Con
Juan Gelman
"Las dictaduras partieron en dos
la
verdad en nuestros países" |
Una
verdad es la que viven los familiares de los desaparecidos.
La otra es la que callan los militares sobre el destino de
los secuestrados, con lo que prolongan el terrorismo de
Estado en democracia.
Juan Gelman, el más grande poeta viviente de la Argentina,
rompe en esta entrevista el silencio que se impuso desde que
Tabaré Vázquez llegó al gobierno de Uruguay en octubre del
año pasado. Es la suya una voz con furor por la frustración
tras la búsqueda sin resultado de los restos de su nuera
María Claudia, secuestrada en Argentina y llevada a Uruguay
donde tras dar a luz una niña fue asesinada. Los datos para
esa búsqueda que fueron dados por los militares distan de
ser verdaderos, sostiene el escritor.
-¿Qué
opina de la postura del nuevo gobierno uruguayo sobre
derechos humanos?
-Me parece absolutamente loable. El doctor Vázquez es el
primer presidente civil posdictadura que emprende la dura
labor de terminar con la mentira y el ocultamiento que
encubren la suerte de los desaparecidos en Uruguay.
-La
tarea en los batallones en busca de restos de desaparecidos
no dio resultado hasta ahora, y se excava en lugares que
indicaron fuentes militares. ¿Cree que esas fuentes dijeron
la verdad?
-No, no lo creo. Me llama la atención que tras excavar una
zona del batallón 14 sin resultados, aparezcan cada vez
nuevas informaciones militares de otros lugares donde
buscar. De una parcela de 5 metros de diámetro donde se
suponía "con 99% de seguridad" que estaban los restos de mi
nuera, se empezó a trabajar en una extensión de media
hectárea, es decir, 5 mil metros cuadrados. Es que la "omertá"
(silencio mafioso) de los servicios de inteligencia
involucrados en el Plan Cóndor sigue funcionando.
Un largo viaje
por el infierno
Juan Gelman llegó
a Italia para recibir el premio Nicolás Guillén.
Y luego irá a España, donde le otorgaron el que
lleva el nombre de la Reina Sofía. Pero el eje
de su vida es una lucha que lo afecta
íntimamente. Es la desaparición en Uruguay de
María Claudia García Irureta Goyena de Gelman,
argentina y esposa de Marcelo Ariel, hijo del
poeta. Fueron secuestrados en Buenos Aires por
la SIDE el 24 de agosto de 1976 y llevados al
centro clandestino Automotores Orletti. Marcelo
fue asesinado de un tiro en la nunca en octubre
de ese año y María Claudia, embarazada de 8
meses y medio, fue llevada a una cárcel
clandestina en Montevideo. Fue un secuestro de
vientre. María Claudia dio a luz a una niña y a
fines de diciembre fue asesinada para robarle la
beba y entregársela al jefe de policía Angel
Tauriño, que la anotó como propia. Tras una
larga investigación, Gelman y su segunda esposa,
Mara La Madrid, ubicaron a la hija robada, que
hoy lleva los apellidos de sus padres. El cuerpo
de Marcelo fue hallado a fines de 1989 y hace
años que Gelman reclama la recuperación de los
restos de su nuera. Pero chocó con la obstinada
renuencia a investigar el crimen de Jorge
Batlle, el anterior mandatario uruguayo. El
nuevo presidente ordenó, en base a datos
militares, que se excavara en dos batallones
para hallar los restos de María Claudia. Nada se
logró hasta ahora.
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-Sin
embargo, la ministra de Defensa Azucena Berruti afirmó que
era impensable que los mandos inferiores mintieran a los
superiores.
-No deja de ser una opinión. Pasaron casi 5 meses desde el
inicio de las excavaciones en el batallón 13 y el 2 de
setiembre se cumplió un mes desde que comenzaron en el
batallón 14 y no se halló nada. ¿Qué se pretende con este
juego? ¿Cansar a los familiares, a la opinión pública, dar
la impresión de que nunca se encontrarán los restos? ¿O es
una maniobra de desestabilización del gobierno Vázquez, que
afirmó, prematuramente a mi juicio, que había "99% de
posibilidades" de hallar los restos de mi nuera en un par de
días?
