A 48 años del
golpe de Estado perpetrado por las Fuerzas Armadas brasileñas contra el
presidente
João
Goulart, Sirel dialogó extensamente con Jair Krischke, presidente del Movimiento
de Justicia y Derechos Humanos (MJDH), quien reseñó el contexto actual en Brasil
en relación con la lucha por memoria, verdad y justicia.
-¿En qué
contexto llega este nuevo aniversario del golpe de Estado?
-Los
militares brasileros dicen que el golpe de Estado -que ellos llaman
“Revolución”- ocurrió el 31 de marzo de 1964, pero en verdad fue el 1 de abril.
No se dieron
cuenta de que en Brasil ése es el popularmente llamado “Día de los bobos”,
o de los tontos, del inocente en otros países. Es el día de la mentira, del
engaño. Joao Goulart, Presidente depuesto, salió de Brasil el 2 de
abril, lo que confirma que el 1 fue la fecha del golpe. Pero como siempre, los
militares quieren borrar la historia con prepotencia.
Este año, la
presidenta Dilma Rousseff les prohibió hacer cualquier manifestación pública de
reivindicación del golpe,
y realizaron un acto en el Club Militar, que reúne a oficiales retirados.
Pero, por
primera vez en Brasil, un grupo de jóvenes se organizó para efectuar un
“escrache” ante la sede militar mientras se desarrollaba el acto. Los veteranos
militares tuvieron que abandonar el lugar bajo el repudio de los jóvenes y con
escolta policial. Nunca había ocurrido algo así en Brasil, siendo que es
bastante habitual en otros países de la región desde hace años.
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El solo hecho de haber creado la Comisión de la Verdad, incluso aún
sin integrar, ya causa desesperación en las Fuerzas Armadas. |
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Además de
esto, un avión militar sobrevoló la costa de Rio de Janeiro portando un gran
cartel con palabras relativas al golpe, y varios paracaidistas realizaron un
salto demostrativo sobre la playa. Esto habla muy claro del clima interno que
hay en este momento en las Fuerzas Armadas. Yo interpreto que están
asustados.
-¿Por qué
están asustados?
-Hubo un
cambio interesante. Está en la agenda nacional el tema de la Comisión de la
Verdad, creada por una ley que Dilma Rousseff sancionó el 18 de noviembre
del año pasado, pero hasta el día de hoy no han sido designados sus integrantes.
Pero ya
apenas su creación provocó una fuerte agitación en la interna militar que
alcanza niveles de desesperación. La primera manifestación externa de ese estado
fue la divulgación de una nota crítica -aunque respetuosa- sobre la aprobación
de la Comisión de la Verdad, publicada en la página web del Club Militar.
En ella se
habla de “revanchismo”, de que la amnistía fue para todos por igual y todos los
argumentos ya conocidos que siempre esgrimen los militares.
-¿Qué hizo
Dilma?
-Llamó al
Ministro de Defensa y lo instruyó para que ordenara quitar la nota de la página
web del Club Militar, lo que fue hecho de inmediato. Pero entonces, furiosos,
los más radicales pusieron en circulación un nuevo texto faltándole el respeto
al Ministro y a la propia Presidenta. Lo más sorprendente es que el texto
comenzó a recabar firmas de apoyo de oficiales de alto rango en actividad.
Dilma exigió
entonces que se aplicaran sanciones directas a los autores del texto y a los
firmantes.
-¿Se
concretaron las sanciones?
-Aún no se
sabe porque esos procesos suelen ser largos, pero lo más preocupante fue la
reacción extremadamente dura de estos grupos.
-¿Cómo
vivieron ustedes esta fecha?
-Nosotros
estábamos en Porto Alegre participando en el 5to. Encuentro Latinoamericano
por Verdad y Justicia, que celebramos las organizaciones de derechos humanos
y de familiares de víctimas del terrorismo de Estado de los países de la región
coincidiendo con las fechas de los golpes de Estado que padecimos. Este año
tocaba en Brasil.
