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Los casos de Chiquita
y Drummond frente al TLC |
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El sindicalismo colombiano de tiempo atrás ha
venido exigiendo un comportamiento cabal de las
empresas nacionales o transnacionales, en
correspondencia con la normatividad laboral
nacional y los convenios de la OIT.
Hemos encontrado que la actitud
de las empresas transnacionales es distinta en
los países de origen a la que tienen en los
países en desarrollo, donde hacen presencia. En
muchos de ellas, la vulneración a los derechos
laborales es evidente y las políticas
antisindicales se evidencian en la baja tasa de
sindicalización y en la ausencia de diálogo para
abordar los problemas laborales.
Estas razones han llevado a
denunciar internacionalmente la conducta de esas
empresas que hoy se constata, por una parte,
sancionando a la empresa
Chiquita Brand,
a quien se le comprobó el desembolso de recursos
para apoyar a grupos armados ilegales, en este
caso, los paramilitares.
La transnacional bananera
Chiquita Brand
pagó una multa de 25 millones de dólares a la
justicia en
Estados Unidos,
tras reconocer que entregó más de 1.7 millones
de dólares a grupos paramilitares en
Colombia
durante más de 10 años. Entre 1994 y el 2004,
los pagos para garantizar la seguridad de la
bananera, en zonas como Urabá y Magdalena, se
efectuaron con cheques pagados a una convivir
que era fachada paramilitar.
La bananera
Chiquita
procede de la misma multinacional estadounidense
que en 1928 afrontó una huelga de sus
trabajadores en Ciénaga, Magdalena, logrando que
en medio de esa pacífica protesta la Fuerza
Pública abriera fuego contra 3.000 trabajadores
generando una de las masacres más horrendas de
la historia de Colombia.
Otro caso evidente, es el
relacionado con la
Drummond
donde una Juez Federal ha allanado el camino
para que se juzgue a esta empresa en
Colombia,
por complicidad en el asesinato de tres
dirigentes sindicales, en el 2001.
Sintramienergetica
presentó pruebas que fundamentan la denuncia de
muerte extrajudicial de sus dirigentes,
aspirando a que prontamente se defina esta
situación. Para la
CUT
es de mucha importancia que la
impunidad sea derrotada para que no se sigan
justificando las violaciones a los derechos
humanos, en todas sus expresiones.
En
Colombia
el sindicalismo es víctima de una violencia
sistemática, lo que se corrobora al evidenciar
que la larga tradición de violaciones a los
derechos humanos del sindicalismo no se explica
bajo un contexto o época determinada y mucho
menos se trata de un resultado específico del
conflicto interno armado colombiano.
En los diez y seis años
comprendidos entre 1991 y 2006 han sido
asesinados en Colombia 2.245 trabajadores y
trabajadoras sindicalizados. En términos
generales es posible afirmar que el promedio
anual de asesinatos en estos quince años es de
140.
Los hechos de violaciones que
hemos venido denunciando, nos dan la razón para
demandar la celeridad en las investigaciones
frente a estos y otros hechos. Consideramos que
no hay las garantías que hagan posible la firma
del TLC entre el Gobierno norteamericano y el
colombiano, que se adelantan tanto en los
Estados Unidos como en
Colombia.
Boris Montes de Oca Anaya
Carlos Rodríguez Diaz
Secretario General
Presidente
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