-¿Los
datos son inexactos?
-Son inexactos y no se sabe quiénes los proporcionan: ¿los
asesinos, los enterradores, miembros del servicio de
inteligencia? ¿Y de dónde sale la afirmación de que los
desaparecidos fueron cremados y triturados los restos que no
consumió el fuego, esa obscenidad macabra en el informe que
el Ejército elevó a la Presidencia? El doctor Vázquez
reconoció el miércoles pasado que los comandantes pudieran
haber recibido información falsa. Cabe reconocer que así
pudo haber sido. En nuestra investigación sobre el paradero
de mi nieta y la suerte corrida por mi nuera tropezamos con
muchas mentiras. Los militares mintieron a la Comisión para
la Paz, en cuyo apartado sobre María Claudia se registra la
versión de fuentes militares de que, luego de robar a mi
nieta, "la madre fue entregada a los represores argentinos
de Automotores Orletti que la asesinaron en Argentina". Una
versión parecida le hicieron llegar al general Líber Seregni
en junio de 1999, sólo que más hollywoodense: decía que los
militares uruguayos se dieron cuenta de que cometieron un
error y la devolvieron a la Argentina "donde vive feliz con
su hijo". Para no hablar de las mentiras de los gobiernos
colorados, que deberían estarlo de vergüenza.
-¿A qué
se refiere?
-Pues a las mentiras de los doctores, nada menos que en
leyes, fíjese, que fueron presidentes, Julio María
Sanguinetti y Jorge Batlle. El doctor Sanguinetti no se
cansó de afirmar que nunca nació un niño en cautiverio en
Uruguay y que en su respuesta a mi primera carta abierta del
10 de octubre 1999, afirmó que no había dato alguno "que
permitiera confirmar la presencia de su nuera en mi país".
-¿Fue el
cierre de la investigación?
-Jamás investigó seriamente lo que le pidieron decenas de
miles de intelectuales, artistas, escritores, Premios Nobel
como Saramago y Derek Walcott y ciudadanos de a pie de 102
países, es decir, que averiguara el destino de mi nieta; en
cambio, se dio el lujo de ningunear a Günther Grass. Hoy se
autopresenta como víctima del "ocultamiento" de sus mandos
militares, pero sabemos que en julio de 1999, después que
Mara y yo le hiciéramos llegar una minuta sintetizando los
hechos y pidiéndole que los investigara, alguien le avisó al
policía Tauriño "que estábamos buscando a su hija". ¿Quién
habrá sido? Y Batlle: en febrero de 2004 declaró en Madrid
que era "impensable" que María Claudia hubiera sido
asesinada en Uruguay y hoy su portavocesita también dice que
los militares se lo ocultaron a Batlle.
-¿Pero
hubo información?
-Casi 4 años antes, en junio del 2000, él le había dado al
senador Rafael Michelini el nombre del asesino de mi nuera,
un policía uruguayo, por supuesto, y al doctor Gonzalo
Fernández, hoy Secretario de la Presidencia y entonces mi
apoderado, la información de que María Claudia había sido
enterrada en el batallón 14. Subrayo esto porque la
impunidad de los militares siempre fue arropada por la
complicidad de esos gobiernos civiles, que nunca averiguaron
qué había pasado con los desaparecidos y se dedicaron a
construir la leyenda de que la uruguaya fue "una dictadura
buena" en comparación con la argentina y chilena. Hubo
ejecuciones y así lo demuestra el segundo vuelo que llevó
uruguayos detenidos en Orletti que desaparecieron en
Uruguay, como en el caso de mi nuera. Hubo otros horrores,
que hoy salen a la luz y provocan asco. Los militares que
los cometieron son doblemente cobardes: suman a la cobardía
de haberlos perpetrado con prisioneros inermes, la de
ocultarlos hoy. Parecen señoritas de cabaret, con perdón de
las señoritas de cabaret. La verdad está partida en dos en
nuestros países. Los familiares conocemos la mitad más
dolorosa, la desaparición de nuestros seres queridos. Ellos
conocen la otra, la que buscamos, la que callan prolongando
el terrorismo de Estado en plena democracia y para toda la
sociedad.
