Nicaragua

 

Con Mónica Baltodano, de Alianza MRS

Somos la alternativa de izquierda

 

Las elecciones en Nicaragua colocaron en el gobierno a una extraña unión entre sandinistas y neoliberales. La Alianza MRS se presentó como la reserva ética del sandinismo, apegada a la tradición ideológicamente izquierdista de ese movimiento. La cosecha electoral fue magra. Baltodano, electa nuevamente diputada, pero ahora por la Alianza, hizo un balance del resultado electoral para Sirel

 

 

-¿Cómo evalúa el resultado electoral de la Alianza MRS que, por cierto, no logró lo que las encuestas indicaban antes del voto?

-Nuestra valoración es positiva. Sacamos 205 mil votos para diputados y sabemos perfectamente que en algunos lugares no tuvimos la capacidad de defender el voto, porque no tuvimos fiscales.

Teníamos una intencionalidad de voto que andaba entre el 16 y el 11 por ciento, dependiendo de la firma encuestadora, y al final nos posicionamos con casi un 9 por ciento para diputados y poco más del 6 por ciento para Presidente.

Hubo claramente un proceso en los partidos de derecha de lo que se llama el “voto útil”, motivado por el temor de la derecha a la victoria de Daniel Ortega.

Esto hizo que parte de nuestros votantes migraran principalmente hacia la ALN de Montealegre, y otra pequeña parte hacia el FSLN, para que no ganara la derecha.

Más allá de las cifras, nuestra Alianza se posicionó con un respaldo y una simpatía que van más allá de los votantes. Lo que no tuvimos fue la capacidad de convencer a los electores de que se quedaran en nuestra casilla y de que no se plegaran al llamado al “voto útil”.

Por otro lado, sacamos cinco diputados y a pesar de que nos vamos a quedar con cuatro, porque uno ya desde hace algunos meses sabíamos que estaba haciendo una misión de infiltración por cuenta del FSLN, tenemos la certeza de que vamos a librar una batalla moral y política en la Asamblea Nacional, independientemente del número relativamente bajo de diputados.

 

-¿Qué juicio político dan a estos resultados de la Alianza MRS?

-También a ese nivel lo consideramos positivo, porque en primer lugar logramos construir una fuerza que consiguió un respaldo importante de la población y que está decidida a seguir consolidando estos logros y a continuar trabajando.

Fue positivo que la gente se movilizara y trabajara con convicción y de forma voluntaria para un proyecto. Tuvimos varios factores adversos, pero el hecho de que estos votantes se hayan mantenido indica una adhesión que va mucho más allá del proceso electoral, una adhesión a un proyecto, a una ética. Estamos evaluando e impulsando la organización para la nueva situación post-electoral, de cara a otras batallas políticas en el país.

 

-Cuando Izquierda Democrática decidió apoyar el proyecto de Herty Lewites usted me dijo que todavía era muy temprano para hablar de un Programa de Gobierno y que en su momento iban a poner en la mesa los contenidos que consideraban más importantes. ¿Cuánto del Programa que presentó la Alianza MRS recoge estos contenidos?

-El equipo que trabajó el Programa de la Alianza MRS tenía una tarea que consideramos crucial para la izquierda. Creemos que no hay posibilidad de salir del atolladero en que se encuentran las masas nicaragüenses si no hay un crecimiento económico y una distribución equilibrada de la riqueza. Nuestro programa planteaba medidas muy concretas en relación con la distribución de la riqueza, que se distanciaban de manera muy radical de las políticas neoliberales que han prevalecido. Igualmente había planteamientos que rompen con las condicionalidades del FMI, como incrementar el gasto en Educación hasta alcanzar el 7 por ciento del PIB, o el tema de una política exterior no alineada a ninguna potencia.

Obviamente, nosotros hubiéramos querido un posicionamiento de nuestra Alianza mucho más fuerte y firme en contra del neoliberalismo, más hacia la izquierda. Pero había que pensar en las consideraciones de caracter electoral. Sigo pensando que nuestro campo principal de disputa tenía que ser el campo de la izquierda y no tanto el de los indecisos o de los indefinidos, pero la correlación de fuerzas en la Alianza no favorecía eso. Es necesario crear una fuerza profundamente vinculada al ideario sandinista, que es parte de nuestra historia y es el ombligo de nuestra identidad, con políticas profundamente de izquierda.