Ese día
realizamos un acto en la Isla Penal, ubicada sobre el río Guaíba, frente a Porto
Alegre, durante el cual se prestó homenaje a los presos políticos que estuvieron
allí.
Declaramos
que la amnistía no fue para ambos lados como aseguran los militares, fue
solamente para ellos,
porque los llamados “crímenes de sangre” de los civiles no fueron amnistiados.
Pero los militares asesinaron a muchos más, y lo hicieron al amparo de un
sistema claramente circunscripto en la definición de terrorismo de Estado. Sin
embargo ningún militar pasó un solo minuto en prisión.
Transcurridos
48 años desde el golpe de Estado, y siendo que la oficialidad actual de las
Fuerzas Armadas no tiene nada que ver con estos hechos -quizás alguno era
cadete-, sin embargo mantienen esta posición equivocada, con un falso sentido de
la lealtad que no se puede aplicar solo con criterios corporativos.
-¿Qué
expectativas tienen con respecto a la actuación de la Comisión de la Verdad?
-La Comisión
es muy importante, pero para cumplir con sus objetivos debe tener más de siete
comisionados con 14 auxiliares, porque examinar los acontecimientos desde
1946 hasta 1988 con tan poca gente es humanamente imposible. Un largo período, y
muy poca gente.
Además, los
asistentes tienen que ser personas especializadas, que sepan lo que están
leyendo y no que solamente sepan leer. Tienen que conocer del tema, saber
investigar, estar atentos a textos aparentemente aburridos, rutinarios, pero que
bien analizados pueden decir mucho.
-¿Cómo
caracterizarías el momento actual de la lucha por memoria, verdad y justicia en
la región?
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En marzo de 1976, pocos días antes del golpe en Argentina, Francisco
Tenorio Cerqueira Junior, pianista de Vinicius de Moraes,
desapareció en Buenos Aires el día anterior a la actuación del poeta
y cantor. |
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-Por primera
vez estamos reuniendo sistemáticamente a los compañeros y compañeras que luchan
por memoria verdad y justicia para intercambiar experiencias, y nos damos cuenta
de que los servicios de inteligencia y las Fuerzas Armadas trabajaban en
perfecta armonía y coordinación.
Tenemos que
aunar esfuerzos entre todos para llegar a establecer la verdad y que se haga
justicia. Es esencial para nosotros, para nuestra historia y para las
generaciones futuras.
Creo que cada
vez que nos reunimos avanzamos un poco más. En este Encuentro estaba presente el
fiscal argentino Miguel Ángel Osorio, que lleva las causas relativas al
Plan Cóndor, y me hizo entrega de un documento muy importante referido a
una historia poco conocida.
En marzo de
1976, pocos días antes del golpe en Argentina, Francisco Tenorio
Cerqueira Junior, pianista de Vinicius de Moraes, desapareció en
Buenos Aires el día anterior de la actuación del poeta y cantor.
La noche
anterior al recital de Vinicius, Toquinho y otros músicos entre los cuales se
encontraba Tenorio fueron al teatro a observar el lugar. Regresando al hotel
Tenorio dijo a sus compañeros que tenía un fuerte dolor de cabeza e iría a la
farmacia a comprar algún analgésico. Los demás entraron al hotel, pero él nunca
más apareció.
Yo representé
a la familia ante el gobierno argentino, y se logró una reparación, pero nunca
se supo qué había ocurrido con Tenorio. Nunca se investigó.
Ahora, el
fiscal Osorio ha presentado una denuncia formal por este caso ante la
justicia federal argentina. Ése fue el documento que me entregó formalmente en
un momento muy emotivo del Encuentro.
Esto deja en
evidencia que Brasil nunca solicitó a la Argentina que investigara la
desaparición de tantos ciudadanos brasileños en ese país. ¿No es llamativo?
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