La grave crisis que
ha embestido a Europa en los últimos
años no es solamente económica y
financiera, sino que tiene profundas
implicancias políticas, sociales y
ambientales, y se dislumbra como la
“típica” crisis de
sobreacumulación de
capital
y
sobreproducción
de mercancías. Ante esta situación, los
pueblos europeos deben profundizar el
análisis sobre la naturaleza de la
crisis, y retomar e intensificar la
lucha ideológica.
Gustavo Porras Castejón compartió
con Sirel este anális. Además de
haberse desempeñado como cuadro político
del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP)
y como coordinador de la Comisión de Paz
(COPAZ), que en 1996 firmó los
Acuerdos de Paz “Firme y Duradera” en
Guatemala, Porras es
sociólogo y coordinador del grupo
promotor para la constitución del
Consejo Económico y Social (CES).
-Europa se debate en una de las crisis
más profundas de su historia. ¿Cuál es
tu análisis al respecto?
-Es
la típica crisis de sobreproducción
relativa del capitalismo que ya Marx
había señalado. Los consumidores han
llegado al punto de no poder absorber la
masa de productos que el capital sigue
generando, en su carrera tecnológica
para poder competir.
Ante esta situación se le quiso dar una
salida financiera a la crisis. Se
comenzó a bajar la tasa de interés para
estimular las inversiones productivas,
pero nadie invierte cuando no hay
demanda. Finalmente, buscaron como
estimular el consumo de manera
artificial con hipotecas baratas, la
ampliación de los límites de consumo de
las tarjetas de crédito y a través de la
guerra como dinamizadora de la economía.
Lo que se generó fue una bomba
financiera que explotó.
-Y
después el culpable fue el Estado...
-Esto es importante. Los neoliberales,
que nunca han perdido el sentido de la
lucha ideológica, inmediatamente
salieron culpando al Estado por haberse
metido a alterar artificialmente la tasa
de interés, en lugar de dejar que fuera
el mismo mercado a fijarlo.
Definitivamente se trata de una crisis
diferente, muy profunda y de largo
plazo, que toca aspectos y elementos
mucho más amplios que en el pasado.
Además de económica y financiera es
política, social y ambiental, y resiente
del hecho de que en Europa la
población está envejeciendo.
Hay una población jóven numéricamente
reducida que debe sostener a una
población cada vez mayor, lo cual hace
derrumbar a los sistemas de seguridad
social.
-Una crisis del
estado de bienestar que se entremezcla
con una crisis de la política y de la
socialdemocracia europea...
-Es otro componente que condujo
Europa a esta situación. El
debilitamiento del Estado impulsado por
el neoliberalismo no ha sido
contrarrestado por ninguna fuerza
política. Nadie ha reivindicado con
fuerza ese papel fundamental, antes bien
se ha planteado el refinanciamiento de
los bancos.
-¿Qué
papel pueden jugar hoy los movimientos
sociales organizados o espontáneos?
-Los movimientos que han venido
surgiendo en Europa y en
Estados Unidos reflejan una cuestión
de fondo que durante muchos años se ha
dejado al margen, es decir que la
problemática fundamental de los pueblos
es de naturaleza socio-económica.
Con el esquema impuesto por las Ong’s se
ha pretendido distraer sobre la esencia
de las cosas. Si bien temas como la
defensa de los derechos humanos, la
problemática ambiental, los derechos de
las poblaciones indígenas, sean
legítimos e importantes, nos han llevado
a olvidar que el elemento fundamental de
lo que está ocurriendo es el sistema
capitalista y la explotación del
trabajo.
En
las últimas décadas en Europa
hubo un deterioro de la calidad política
del ciudadano y una banalización de la
política. Hay que volver a analizar la
naturaleza más profunda de una crisis
que se va comiendo el empleo, terceriza
la economía y nos lleva hasta el
desplome.
-¿Qué hacer ante esta
situación?
-Me parece que están surgiendo fuerzas
que pueden llevar a una recomposicíon
del movimiento social y de la política
progresista y de izquierda.
En
este sentido, se debe retomar e
intensificar la lucha ideológica,
dejando a un lado la lucha virtual de
quiénes ofrecen más al mercado, o cómo
hacemos para ganar más votos en las
elecciones.
La
gente se pregunta qué está pasando y su
primera reacción es cambiar de gobierno,
como ha ocurrido en España. Ante
esta inquietud, primero hay que analizar
la naturaleza de la crisis y, luego,
vanguardizar un trabajo con la
ciudadanía para que presione al Estado a
cumplir con su tarea de bien común,
aunque en el marco de una economía de
mercado.
En
vez de estar financiando los bancos,
para que repitan otra vez la estafa
inmensa que hicieron, el Estado debe
nuevamente contribuir para que haya
condiciones dignas para la gente,
facilitando la generación de empleo y la
reactivación del poder de compra.