Amnistía Internacional ha deplorado la ejecución de
Sadam Husein hoy [30 de diciembre de 2006], después de
que el Tribunal de Apelaciones iraquí ratificara la
sentencia el pasado 26 de diciembre.
La
organización, que se opone por completo al uso de la
pena de muerte, ha afirmado que le preocupa que el
Tribunal de Apelaciones iraquí no haya abordado las
principales deficiencias del juicio ante el Alto
Tribunal Penal iraquí al que se sometió al ex dictador,
deficiencias estas que lo han convertido en un juicio
injusto.
"Nos
oponemos a la pena de muerte en todos los casos, porque
constituye una violación del derecho a la vida y el
castigo cruel, inhumano y degradante en grado máximo,
pero la pena más extrema es especialmente espantosa
cuando se impone como colofón a un juicio injusto", ha
declarado Malcolm Smart, director del Programa para
Oriente Próximo y Norte de África, de Amnistía
Internacional. "Es aún más preocupante, en este caso, el
que la ejecución pareciera un hecho inevitable tan
pronto se pronunció la primera sentencia, con lo que el
Tribunal de Apelaciones no ha hecho más que dar un
barniz de legitimidad a un proceso que, en realidad, ha
sido manifiestamente deficiente."
Amnistía Internacional ha señalado también que, en su
momento, acogió con satisfacción la decisión de llevar a
Sadam Husein ante la justicia por los crímenes cometidos
bajo su mandato, lo que debería haberse hecho siguiendo
el debido proceso. "El juicio a Sadam Husein tenía que
haber constituido una contribución fundamental para el
establecimiento de la justicia y para asegurar la verdad
y la rendición de cuentas por las violaciones de los
derechos humanos generalizadas que se perpetraron
durante su gobierno. Sin embargo, el juicio ha estado
plagado de irregularidades -ha añadido Malcolm Smart-.
Muchas personas sólo verán en este juicio la aplicación
de 'la justicia del vencedor' y, desafortunadamente, no
contribuirá en absoluto a erradicar la implacable ola de
homicidios políticos."
Sadam
Husein fue condenado a la pena capital el 5 de noviembre
de 2006, al ser declarado culpable de la muerte de 148
personas en la localidad de Al Dujail, tras sufrir allí
un intento fallido de asesinato en 1982. El juicio, que
se inició en octubre de 2005 -casi dos años después de
que Sadam Husein fuera capturado por las fuerzas
estadounidenses- finalizó el pasado julio. El Tribunal
de Apelaciones ratificó la sentencia el 26 de diciembre
de 2006, y el juez Arif Shaheen confirmó que ésta debía
ejecutarse en un plazo de 30 días a partir de que el
presidente iraquí, Jalal Talabani, o su delegado en su
caso, firmara la ratificación de la sentencia.
El
juicio celebrado ante el Alto Tribunal Penal iraquí no
fue conforme a las normas internacionales sobre juicios
justos. La independencia e imparcialidad del tribunal se
vieron socavadas por las injerencias políticas, que
condujeron a la renuncia del primer presidente del
tribunal y bloquearon el nombramiento de otro, y el
tribunal no adoptó las medidas adecuadas para garantizar
la protección de los testigos y los abogados de la
defensa, tres de los cuales fueron asesinados en el
transcurso del proceso. Además, a Sadam Husein se le
negó también el acceso a asistencia letrada durante su
primer año de reclusión, y el tribunal no pareció haber
respondido adecuadamente a las quejas formuladas durante
todo el juicio por sus abogados en relación con los
procedimientos. El proceso de apelación se condujo
obviamente con precipitación y no sirvió para corregir
ninguna de las deficiencias que empañaron el primer
juicio.
"Toda
persona acusada tiene derecho a un juicio justo,
independientemente de la magnitud de los cargos en su
contra. Este simple hecho se ignoró sistemáticamente
durante los decenios de tiranía de Sadam Husein. Su
derrocamiento brindó la oportunidad de restituir este
derecho fundamental y, al mismo tiempo, garantizar la
justicia y la rendición de cuentas por los crímenes
cometidos en el pasado. Esa oportunidad se ha perdido, y
la imposición de la pena de muerte sólo empeora la
situación", ha declarado Malcolm Smart.
En el
momento de la ejecución, Sadam Husein estaba siendo
juzgado por el Alto Tribunal Penal iraquí, junto con
otros seis acusados, por otros cargos diferentes
derivados de la denominada campaña de Anfal, en la que
miles de personas pertenecientes a la minoría kurda de
Irak fueron víctimas de homicidios en masa, torturas y
otros abusos graves en 1988. Está previsto que este
proceso continúe abierto contra los otros acusados. La
ejecución de Sadam Husein supone un enorme revés para
esclarecer la verdad de lo que ocurrió durante su
gobierno y, por ende, el desperdicio de otra oportunidad
para que la población iraquí conozca la verdad y pueda
llegar a aceptar los crímenes del pasado.
Convenio Rel-UITA/La
Insignia
3 de enero
de 2007 |
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