El pasado 18 de
junio, el Parlamento Europeo aprobó la
polémica “Directiva del retorno de
inmigrantes ilegales”,
es decir un
acto normativo europeo sobre las
repatriaciones de los migrantes
"irregulares",
desatando fuertes protestas a lo largo y
ancho de todo el planeta.
Con esta Directiva, los parlamentarios europeos
amplían la
detención de los denominados “ilegales”
en los Centros de Permanencia Temporal (CPT)
hasta un máximo de 18 meses, incluyen la
posibilidad, en algunos casos, de
detención de menores de edaden los
CPT, sancionan la prohibición de
volver a Europa por un plazo de
cinco años después del primer ingreso y
permiten la expulsión hacia países
diferentes del de pertenencia.
Para tratar de entender qué es lo que está
pasando en Europa y cómo se llegó
a aprobar esta Directiva “de la
vergüenza”, la cual más que detener el
flujo continuo e incesante de
inmigrantes en busca de una oportunidad
de vida, parece estar pensada para
congraciarse los ciudadanos de cada país
europeo, y poder decir “Yo sí lo
intenté”, Sirel conversó con el
parlamentario europeo de la bancada
Grupo Confederal de la Izquierda
Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica
(GUE-NGL),
Vittorio Agnoletto1.
-¿Cómo se llega a formular y aprobar esta
Directiva europea?
-La Comisión Europea2 escribió esta Directiva en respuesta a una invitación del Consejo de la
Unión Europea3. Lastimosamente para nosotros los italianos, esta Directiva surge a raíz
de la presencia del actual Ministro del
Exterior italiano, Franco Frattini,
quien en aquel entonces era Comisario
Europeo de Justicia, Seguridad y
Libertad. Cuando la directiva llegó al
Parlamento para su discusión, ya se
había logrado un amarre entre las
bancadas de tendencia conservadora, la
Comisión y el Consejo, para que el
Parlamento no tuviera la opción de
discutirla libremente, sino solamente de
aprobarla como estaba redactada.
Lo que en este caso se
tambaleó peligrosamente fue
la soberanía misma del
Parlamento |
Esta situación se genera por diferentes
motivos. Si aportábamos cambios al texto
original, la Directiva iba a ser enviada
nuevamente a la Comisión y al Consejo,
para ser discutida otra vez, y aprobada,
porque el texto definitivo debe contar
con la aprobación de las tres
instancias. Además, retrasar la
aprobación quería decir casi seguramente
que no se lograra su aprobación en esta
legislación que termina en 2009,
mientras que existían fuertes presiones
de los gobiernos europeos para que se
aprobara de inmediato.
Lo que en este caso se tambaleó
peligrosamente fue la soberanía misma
del Parlamento, o sea la posibilidad de
los diputados de discutir abiertamente y
aportar modificaciones al texto.
-¿Qué tipo de presiones hubo por
parte de los gobiernos?
-Hubo presiones muy fuertes de todos los
gobiernos para que la Directiva se
aprobara de inmediato y sin
modificaciones, pero hay que destacar el
papel que jugaron los gobiernos de
España y Francia, porque esta
directiva nace a través de un férreo
acuerdo entre Sarkozy y
Zapatero, y sucesivamente, el
Consejo la aprueba en sus líneas
generales y la pasa a la Comisión para
su redacción escrita. Es un hecho grave,
porque los gobiernos de Francia,
España, los laboristas ingleses y
los socialdemócratas alemanes
presionaron a sus partidos para que
sostuvieran el texto de la directiva en
el Parlamento, y eso abrió un enorme
debate en la bancada del Grupo
Socialista. Los tres partidos
socialistas que actualmente están
gobernando en sus respectivos países
tenían un mandato taxativo de los
gobiernos de aprobar esta Directiva. Es
por esto que, al momento del voto, el
Grupo Socialista presentó algunas
mociones para mejorar el texto, pero
fueron rechazadas por la alianza de la
derecha (NdR: Grupo Partido
Popular Europeo - Demócratas Europeos,
Grupo de la Alianza de los Demócratas y
Liberales por Europa). Lo más grave fue
que en el momento de la votación el
Grupo Socialista se dividió: la mitad
votó en contra, un 35 por ciento se
abstuvo, incluyendo a los del Partido
Democrático (PD) de Italia,
y un 15 por ciento votó a favor. El voto
contrario fue expresión de una parte de
los socialistas, el Grupo Confederal de
la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda
verde Nórdica (GUE-NGL) y el
Grupo de los Verdes/Alianza Libre
Europea (Verdes/ALE).