 

-¿Cree que privilegiando la disputa por el campo de la izquierda los resultados iban a ser diferentes?

-Con un mensaje más de izquierda íbamos a poder consolidar nuestros votantes sandinistas y los que estaban con nostros cuando se murió Herty Lewites. Con su muerte hubo una migración de un 4 o 5 por ciento de los votos hacia el FSLN y, probablemente, con un discurso más definido hacia algunos puntos muy sensibles, hubiéramos logrado preservar ese voto duro y firme. Esta es mi percepción, pero todavía no lo hemos discutido en la Alianza.

 

-En la Alianza MRS conviven diferentes tendencias. ¿Cómo van a poder juntarlas sobre temas muy delicados y muy de fondo? ¿No existe el riesgo de una pulverización en una alianza que se ha formado con fines electorales?

-Este es el desafío y el gran reto que tenemos, y ya lo estamos haciendo. En esta Alianza habían dos fuerzas que procedían del Sandinismo y profundamente vinculadas a la Revolución: el Movimiento Renovador Sandinista (MRS) y el Movimiento por el Rescate al Sandinismo (MPRS). Después estaban las otras fuerzas, como el Partido Socialista, el Partido de Acción Ciudadana y los movimientos sociales.

A nivel de Alianza, que era electoral, hemos comenzado una debate a nivel más general sobre los principios de la Alianza misma, mientras que, al interior de las dos fuerzas que vienen del sandinismo, hemos comenzado a debatir sobre cómo refundar una fuerza de izquierda, para rediscutir el programa, los principios, los estatutos. Es algo más de fondo y pensamos que no es conveniente mantener dos grupos separados, sino constituir uno sólo.

Esto nos está llevando a cuestiones más ideológicas, como qué identidad tenemos, qué quiere decir hoy ser de izquierda en Nicaragua, cómo construir una fuerza que sea verdaderamente una alternativa de izquierda para el país.

De esta manera esperamos poder determinar el perfil del nuevo movimiento y, por supuesto, va también a influir en la programática de la Alianza, que tiene que ser más amplia.

Tenemos  la firme decisión de seguir trabajando unidos en función de la conformación de la nueva izquierda en Nicaragua.

 

-¿Cómo creen que se deba trabajar?

-Siempre he afirmado que uno de los grandes déficit del Frente Sandinista ha sido el abandono del trabajo político y de formación y educación popular. ¿Cómo se va a crear, por ejemplo, una conciencia sobre los males que el CAFTA va a traer a Nicaragua, si no se le explica al pueblo qué quiere decir el CAFTA?

Y paralelamente, hay una campaña masiva del gobierno para convencer a la gente de que el CAFTA es bueno. Lo mismo pasó con otros temas. Aquí hubo un período en que la gente realmente pensaba que lo mejor para resolver el problema de la energía era la privatización, y ahora se dan cuenta de que teníamos razón cuando decíamos que la privatización iba a ser un fracaso.

Una de las cosas que tendremos que hacer es crear correlación social. Hay algunas banderas que si vos las levantás, pero no la trabajás con el pueblo, se vuelven retóricas.

Nuestro trabajo debe de ser la creación de correlación social a través del desarrollo del trabajo de una fuerza que se está creando, que se reivindique como izquierda y que asuma todas las banderas de la izquierda.

 

-¿Ese tipo de trabajo lo van a desarrollar también en la Asamblea Nacional?

-En términos generales, y aunque no tengamos los votos suficientes, hemos acordado que vamos a empujar los proyectos de ley que estaban incluidos en nuestro Programa. Vamos a mantener un perfil de denuncia y nos vamos a convertir en la voz creíble del Parlamento, más allá de las actividades oficiales. Vamos a tener una Asamblea Nacional con bancadas girando alrededor de la disciplina partidaria y de las posiciones políticas que encabezan los grupos económicos. Nos vamos a convertir en una bancada sin ningún compromiso y con absoluta independencia respecto a esos grupos. Vamos a manejar con mayor independencia  las posiciones en relación con diferentes temas, no tanto para poder conseguir una variación en los resultados, porque no tenemos capacidad numérica, pero sí para que la ciudadanía conozca verdaderamente dónde y cómo se están moviendo estos intereses económicos en el Parlamento.

Vamos a jugar un rol de constante crítica y denuncia, y por otro lado, vamos a respaldar las iniciativas que se compaginen con nuestra agenda.

