|
Con Raúl del
Águila Hidalgo
El capitalismo está colapsando
|
|
|
Es
presidente de la Junta Nacional del Café del Perú y
vicepresidente del Grupo de Economía Social y Solidaria de
ese país. La presencia de un gremio de productores entre la
representación latinoamericana no pasó desapercibida, y su
experiencia resultó esencial a la hora de los acuerdos. Una
vez más, la JNC y la Rel-UITA coinciden en el terreno, donde
siempre se encuentran quienes caminan juntos.
-¿Qué es la Junta Nacional del Café?
-Es un
gremio de productores de café del Perú. La característica de
nuestra agricultura es que se desarrolla en predios pequeños
y medianos. Debido a la reforma agraria efectuada en 1968,
durante el gobierno de Velasco, no existen grandes
plantaciones. En Perú hay 150 mil familias productoras de
café y nuestra Junta agrupa a 36 mil de esas familias
organizadas. Las bases son productores empresariales,
cooperativas, asociaciones y otras formas organizativas que
reúnen su oferta para comercializar en bloque o para
proporcionarse servicios a sí mismos. No tenemos ninguna
colaboración del Estado y todo es autogestionario. Muchas de
las cooperativas cafetaleras nacimos antes de 1968, antes de
Velasco, en la lucha de los sindicatos campesinos por la
tierra y contra el latifundio. Fue una lucha de base y no un
gobierno lo que impuso ese sistema asociativo. En ese fogueo
nacieron muchas cooperativas cafetaleras que fuimos
comprendiendo que debíamos empoderarnos de todos los
procesos de nuestra producción y comercialización, y también
fortalecer nuestra capacidad de incidir en el diseño de las
políticas públicas. El gobierno militar entendió conveniente
crear cooperativas antes que promoverlas, pero andando el
tiempo, todo ese sistema creado terminó cayendo, mientras
las otras han sido mayoritariamente sostenibles. La más
antigua tiene 45 años y las de segundo grado también son
antiguas. En la que yo participo, por ejemplo, va a cumplir
39 años.
-¿Hay una zona esencialmente cafetalera?
-Hay muchas. Toda la zona de selva alta, la parte amazónica
de la cordillera es cafetalera.
-¿Cómo influyó el gobierno de Fujimori en este sector?
-Fujimori creó un clima de desinstitucionalización, primero
del Estado, luego de los sindicatos, de las federaciones y
de las organizaciones de productores. El colapso fue total.
Las cooperativas fueron acusadas de senderistas, comunistas,
izquierdistas, ladrones, ineficientes... no faltó nada. En
ese proceso se cayeron unas cuantas, quizás las que debieron
caerse, pero nosotros seguimos adelante. Lo cierto es que el
tejido social fue destruido. En 1993 tuvimos que empezar a
reconstruir el sector del café. Primero nuestras
organizaciones, demostrando que también sabemos ser empresas
organizadas y eficientes. En un momento las cooperativas
canalizaban el 80% del café que se producía en Perú, cuando
estaban protegidas por el gobierno de Velasco, pero con
Fujimori caímos a apenas el 2%. Desde allí reconstruimos
nuestra organización. Fuimos los primeros en reagruparnos.
Esto logramos concretarlo en un foro nacional que se llama
Conveagro. La JNC es un gremio, no comercializamos ni un
solo grano de café. Cada organización de base autónoma hace
sus procesos de comercialización. Nosotros representamos los
intereses del sector, representatividad que nos da nuestra
presencia real en la base, entre los productores. La JNC es
reconocida inclusive por aquellos que no están asociados a
nosotros.
-¿Qué representa el café a nivel nacional?
-Es el primer rubro de exportación agroindustrial del Perú.
En algún momento llegó representar el 60%, pero hoy es un
25%, no tanto porque haya descendido la producción de café
sino porque se iniciaron nuevos cultivos exportables como
los espárragos, las uvas, los frutales y otros. En general,
el café se encuentra entre los ocho principales cultivos del
país.
-¿Qué representa la JNC dentro del sector?
-El 20% de toda la exportación peruana de café.
-¿Y desde el punto de vista económico?
-En 2004 exportamos por 55 millones de dólares, y este año
pienso que llegaremos a los 70 millones. Nosotros ponemos
mucho énfasis en la capacitación de los productores, para
que no queden encerrados únicamente en ese rol y puedan
acceder a los términos de una transacción comercial, que
puedan participar y decidir.
-¿En qué etapa están ahora?
-En el café estamos en una discusión con otros gremios porque
nosotros discrepamos con respecto al TLC. Si bien es cierto
que tenemos que trabarlo, también debemos buscar las mejores
condiciones de negociación para nosotros. Pero la mayor
parte de los gremios de productores se han lanzado sobre el
TLC y han olvidado la agenda interna, situación que
aprovecha el gobierno para tomar decisiones que nos
perjudican a todos.
-¿Qué hace la JNC en un encuentro sobre economía solidaria?
-Nuestras organizaciones de base participan en el comercio
justo desde hace muchos años. Inclusive participamos en el
proceso que llegó a la definición del etiquetado comercio
justo, incluyendo el nivel internacional. Me refiero a las
bases, no a la JNC. Mi organización es pionera en este
aspecto, y obtuvimos algunos logros como que se integrara a
los productores dentro del FLO donde antes estábamos sólo
como observadores. Cuando nos enteramos de que había un
grupo peruano que estaba organizando un evento sobre
economía solidaria y comercio justo, los buscamos y
compartimos experiencias. Así surgió el conocimiento para
ambos de que hay muchísimas formas de hacer comercio justo
además del FLO. Hicimos una agenda en común y se fundó el
Grupo de Economía Social y Solidaria del Perú (GRESSP), que
en principio reunía sólo a ONG pero que ahora integra
también productores. Por eso estamos acá, para seguir
contribuyendo al proceso de fortalecimiento de la ES. Y como
productores cafetaleros peruanos nos interesa buscar nuevas
formas de economía. Para poner un ejemplo: en Perú el 85% de
los predios agrícolas son menores a cinco hectáreas. Todos
hacen agricultura de autoconsumo que, como tal, no entra en
el cálculo de la incidencia agrícola en la conformación del
PIB que actualmente se sitúa en el 7%. Sin embargo, si se
cuantificara la producción de autoconsumo la participación
de la agricultura en el PIB seguramente superaría el 20%,
sin ella el país colapsaría. Quiere decir que tenemos una
economía subterránea, que nadie valora, pero que es de vida
o muerte para muchos. Esto es también economía solidaria.
Además, debemos construir nuestro acceso al crédito a través
de entidades solidarias, cooperativas de ahorro y crédito u
otras formas, porque esta economía hegemónica, este modelo
capitalista está colapsando, tanto es así que están
desesperados por entrar en certificaciones, etiquetados para
responder a ese mercado que, de grano en grano, ya lo
estamos ganando. Tardará mucho o poco, pero parece claro que
el camino es éste, y que es necesaria la participación de
todos.
En
Dakar, Carlos Amorín
© Rel-UITA
13 de
diciembre de 2005
Volver
a Portada
|