Argentina
24 DE MARZO
(1976- 2004)
A 28 años del comienzo de la dictadura
militar más salvaje de América Latina
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La escena es impactante: el presidente argentino
Néstor Kirchner ingresa a la Escuela de Mecánica de la
Armada (ESMA), acompañando a los representantes de los
organismos de derechos humanos. El predio se destinará a un
Museo de la Memoria, que recordará a uno de los más famosos
lugares de detención, tortura, violación y muerte.
Más temprano, en el Colegio Militar se descolgaron los
cuadros del ex dictador Jorge Rafael Videla y otros
represores.
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El Presidente Kirchner
y Anibal Ibarra
ingresando a la ESMA |
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¿Demagogia? No lo parece. El gesto es demasiado
fuerte. Tanto, que en esta materia parece plantear un punto
de inflexión, un antes y un después en la política del
Estado sobre las violaciones de los derechos humanos en el
país.
Si bien la actitud de Kirchner goza de un fuerte
consenso social, aparecen algunas voces que hablan de
“olvido y perdón”, de “no abrir viejas heridas”, de “mirar
hacia el futuro”, etcétera. Este parece haber sido el
pensamiento de todos los presidentes del último período
democrático, con sus indultos y leyes de “obediencia debida”
o “punto final”.
¿Es posible sostener el presente y construir el
futuro, sobre la base del olvido del pasado o, peor aún, de
la impunidad? La experiencia argentina parece demostrar que
no. La paz que anhela el pueblo argentino solo puede
apoyarse en la Justicia. Y donde hay impunidad no hay
Justicia. Así de simple.
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Colegio Militar |
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Un nuevo y triste aniversario del último golpe militar
que derrocó a un gobierno democrático y que instauró en
Argentina el terrorismo de Estado. Que es el peor de todos
los terrorismos, ya que deja al pueblo indefenso y sometido
a las más atroces arbitrariedades. Quizás pueda el ciudadano
común defenderse de la violencia y el crimen originados en
la clandestinidad, pero está absolutamente inerme cuando
baja del propio Estado. Por eso no es lícito hablar de “dos
demonios”.
La derogación legislativa de leyes que pretendieron
consolidar la impunidad, la anulación judicial de indultos
de autores de crímenes de lesa humanidad y los gestos de los
responsables del Poder Ejecutivo, parecen indicar que en
Argentina se transita por un camino enmarcado por la Verdad
y por la Justicia. Que no es poco.
Sin embargo, hay otros derechos humanos respecto a los
cuales la democracia está en mora. Son los derechos sociales
y laborales, de los que fueron despojados los trabajadores y
trabajadoras argentinas en las últimas décadas. Son los
derechos avasallados por las políticas neoliberales
aplicadas por todos los gobiernos de turno. El derecho de
trabajar; el derecho a condiciones dignas de labor; el
derecho a una remuneración justa; el derecho a una jornada
laboral limitada; el derecho a la no discriminación; el
derecho de trabajar en un lugar sin riesgos para la salud;
el derecho a una reparación justa de los daños sufridos como
consecuencia del trabajo; el derecho a una jubilación digna,
etcétera.
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indymnedia / Argentina |
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Recién podremos decir que en Argentina hay un nuevo
modelo económico y social, cuando haya desaparecido
definitivamente el que nos impusieron en la década del ’90.
El modelo de la exclusión social, de la precariedad laboral
y la mano de obra barata y sumisa. El modelo de la empresa
como estructura autocrática, cuya única finalidad es el
lucro ilimitado, sin compromisos sociales. El modelo del
trabajo como mercancía y del salario como variable de ajuste
de la economía. El modelo de la privatización de la
Seguridad Social, que parió a la Administradora de Fondos de
Jubilaciones y Pensiones y a la Administradora de Riesgos de
Trabajo, y sus nefastos negocios.
Para hablar de un nuevo modelo de país, en el cual se
respetan los derechos humanos laborales, todavía falta
mucho.
Luis Enrique Ramírez
©
Rel-UITA
25 de marzo de 2004
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