Al final, la Directiva fue aprobada con
367 votos a favor, 206 en contra y 109
abstenciones y es el resultado de la
imprecisa democracia que hay en
Europa, donde las leyes las proponen
la Comisión Europea y el Consejo de la
Unión Europea y sólo después se discuten
en el Parlamento, es decir, no se
originan desde el Parlamento como
debería ser.
En esta ocasión, el Parlamento se
enfrentó a un verdadero chantaje, porque
los gobiernos no querían aceptar que la
directiva tardara otros dos años antes
de ser aprobada. Además, hay que
subrayar una anomalía en este voto,
porque no es normal una mayoría tan
significativa en la aprobación de una
Directiva que tiene que ver con los
derechos humanos.
Históricamente el Parlamento siempre ha
estado muy atento a estos temas, y el
Grupo Liberal siempre ha votado con la
derecha sobre temas económicos y
comerciales, pero ha mantenido un voto
con la izquierda sobre temas de derechos
humanos.
En esta ocasión no fue así, y esto se
explica por las presiones de los
gobiernos y el hecho que el tema de la
inmigración se ha transformado en el
punto sobre el cual descargar todas las
tensiones políticas.
Un ciudadano de Somalía o
Eritrea puede ser expulsado
hacia Libia, y no es una
casualidad que primero
Italia y ahora la misma
Europa estén financiando al
gobierno de Libia la
construcción de CPT en el
desierto |
-¿Cuáles son los contenidos más
importantes de la Directiva?
-Son cuatro. La detención en los
Centros de
Permanencia Temporal (CPT)
para inmigrantes clandestinos es hasta
un máximo de seis meses, pero ahora con
la posibilidad de prolongarla por otros
12 meses. Llegar a los 18 meses depende
de lo que decida cada gobierno de cada
país en su legislación. Otro punto es
que una persona expulsada no puede
regresar en ninguno de los 27 países que
conforman la Unión Europea en los
cinco años siguientes a su expulsión. Se
decide también que en determinadas
circunstancias, los inmigrados pueden
ser expulsados hacia un tercer país, que
no sea el de procedencia, y que
supuestamente han atravesado para llegar
a Europa.
-¿Puede poner un ejemplo?
-Por ejemplo, un ciudadano de Somalía
o Eritrea puede ser expulsado
hacia Libia, y no es una
casualidad que primero Italia y
ahora la misma Europa estén
financiando al gobierno de Libia
la construcción de CPT en el
desierto. Pero lo más grave es que esta
gente que será encerrada en el desierto
no va a tener ninguna garantía y no
vamos a saber más nada de ellos. Tenemos
otro punto de la Directiva que tiene que
ver con los menores de edad. En algunos
casos pueden ser internados en los
CPT y, según ciertas condiciones,
los que no están acompañados pueden ser
repatriados solos. Es evidente que
encerrar menores en los CPT va en
contra de cualquier Convenio
internacional sobre los Derechos de la
Infancia.
-¿Cómo se va a aplicar esta
Directiva?
-Los 27 países tienen dos años como
periodo máximo para acogerla y
traducirla en ley nacional. La Directiva
traza los límites entre los cuales la
ley se mueve y es evidente que el
término de 18 meses de detención en los
CPT no es obligatorio para los
países, pero viendo la actitud de los
gobiernos para que se aprobara de
inmediato la directiva, es muy posible
que se busque ese tipo de solución.
-¿Qué lectura podemos hacer de lo que
ocurrió? Y además, ¿qué está pasando en
Europa, si hasta los socialistas se
dividen en la votación?
-Hay que hacer una aclaración. El
problema con los socialistas es sobre
todo un problema con Zapatero, a
quien se le ve como un ejemplo a seguir,
y en Italia hay mucha gente que
mira hacia España o que sueña ir
a vivir allá. Es cierto que durante su
gobierno promovió las libertades
civiles, pero sobre las políticas
inmigratorias ha sido durísimo. Los
CPT españoles son espantosos, así
que la mano dura contra los inmigrantes
no es algo nuevo para el gobierno
español.
