En
enero de 2003, se estipulaba que el
coste de la guerra de Iraq oscilaría
entre 50.000 y 60.000 millones de
dólares. Esa cifra se ha multiplicado:
lo que cuesta sólo a EEUU podría
proporcionar becas universitarias a casi
18 millones de estudiantes o para
contratar durante un año a seis millones
y medio de profesores de primaria y
secundaria. A estas cifras hay que
añadir los costes humanos de la guerra.
El coste total de la guerra de Iraq puede superar los dos
billones de dólares, según Joseph Stiglitz, premio Nobel de
Economía.
Esta cifra incluye tanto el coste directo de la guerra, como
el de la economía en general.
Stiglitz
cuantifica los costes del trato médico y discapacidad de los
16 mil heridos -un 20% con lesiones cerebrales- y los gastos
para reclutar a más soldados. Además, el análisis incluye
costes macroeconómicos, como el impacto de la guerra sobre
el precio de petróleo.
La "nueva" estrategia del presidente
Bush sobre
Iraq
sigue centrada en aspectos militares y de "seguridad dura",
y no en procesos políticos. La estrategia estadounidense
confirma el fracaso del proyecto neoconservador para
remodelar Oriente Medio.
Iraq es hoy
una amenaza mayor de lo que era cuando la gobernaba
Sadam Hussein.
Los gastos de esta guerra que dura cuatro años no sólo
responden a magnitudes económicas. Uno de los costes más
graves es el humano.
En Iraq han muerto más de
tres mil soldados de la coalición invasora. Más de cinco mil
han sido heridos. Han muerto también más de cien
trabajadores civiles y cooperantes. A estas cifras hay que
añadir la muerte de más de treinta periodistas.
Como consecuencia de la invasión y ocupación de este país de
Oriente Próximo han muerto más de 6.000 soldados e
insurgentes iraquíes.
Las estimaciones sobre
civiles muertos oscilan entre 12.000 y 37.000, la mitad de
ellas por explosiones y bombardeos tras la declaración
oficial del final de la guerra. El número de civiles heridos
supera ampliamente los 50.000.
La seguridad es otro tipo de gasto, que además conlleva el
rearme y la intransigencia de organizaciones terroristas.
Así, a este clima de violencia en
Iraq se le
suma la creciente actividad militar en
Afganistán
que lleva consigo el aumento de soldados en la zona.
Reino Unido
envía 1.400 soldados. El número de soldados
estadounidenses en
Afganistán aumenta a 27.000, la cifra más
alta desde octubre de 2001 cuando la Administración
Bush
emprendió una guerra para derrocar al régimen talibán.
Todo ello responde al recrudecimiento de la violencia en el
territorio afgano. La penúltima prueba de ello es el
atentado suicida perpetrado en la principal base de
Estados Unidos
en Bagram,
del que el vicepresidente de
EEUU,
Dick Cheney, salió ileso. Se produjeron 18 muertes. Se
pude considerar como uno de los atentados más graves
cometidos en
Afganistán desde la caída del régimen de los
talibanes.
La coalición occidental en
Afganistán
está integrada por unos 11.000 efectivos, en su gran mayoría
de nacionalidad norteamericana, junto a otros 35.000
soldados pertenecientes a la Fuerza Internacional de
Asistencia para la Seguridad (ISAF) de la OTAN, que suponen
más gastos de los estipulados en un principio por los
estadistas mundiales.
El aumento del número de soldados contrasta con el descenso
en Iraq
y la posible guerra preventiva contra
Irán. Guerra
que hará que se disparen los gastos militares mundiales. Sin
embargo, ésta puede estar lejos de producirse. Una posible
reacción iraní a un ataque estadounidense sería entrometerse
en el conflicto del vecino
Iraq, y
estimular a los grupos radicales musulmanes para que lancen
más ataques contra Occidente. Además, si
Estados Unidos
insiste en lanzar un ataque contra Irán cuando sigue
reinando la convulsión en
Iraq,
suscitaría una nueva protesta antinorteamericana entre los
países de Oriente
Medio.
En enero de 2003, se estipulaba que el coste de la guerra
oscilaría entre 50.000 y 60.000 millones de dólares. Esa
cifra se ha multiplicado de tal manera que lo que cuesta
sólo a EEUU
podría proporcionar becas universitarias a casi 18
millones de estudiantes. O para contratar durante un año a
seis millones y medio de profesores de primaria y
secundaria.
El gobierno de EEUU
está dispuesto a gastar más de dos billones de dólares para
aplastar a Iraq pero
no lo está para invertir una mínima parte con el fin de que
los 26 millones de ciudadanos iraquíes dispongan de comida,
agua potable, servicios médicos y educación. Los gastos
militares en Iraq aumentan. Mientras, organizaciones
humanitarias advierten que para alcanzar los Objetivos de
Desarrollo del Milenio en educación, sanidad, agua y
saneamiento serían necesarios 47.000 millones de dólares.
José Luis Dacal
Centro de Colaboraciones Solidarias
28 de marzo de 2007
Volver
a Portada