El pasado 30 de noviembre se
clausuró en Bogotá DC el Congreso
Nacional de Unidad del Polo
Democrático Alternativo, constituido
por 3.500 delegados electos entre
más de 10 mil aspirantes que
presentaron sus listas al veredicto
de la votación secreta que se
realizó en todo el país bajo el
control de la Registraduría Nacional
que certificó la presencia en las
urnas de 552 mil afiliados al PDA.
Para poder sufragar se requería acreditar la condición de
afiliado. Asimismo, mediante
votación secreta se eligieron 253
integrantes de la Junta Nacional
que, a su vez, elegirá próximamente
un Ejecutivo de 29 miembros.
En reconocimiento a la ardua labor desplegada y a su
indiscutible liderazgo, por
unanimidad el Congreso ratificó como
su Presidente a Carlos Gaviria Díaz,
ex candidato presidencial, y mantuvo
en la Secretaría General a Antonio
Navarro Wolf, hasta febrero de 2007,
cuando éste se dedicará de tiempo
permanente a la campaña por la
Gobernación del Departamento de
Nariño.
Indiscutiblemente, la gran organización del Congreso, la
democracia participativa que imperó,
el contenido político e ideológico
de las intervenciones de sus líderes
y delegados, confirman que en
Colombia se está gestando una gran
fuerza política de izquierda
democrática, que augura el
nacimiento de una nueva esperanza
hacia la toma del poder, capaz de
romperle el espinazo al tradicional
bipartidismo, responsable de las
grandes calamidades que afectan a la
nación, sumida en la pobreza, la
marginalidad y la violencia que
azotan a las clases menos
favorecidas que son la inmensa
mayoría del país.
Era razonable y lógico que el congreso del PDA pronunciara
una enérgica crítica a la política
de gobierno del presidente Álvaro
Uribe Vélez, que en lo económico ha
hecho más ricos a los ricos, en lo
social provocó mayor marginalidad y
pobreza, y su programa de Seguridad
Democrática para acabar con la
violencia y la corrupción junto con
el narcotráfico se encuentra “como
corcho en el remolino”.
La gran prensa insiste con que en el Polo existe
confrontación interna entre fuerzas
políticas, que van desde tendencias
extremas a moderadas, siendo éste
–suponen- el principal factor de
fractura de un proyecto político que
podría ser la alternativa para los
colombianos. Esta crítica pretende
ocultar que la verdadera riqueza del
PDA está un su diversidad
ideológica, política y cultural,
dentro de la unidad popular es
precisamente ésa la mayor fortaleza
que permite la auténtica
convergencia con visión y misión de
poder, en donde la exclusión esta
reservada para los corruptos,
clientelistas y politiqueros de
turno. Es precisamente frente a
estas enfermedades endémicas de la
política que el PDA debe blindarse,
y esa debe ser la tarea de la nueva
Dirección Nacional. Continuar
construyendo un verdadero partido,
que reúna las condiciones
estructurales y orgánicas, junto con
la éticas, morales y políticas de
sus cuadros y dirigentes, que
eliminen las posibilidades de una
nueva frustración del pueblo que
cada vez se acerca con mayor
compromiso a este nuevo proyecto
político generador de expectativas y
esperanzas, para un país manipulado
y mancillado por el tradicionalismo
politiquero.
La conclusión esencial del Congreso de Unidad del PDA es que,
definitivamente, la izquierda
colombiana tiene un partido. La
misión de los militantes que lo
conformamos debe ser el trabajo
incesante en su construcción y
crecimiento, para cambiar la
democracia restringida y deformada
que por varias generaciones hemos
padecido en Colombia.
En Bogotá, Luis Alejandro Pedraza
©
Rel-UITA
6
de diciembre de 2006 |
|
|
|