El voto fue un verdadero
desafío público a 44
gobiernos del Sur del mundo
desde donde llegaron
críticas a la Directiva,
entre ellos toda América
Latina, menos Colombia, y
casi toda África |
En términos más generales, lo que está
ocurriendo en Europa es que su
papel de gran potencia está en crisis,
porque hay otras realidades, como por
ejemplo China e India, que
se están afirmando con fuerza como
potencias mundiales. La economía no va
bien, aumenta la franja de poblaciones
pobres en los países europeos, aumenta
el nivel de inseguridad social y se
desencadena la búsqueda de un culpable.
Un chivo expiatorio externo es lo más
“saludable”, y sobre la inmigración se
descargan las tensiones sociales y las
preocupaciones por un futuro que los
gobiernos no están en la capacidad de
garantizar. La criminalización de los
inmigrantes es, simplemente, otra cara
de la moneda de la crisis del “Estado
social”, de la caída de la ocupación y
de los salarios. El objetivo es ofrecer
un enemigo externo para protegerse de
los problemas que existen en el país.
Una Europa “maniquea”, con una
división muy marcada entre inmigrantes
regulares con derechos y los irregulares
que son tratados de forma inhumana,
aunque los primeros llegaron ilegalmente
porque son las mismas leyes que los
obligan a llegar de esta manera.
-Las reacciones han sido muy fuertes
en América Latina. ¿Qué es lo que se
percibe en Estrasburgo de estas
reacciones?
-Unos días antes de que se aprobara la
Directiva, fuera y dentro del Parlamento
se distribuyó un documento firmado por
representantes de agencias
gubernamentales de 44 países, entre
ellos toda América Latina, menos
Colombia y casi toda África.
En este documento los países pedían un
voto en contra de la Directiva. Hubo
también el posicionamiento de diferentes
Conferencias Episcopales e iglesias.
Es por eso que considero que el voto fue
un verdadero desafío público a 44
gobiernos del Sur del mundo. En segundo
lugar, a la carta que envió el
presidente Evo Morales, a las
declaraciones del presidente Hugo
Chávez sobre la posibilidad de
suspender el suministro de petróleo a la
Unión Europea y a un mensaje
menos duro del presidente brasileño
Lula, se les dio bastante espacio en
los medios de izquierda, mucho menos en
la otra prensa escrita y radial y fueron
totalmente soslayados por los canales
televisivos, por lo menos en Italia.
En cuanto a si estas declaraciones
podrán tener peso a nivel de la Unión
Europea, habrá que verlo al momento
de reunirse nuevamente el Parlamento. Mi
impresión es que la Comisión Europea, al
no haber emitido una nota oficial en
respuesta a las declaraciones de
Chávez, está demostrando que cree
que estos gobiernos levantan la voz para
tener un consenso interno, pero que al
final no va a pasar nada. Se necesitaría
que estos países tomaran de verdad
acciones fuertes, como por ejemplo el
tema de la suministro de petróleo o
poner en duda los Acuerdos de
Asociaciones (AdA) que están
llevando adelante con la Unión
Europea. Por el momento, me parece
que la lectura que le da el
establishment a estas declaraciones
es que son disparates populistas y nada
más.
-¿No se percibe, entonces, algún
temor de la Comisión Europea con
respecto a la continuación del proceso
de negociación de los Acuerdos de
Asociación con Centroamérica o la Región
Andina?
-El problema es que estos países de
América Latina por el momento no han
cruzado la línea, es decir no han
declarado que la aprobación de esta
Directiva va a comprometer las
negociaciones de los AdA. Si a la
Comisión Europea no le tocan aspectos
económicos y comerciales es capaz de
tragarse cualquier cosa. Para que
reaccione de verdad hay que tocarle
estos temas.
-¿Todavía hay espacio de maniobra
para revertir esta decisión?
-Desde un punto de vista puramente
institucional el caso está cerrado y lo
único que nos queda ahora es
trasladarnos a un plan de protesta de la
sociedad civil de cada país, donde se
intente reproducir estas decisiones de
la Unión Europea en una
legislación nacional.