En
1996 la UITA organizó la campaña “Urabá Somos Todos”, en
solidaridad con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Industria Agropecuaria (SINTRAINAGRO), cuyos dirigentes y
militantes de base caían a diario asesinados a manos de los
actores violentos que operaban en esa región. La campaña
contó con una adhesión internacional que desbordó toda
expectativa y ayudó a quitar el manto de silencio sobre
Urabá y su macabra cotidianeidad. Hoy, la UITA prepara una
campaña en Brasil donde la violencia en el medio rural nos
recuerda, por su dimensión y saña, lo ocurrido en la década
de los noventa en el profundo norte colombiano.
Jair Krischke, consejero y secretario del Movimiento de
Justicia y Derechos Humanos de Porto Alegre, jugó un
destacado papel en el marco de la campaña
“Urabá Somos Todos”.
Participó en las principales actividades realizadas en
varios estados de Brasil, y fue una figura influyente para
que otras personalidades de la política y organizaciones
sociales de América Latina se sumaran a ella. En su oficina
en el centro de la ciudad, le comuniqué nuestra decisión de
implementar una campaña internacional contra la violencia en
el campo en Brasil, ante lo cual respondió: “Es de
fundamental importancia, urge hacer algo. En nuestro país la
violencia en el medio rural es crónica, pero en los últimos
años la situación se ha transformado en algo terrible, los
números asustan, como si fuera un país sin leyes. La
impunidad es tan abismal que la gente mata sabiendo que nada
va a pasar. Hemos llegado a un punto donde por ejemplo en
Pará (norte del país), como ocurría en Colombia hace unos
años, existe una tabla con el precio que cobra un sicario
para asesinar a un campesino o por matar a un cura.
La impunidad reinante, más la elocuente ausencia del Estado
configuran dos elementos fundamentales para explicar lo que
allí está sucediendo. Una campaña internacional de parte de
la UITA será fundamental, porque no basta realizar una
campaña nacional, no basta realizar una campaña a nivel
latinoamericano, es necesario exponer esta herida a todo el
mundo y que de todo el mundo llegue el repudio para que de
una vez por todas las autoridades nacionales y regionales de
Brasil se den cuenta de que es imposible continuar
conviviendo con esta situación. La violencia llegó a un
nivel insoportable y la gente no aguanta más. Por ello mi
aplauso a la UITA porque con su campaña llega en el momento
exacto; es ahora, no se puede esperar más”.
-El asesinato de la hermana Dorothy Stang –nacida en Estados
Unidos y brasilera por opción– ejemplifica lo que allí
sucede, pues días antes de morir ella había denunciado que
su vida corría serios peligros.
-Esas amenazas hicieron parte de la crónica de su anunciada
muerte. Ella denunció que había sido amenazada, y las
autoridades no hicieron nada. Ella mantuvo una semana antes
una entrevista con el Ministro de Derechos Humanos, quien no
es un funcionario menor, mi querido amigo Nimario Miranda,
pero una semana después la acribillaron con nueve disparos.
Dorothy, una mujer de avanzada edad, que conocía como pocas
la región, luchaba en varios frentes, porque allí se
suscitan varios problemas. Uno de ellos, el ambiental, con
los madereros, con la gente que está destruyendo la flora y
la fauna. Provocando mayor pobreza a la gente que vive allí.
Esta mujer, absorbida por su lucha, queridísima por toda la
gente, fue asesinada de una manera cobarde. Cuando se
encontró ante las personas que iban a asesinarla, Dorothy no
intentó reaccionar en ningún momento, tanto que cuando la
mataron ella leía la Biblia. Es el absurdo del absurdo.
Matar a alguien ya es algo terrible, pero matar a alguien
que tiene una actitud de absoluta no resistencia… Yo digo
que la vida allí es muy barata, muy barata.
Entonces, no solamente el pueblo brasilero debe entender lo
que está pasando desde hace tantos años, el mundo entero
debe enterarse y reaccionar. Oportunísima esta campaña de la
UITA.
-En el IX Congreso de la CONTAG, luego de silencio que
homenajeó a las compañeras y compañeros asesinados, sentí la
necesidad de manifestar nuestro compromiso de organizar una
campaña internacional. Y manifesté que ésta debería
propender a sensibilizar a las autoridades para dar fin a la
impunidad, que es el combustible que alimenta la maquinaria
del terror y la muerte, pero también debemos presionar para
que se profundice de manera seria y urgente el proceso de
reforma agraria.
-Es correcto. Pero atención, en esta región de violencia
absurda, las tierras en su gran mayoría son del Estado
brasileño. Mira que despropósito: los terratenientes se
apoderan estas tierras ilegalmente, creando documentación
falsa…
-Los “grilleros”.
-Efectivamente, crean el documento y para “envejecerlo” lo
colocan en una caja con grillos cuya orina les da una
apariencia amarillenta. Pero además de esto, surrealista
porque todo el mundo conoce los métodos de defraudación, en
Pará las cercas, los alambrados caminan. Y caminan
kilómetros y kilómetros para sacar más y más madera. Todo
esto pasa como un fatalismo, sin embargo es el resultado de
la ausencia del Estado. Además la corrupción, vamos a hablar
claro. Porque sabemos de un número impresionante de casos
donde quien comete el crimen es un agente del Estado, que
debería estar ahí para hacer cumplir la ley.
-Hildebrando Pascoal, por ejemplo.
-Sí, ex coronel de la Policía Militar y diputado federal,
quien lideró un grupo de exterminio en el Estado de Acre que
mataba a sus víctimas con una moto sierra.
Entonces, por favor, es urgente que las autoridades
comiencen a dar cumplimiento a su labor. La campaña
internacional será importante porque va a exhibir al mundo
esta herida social, y además la incompetencia o el
desinterés de nuestras autoridades. Si no hacen lo que deben
hacer por displicencia o falta de compromiso, tal vez la
campaña internacional de la UITA pueda ayudar para que lo
hagan por vergüenza. Cuando uno no se mueve por la razón,
tiene que moverse por otra causa: una campaña internacional
que muestre a toda la gente lo que está pasando en este país
y provoque vergüenza en nuestras autoridades.
En Porto Alegre, Gerardo Iglesias
© Rel-UITA
7 de abril de 2005