 

-¿Qué opina de las primeras acciones de Daniel Ortega? Parece que efectivamente quiere hacer un gobierno de unidad nacional con la participación de todos los sectores…

-Los primeros pasos confirman lo que ya hemos dicho. Que Daniel Ortega y el grupo que controla el FSLN tienen una posición muy práctica, de centro-derecha, que no se corresponde a un partido de izquierda. Sus primeros pasos sirven para garantizar al gran capital nacional e internacional y a los organismos financieros internacionales que no va a hacer giros sustantivos en la política.

Se ha reafirmado la voluntad de mantener el estado de cosas en relación con el capital financiero nacional e internacional y esto, para mí, es una muestra evidente de que más allá de algunas medidas de carácter paliativo, frente a la situación de pobreza y miseria que vive la gente no va a haber políticas de fondo. Al mismo tiempo, esto crea un marco propicio para que de verdad se abra espacio para reconstruir y refundar una fuerza progresista y de izquierda en Nicaragua.

 

-Ese tipo de pragmatismo ya lo vimos antes de las elecciones con el voto en la Asamblea Nacional a favor de la penalización del aborto terapéutico. ¿Qué opina de eso?

-Lo que vimos en la Asamblea fue el respaldo y, sobre todo, la promoción  del FSLN a la reforma del Código Penal para penalizar el aborto terapéutico. Fue René Nuñez quien la promovió, y fue la bancada del FSLN la que puso la mayoría de los votos.

Esto se corresponde con un proceso de profunda involución política e ideológica del Frente Sandinista y de su cúpula. Un proceso de derechización que tiene como expresión, entre otras cosas, el pacto con el cardenal Obando y Bravo y con la parte más reaccionaria de la jerarquía católica.

Han ido tejiendo una serie de redes de relaciones de carácter totalmente  interdependientes entre ambos, tanto el cardenal Obando, quien tuvo diferencias con el actual gobierno y fue respaldado por el Frente Sandinista, como Daniel Ortega.

Entre Daniel Ortega y el Cardenal Obando y Bravo existe un “yo te doy y vos me das”.

¿Qué es lo que la jerarquía católica le exigió a Ortega? El retroceso en materia de derechos de las mujeres. Lo vimos en el congelamiento del Código de Familia, que tiene siete años de estar en el Parlamento, en el congelamiento de la Ley de Igualdad de Oportunidades, donde la alta jerarquía acusó a las mujeres de querer promover los matrimonios gay, cosa muy alejada de la realidad. Lo hicieron también a través de la reafirmación de un artículo del Código Penal que prácticamente penaliza la relación homosexual y lesbiana y la transexualidad.

Lo hicieron con el actual gobierno a través del veto al Manual de Educación Sexual, y el FSLN respaldó todo eso.

Hay un contubernio que obedece a los intereses tanto de Daniel Ortega como del cardenal Obando, y es un acuerdo de reparto de poder, porque tiene la misma naturaleza y por ello no les importa sacrificar derechos esenciales de la mujeres, como es el caso del aborto terapéutico.

 

-¿No le parece que se trata de algo personal entre los dos líderes y que no involucra a toda la jerarquía católica?

-Obviamente, en el contexto electoral Daniel Ortega y Rosario Murillo se propusieron, por este medio, convencer a más electores, y fue una maniobra electorera burda. De esa manera sacaron ventaja con Obando, mejoraron su relación con la alta jerarquía y pretendieron captar votos.

 

-¿A qué cree se debe ese pragmatismo del FSLN?

-Esto tiene que ver con los cambios profundos que hubo en la conducción del FSLN. Hay que recordar que la mayoría de los cuadros históricos del Frente Sandinista ya no está con Daniel Ortega. Se han quedado unos cuantos y rodeados, además, de un grupo económico que ahora constituye la conducción del FSLN. Básicamente asistimos a la conformación de un nuevo grupo económico, cuyos capitales se fortalecieron con el reparto de los bienes que se llevó la piñata, utilizando como mampara el reparto social de los bienes. Otra parte viene de los bienes que supuestamente pertenecieron al Frente Sandinista y ahora han sido privatizados a favor de tres o cuatro personas o de sus testaferros. Es un grupo económico que se ha entendido con otro grupo económico que es el PLC. Por eso tienen un discurso visceral contra la oligarquía tradicional, porque pugnan por ocupar los espacios económicos en la economía de mercado.