-En 2002
presentó una denuncia para averiguar el destino de su nuera.
Batlle la archivó aduciendo que regía la Ley de Caducidad.
Tabaré la declaró fuera del alcance de esa ley y reabrió la
causa que hoy un fiscal pide archivar con aquel argumento.
-En efecto, el doctor Enrique Moller, fiscal del juzgado a
cargo del doctor Gustavo Mirabal que entiende en el caso,
impugnó la decisión del juez de avanzar con el proceso. La
decisión pasó a un tribunal de apelaciones que se
pronunciará en un plazo no mayor de tres meses. Aunque su
resolución apoye al juez Mirabal, el fiscal Moller puede
nuevamente apelar y llevar el caso a la Corte Suprema, donde
podría dormir largos meses, años.
Señas particulares
Argentino, 75 años.
Es uno de los mayores
poetas contemporáneos en lengua castellana.
Su primer libro de
poemas fue "Violín y otras cuestiones" (1956). El
último, "País que fue será" (2004). Entre ambos,
casi veinte títulos, traducidos a diez idiomas.
Los últimos premios
recibidos fueron el Reina Sofía en Poesía en España,
al Mejor Libro en la Feria del Libro de Buenos Aires
y el Iberoamericano Pablo Neruda
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-¿Puede
considerarse que este caso no es punible?
-Es perfectamente punible. No conozco a qué grupo o grupos de
interés sirve el fiscal Moller o es instrumentado por ellos.
Resulta que un fiscal, el escalón inferior del Ministerio
Público, desafía la decisión del presidente de la República,
su máximo superior. Más allá de la esgrimida independencia
de los fiscales en el sistema judicial, me pregunto cómo una
persona puede considerar no punible el asesinato de una
muchacha argentina de 19 años que nada tenía que ver con
Uruguay y fue llevada al Uruguay para robarle la hija. ¿Y
qué pensarán sus hijos de un padre que defiende la impunidad
de los asesinos de alguien que fue hija alguna vez? Y las
barbaridades de los militares que comienzan a conocerse. La
tortura, desde ya, las torturas para divertirse en medio de
chupandinas; robo de niños, violación de prisioneros, robo
de dinero, de bienes y hasta de inodoros de los que
secuestraban, las ejecuciones de gente inerme so pretexto
del "combate contra la subversión", ¿acaso no están
impugnando de hecho la vigencia de la Ley de Caducidad?
-La Ley
de Caducidad fue aprobada en un referéndum que se realizó en
1989.
-Es cierto. Pero me pregunto si todos los uruguayos que
votaron entonces perdonar a los militares, sin que ninguna
víctima haya delegado en ellos la facultad de perdonar, lo
harían hoy. Ahora han empezado a saber qué fue esa dictadura
militar asesina y todo latinoamericano conoce la acendrada
conciencia cívica del pueblo uruguayo.
-¿Y
usted cómo se siente?
-Qué quiere que le diga, arañando paredes, como uno más de
los familiares de desaparecidos. La escena del general Angel
Bertolotti (comandante del Ejército) mostrando a mi nieta
con el dedo el lugar donde había 99% de seguridad de que
estaban los restos de su madre, que no aparecieron, me hizo
y me hace mal. ¿Por qué tenía mi nieta que pasar por eso?
Fue un acto de crueldad inútil, tal vez dictado por cierta
ingenuidad, pero no menos cruel. Como actos de crueldad
perversa me parecen la incertidumbre, la desinformación, las
contradicciones que se obliga a padecer a las familias de
desaparecidos y a la sociedad uruguaya entera. Eso debe
terminar.
Julio
Algañaraz
Clarín.com
15 de
setiembre de 2005
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