es que en el gobierno de Lugo hubo más
negociaciones y menos ocupaciones, menos hechos de violencia, menos desalojos
que en gobiernos anteriores. Y este gobierno de Franco, y el
futuro que venga sea colorado o de estos mismos liberales, carecen de una
propuesta para el tema de la tierra en el Paraguay.
Mientras eso
sucede, este país se está pauperizando por el monocultivo de la soja, y los
cinturones urbanos de las grandes ciudades se están llenando de gente que vendió
su parcela.
-La soja ha
servido para concentrar aún más la tenencia de la tierra y provoca una
devastación brutal en términos ambientales.
-Hay una gran
devastación, es verdad. Antes era la madera, la extracción intensiva de la
madera que se contrabandeaba al Brasil, y ahora es la soja. En los
últimos 30 años ocupó gran parte del territorio, especialmente en el este, en la
frontera con Brasil, y sigue avanzando sin freno.
-Cuando uno
escucha estas cosas, y ve que no hay voluntad política para detener este nuevo
exterminio, uno se pregunta cómo esta gente sale hablando de soberanía…
-Es un discurso
hipócrita, una suerte de patrioterismo antiguo.
El gobierno de Lugo planteó la necesidad
de
modernizar el catastro nacional, porque según los títulos hay más
tierra de la que realmente existe en el país. Pero apenas la
comunicación de esta intención provocó todo tipo de amenazas |
Por ejemplo,
cuando se manifiesta que la Triple Alianza de nuevo se cierne contra el
Paraguay. Lo que sí hay detrás del golpe es la presión de las oligarquías
brasilera y argentina. Cuando se votó sobre el tema de compensación por la
energía de Itaipú (1), la derecha
brasilera se opuso con argumentos discriminatorios. Eso fue público, todos lo
vimos por televisión, ésa es la realidad. Y los que venden la patria hoy
están en el gobierno.
El futuro incierto
-¿Qué va a pasar
con el Frente?
-Primero tiene
que resolver su cuestión interna. Fernando Lugo debería desprenderse de
cierta elite que le rodea, y encarar el Frente con personas potables para el
2013.
-Es
preocupante la falta de comando político en estas horas.
-Nosotros no
tenemos mucha experiencia organizativa, y consensuar entre 20 organizaciones
-que es una especie de Torre de Babel- tiene sus dificultades. En materia de
recursos económicos también hay escasez, y falta coordinación. Es la realidad
que estamos afrontando, en un país donde siempre fue difícil la organización de
los sectores populares.
-¿Eres
optimista en que se podrá conjugar los distintos intereses que también hay
dentro del Frente?
-En la medida
en que se ofrezca a la ciudadanía una propuesta interesante se va a salir
adelante. Para eso se necesita coherencia y calidad en la dirigencia.
|