Cuando la magia invade la historia

La magia, en verdad, es del pueblo, y no la usa para
construir falsedades históricas, sino para divertirse

 

En nuestra América, décadas atrás conmocionada por golpes de Estado y dictaduras, en la explicación de los hechos hay quienes suelen saltearse la sociología, es decir, el estudio de los hechos y la explicación de sus causas. No aceptan esos análisis, sobre todo si saben que la historia los condena.

 

En las últimas décadas hay “explicaciones” que parecen apelaciones a la magia. ¿Qué es, sino magia, la explicación que muchos burgueses realizan para justificar la violencia estatal?

 

La historia la presentan más o menos así: un día, en una sociedad que era una tibia arcadia, toda luz y armonía, aparecen unos demonios que, rayos en el cielo sereno, todo lo perturban, obligando a los buenos y pacíficos señores del poder a “ponerse los pantalones” y apelar a los militares, es decir, a sus funcionarios para las épocas difíciles.

 

Suele imputárseles, tiempo después, por sus mandantes civiles, que, convocados a la defensa del poder, se convirtieron, por voluntad propia, en nuevos demonios.

 

En 1968, para explicar la represión en Uruguay, se invocó la algarada de algunos estudiantes que incendiaron un bus. Paralelamente, la política económica exigida por el Fondo Monetario Internacional promovió enfrentamientos sociales.

 

En respuesta, los trabajadores salieron a las calles a protestar contra una congelación de salarios y precios que significaba, en realidad, sólo la congelación de los salarios. El gobierno intentó impedir las huelgas, los sindicatos fueron allanados, sus dirigentes detenidos, vulnerada la autonomía  universitaria (ya estaba planteada la unidad obrero estudiantil) y  los trabajadores fueron  maltratados y encarcelados.

 

Zelmar Michelini advirtió entonces desde las propias filas del gubernamental Partido Colorado (que en ese momento él integraba) que se estaba provocando la respuesta violenta de minorías sacrificadas e idealistas que se iban a jugar el todo por el todo, contestando a la arbitrariedad y a las armas también con armas en sus manos.

 

No fue el único en prever ese futuro. Un día, ya en plena tiranía, una periodista de televisión preguntó a  Eduardo Víctor Haedo, ex miembro del Consejo Nacional de Gobierno y figura del Partido Nacional, cómo explicaba el fenómeno de los “innombrables”, término al que debía acudir el periodismo porque el gobierno había llegado a prohibir  varias palabras (entre ellas “guerrilleros”, “tupamaros”, etc.)

 

Haedo replicó que siempre que en el país había aparecido la violencia desde el poder, algún grupo de jóvenes había asumido la defensa de la dignidad.

 

Michelini sostuvo, a su vez, que en la historia del país, ante un gobierno agresivo, prepotente, hubo siempre quienes lo enfrenaron con las armas en la mano para defenderse.  “No compartimos ese camino -señaló Michelini-, elegimos el camino parlamentario, la concientización de las masas, porque siempre fuimos hombres de paz. Pero -destacó-, a los hombres que están en el gobierno queremos hacerles sentir que los caminos que eligieron no son de paz sino de guerra”.

 

En agosto del 68 la Policía había matado al estudiante Líber Arce; en octubre a Susana Pintos y Hugo de los Santos, también estudiantes. En esa oportunidad Michelini interpeló al Ministro del Interior. Y allí, proféticamente, dejó constancia en actas de la historia de los años siguientes; y señaló que la prepotencia y el avasallamiento de las libertades iban a encontrar una respuesta  popular. Y así fue, porque de ahí en adelante todo se precipitó.

 

La derecha pretendió entonces -vieja técnica- dividir al país entre patriotas de un lado, y traidores, del otro. Reapareció la historia de los bien nacidos en oposición a los que no querían a la patria.

 

El gobierno asesinó estudiantes, avasalló la Constitución, utilizó los caminos que ésta le daba y hasta los que prohíbe especialmente, ordenó allanamientos masivos, no le hizo caso a la Justicia, peleó con ella y con el Parlamento.

 

Paralelamente, se pretendió cerrar el paso a una fuerza de paz, el Frente Amplio, gestado por esos años como una respuesta legal. Para ello se recurrió a todo tipo de ataques y agravios. “Tuvimos que soportar -señaló Zelmar Michelini, que abandonó las filas coloradas para participar en la fundación del Frente Amplio- una de las campañas de calumnias más grande de las que ha habido en la República; que iba desde plantear que si ganaba el Frente Amplio les iban a llevar los hijos a Rusia, Argelia, Chile o Cuba, hasta decir que no se iba a pagar a los jubilados”.

 

En la actualidad el progresismo y la izquierda gobiernan en varios países latinoamericanos, los niños han permanecido en sus hogares y los jubilados siguen cobrando sus retribuciones, y hasta en algunos casos con sustanciales mejoras. Muchos de aquellos dinosaurios responsables de tantos desmanes han sido condenados por la historia y no pocos guardan cárcel.

 

La magia nunca sirvió para proteger a los terroristas de Estado, porque la magia, en verdad, es del pueblo, y no la usa para construir falsedades históricas, sino para divertirse.

 

 

  

En Montevideo, Guillermo Chifflet

Rel-UITA

14 de noviembre de 2008

 

 

 

 

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