Para mí son unos empresarios con ciertos aspectos mafiosos y su objetivo principal es la utilización del poder para sus intereses. Lo único que queda para el pueblo es el discurso, la retórica, la palabra hueca, y alzándose ahora con la victoria, esto va a quedar mucho más claro.

 

-Está hablando de grupos económicos poderosos, de grandes empresarios, de pragmatismo, pero al mismo tiempo el FSLN tiene relaciones muy fuertes con gobiernos de izquierda como Venezuela, Cuba y Bolivia. ¿Cómo se explica eso?

-Es por una razón muy simple. Los gobiernos latinoamericanos moderados no lo ven muy bien, porque el estilo y la manera de hacer política del FSLN no es moderada. Tiene una práctica política de derecha, pero con estilos y métodos radicales. En cualquier momento pueden, por ejemplo, paralizar el país con una movilización estudiantil. Es una actitud muy esquizofrénica. La segunda razón es que hasta hoy, para la izquierda mundial el referente de la izquierda en Nicaragua son el Frente Sandinista y Daniel Ortega, porque no ha existido otra fuerza alternativa. Nuestra fuerza es de muy reciente formación e incluso es una alianza que todavía no termina de perfilarse como una fuerza propiamente de izquierda. Es natural que desde el exterior, y ocupando la representación formal en el Foro de Sao Paulo, dentro de la Internacional Socialista, la organización que se presenta formalmente allí como representación  de la izquierda es el Frente Sandinista. En una correlación latinoamericana, signada mucho por una confrontación con Estados Unidos por parte de Venezuela, Bolivia y Cuba, Daniel Ortega, oportunistamente, se acercó radicalmente a ellos en los últimos años. Todavía siendo yo diputada y siendo ya electo Chávez como presidente de Venezuela, Daniel Ortega lo miraba como un militar golpista.

Los primeros en hablar de la Revolución Bolivariana fuimos nosotros, de Izquierda Democrática, como izquierda del FSLN. Fuimos nosotros a tener las primeras relaciones con ellos. En el último año, acercándose las elecciones, el FSLN se aproximó a ese bloque, y para Evo Morales, Chávez y Lula, era importante que ganara un gobierno que se sumara en la correlación de fuerzas frente al imperialismo estadounidense. Sería una nación más y eso es normal. La política interna no es un tema sobre el cual tienen que pronunciarse, porque a ellos les interesa un aliado más y eso es lo que Daniel les ofreció.

Ya veremos cómo lo hace, así que no me extraña esta relación.

 

-En este contexto, ¿en qué se diferencia la Alianza MRS?

-Hemos señalado que con su comportamiento político, el “danielismo” se ha alejado de los principios, valores y de la propuesta original del sandinismo. Nos diferenciamos en la práctica política, porque estamos en contra del prebendarismo, del usufructo del poder sólo para unos cuantos, tenemos un plantamiento de recuperación de la ética sandinista, creemos que es inmoral lo que se está haciendo y tenemos diferencias profundas de caracter ético y político.

Si uno revisa el ideario histórico sandinista, Carlos Fonseca abogó por una verdadera democracia, estuvo en contra de los pactos libero-consevadores, de la politiquería con reparto de prebendas y cargos, estuvo a favor de un verdadero antimperialismo.

El antimperialismo de Ortega es una retórica antimperialista y una práctica que favorece los intereses reales de las transnacionales en Nicaragua. Cuando manda todos sus diputados a aprobar todas las leyes complementarias del CAFTA, y cuando deja pasar el CAFTA sin hacer ninguna labor de educación entre el pueblo, como para generar un movimiento social de resistencia al  CAFTA.

La política imperial hoy son los Tratados de Libre Comercio, y entonces el FSLN hace un discurso antimperialista y una práctica de derecha. Estamos frente a prácticas y discursos que van por caminos radicalmente distintos.

Es por eso que nosotros, como Movimiento del Rescate al Sandinismo, demandamos el retorno a los principios originarios del sandinismo.

 

En Managua, Giorgio Trucchi

© Rel-UITA

29 de noviembre de 2006

 

 

 

 

Volver a Portada

 

   UITA - Secretaría Regional Latinoamericana - Montevideo - Uruguay

Wilson Ferreira Aldunate 1229 / 201 - Tel. (598 2) 900 7473 -  902 1048 -  Fax 903 0905