DAKAR 2005 - Polo de Socio-Economía Solidaria

Con Raúl del Águila Hidalgo

El capitalismo está colapsando

Es presidente de la Junta Nacional del Café del Perú y vicepresidente del Grupo de Economía Social y Solidaria de ese país. La presencia de un gremio de productores entre la representación latinoamericana no pasó desapercibida, y su experiencia resultó esencial a la hora de los acuerdos. Una vez más, la JNC y la Rel-UITA coinciden en el terreno, donde siempre se encuentran quienes caminan juntos.

 

-¿Qué es la Junta Nacional del Café?

-Es un gremio de productores de café del Perú. La característica de nuestra agricultura es que se desarrolla en predios pequeños y medianos. Debido a la reforma agraria efectuada en 1968, durante el gobierno de Velasco, no existen grandes plantaciones. En Perú hay 150 mil familias productoras de café y nuestra Junta agrupa a 36 mil de esas familias organizadas. Las bases son productores empresariales, cooperativas, asociaciones y otras formas organizativas que reúnen su oferta para comercializar en bloque o para proporcionarse servicios a sí mismos. No tenemos ninguna colaboración del Estado y todo es autogestionario. Muchas de las cooperativas cafetaleras nacimos antes de 1968, antes de Velasco, en la lucha de los sindicatos campesinos por la tierra y contra el latifundio. Fue una lucha de base y no un gobierno lo que impuso ese sistema asociativo. En ese fogueo nacieron muchas cooperativas cafetaleras que fuimos comprendiendo que debíamos empoderarnos de todos los procesos de nuestra producción y comercialización, y también fortalecer nuestra capacidad de incidir en el diseño de las políticas públicas. El gobierno militar entendió conveniente crear cooperativas antes que promoverlas, pero andando el tiempo, todo ese sistema creado terminó cayendo, mientras las otras han sido mayoritariamente sostenibles. La más antigua tiene 45 años y las de segundo grado también son antiguas. En la que yo participo, por ejemplo, va a cumplir 39 años.

 

-¿Hay una zona esencialmente cafetalera?

-Hay muchas. Toda la zona de selva alta, la parte amazónica de la cordillera es cafetalera.

 

-¿Cómo influyó el gobierno de Fujimori en este sector?

-Fujimori creó un clima de desinstitucionalización, primero del Estado, luego de los sindicatos, de las federaciones y de las organizaciones de productores. El colapso fue total. Las cooperativas fueron acusadas de senderistas, comunistas, izquierdistas, ladrones, ineficientes... no faltó nada. En ese proceso se cayeron unas cuantas, quizás las que debieron caerse, pero nosotros seguimos adelante. Lo cierto es que el tejido social fue destruido. En 1993 tuvimos que empezar a reconstruir el sector del café. Primero nuestras organizaciones, demostrando que también sabemos ser empresas organizadas y eficientes. En un momento las cooperativas canalizaban el 80% del café que se producía en Perú, cuando estaban protegidas por el gobierno de Velasco, pero con Fujimori caímos a apenas el 2%. Desde allí reconstruimos nuestra organización. Fuimos los primeros en reagruparnos. Esto logramos concretarlo en un foro nacional que se llama Conveagro. La JNC es un gremio, no comercializamos ni un solo grano de café. Cada organización de base autónoma hace sus procesos de comercialización. Nosotros representamos los intereses del sector, representatividad que nos da nuestra presencia real en la base, entre los productores. La JNC es reconocida inclusive por aquellos que no están asociados a nosotros.

 

-¿Qué representa el café a nivel nacional?

-Es el primer rubro de exportación agroindustrial del Perú. En algún momento llegó representar el 60%, pero hoy es un 25%, no tanto porque haya descendido la producción de café sino porque se iniciaron nuevos cultivos exportables como los espárragos, las uvas, los frutales y otros. En general, el café se encuentra entre los ocho principales cultivos del país.

 

-¿Qué representa la JNC dentro del sector?

-El 20% de toda la exportación peruana de café.

 

-¿Y desde el punto de vista económico?

-En 2004 exportamos por 55 millones de dólares, y este año pienso que llegaremos a los 70 millones. Nosotros ponemos mucho énfasis en la capacitación de los productores, para que no queden encerrados únicamente en ese rol y puedan acceder a los términos de una transacción comercial, que puedan participar y decidir.

 

-¿En qué etapa están ahora?

-En el café estamos en una discusión con otros gremios porque nosotros discrepamos con respecto al TLC. Si bien es cierto que tenemos que trabarlo, también debemos buscar las mejores condiciones de negociación para nosotros. Pero la mayor parte de los gremios de productores se han lanzado sobre el TLC y han olvidado la agenda interna, situación que aprovecha el gobierno para tomar decisiones que nos perjudican a todos.

 

-¿Qué hace la JNC en un encuentro sobre economía solidaria?

-Nuestras organizaciones de base participan en el comercio justo desde hace muchos años. Inclusive participamos en el proceso que llegó a la definición del etiquetado comercio justo, incluyendo el nivel internacional. Me refiero a las bases, no a la JNC. Mi organización es pionera en este aspecto, y obtuvimos algunos logros como que se integrara a los productores dentro del FLO donde antes estábamos sólo como observadores. Cuando nos enteramos de que había un grupo peruano que estaba organizando un evento sobre economía solidaria y comercio justo, los buscamos y compartimos experiencias. Así surgió el conocimiento para ambos de que hay muchísimas formas de hacer comercio justo además del FLO. Hicimos una agenda en común y se fundó el Grupo de Economía Social y Solidaria del Perú (GRESSP), que en principio reunía sólo a ONG pero que ahora integra también productores. Por eso estamos acá, para seguir contribuyendo al proceso de fortalecimiento de la ES. Y como productores cafetaleros peruanos nos interesa buscar nuevas formas de economía. Para poner un ejemplo: en Perú el 85% de los predios agrícolas son menores a cinco hectáreas. Todos hacen agricultura de autoconsumo que, como tal, no entra en el cálculo de la incidencia agrícola en la conformación del PIB que actualmente se sitúa en el 7%. Sin embargo, si se cuantificara la producción de autoconsumo la participación de la agricultura en el PIB seguramente superaría el 20%, sin ella el país colapsaría. Quiere decir que tenemos una economía subterránea, que nadie valora, pero que es de vida o muerte para muchos. Esto es también economía solidaria. Además, debemos construir nuestro acceso al crédito a través de entidades solidarias, cooperativas de ahorro y crédito u otras formas, porque esta economía hegemónica, este modelo capitalista está colapsando, tanto es así que están desesperados por entrar en certificaciones, etiquetados para responder a ese mercado que, de grano en grano, ya lo estamos ganando. Tardará mucho o poco, pero parece claro que el camino es éste, y que es necesaria la participación de todos.

 

 

En Dakar, Carlos Amorín

© Rel-UITA

13 de diciembre de 2005

 

 

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