El ex capellán de la policía bonaerense,
Christian Von Wernich, será
el primer miembro de la iglesia
católica enjuiciado por sus
acciones durante la última
dictadura militar.
“Vamos a demostrar que Christian Von Wernich
fue una pieza clave del
genocidio que se desarrolló en
Argentina entre 1976 y
1983”, afirmaron el pasado fin
de semana las abogadas
querellantes en el juicio oral
que comenzará el jueves contra
el sacerdote. El capellán
policial, acusado de participar
en homicidios, secuestros y
torturas durante la última
dictadura militar.
Tal afirmación fue hecha durante una conferencia de
prensa organizada por el
colectivo por los Derechos
Humanos “Justicia Ya”, que
también será uno de los
demandantes contra el
eclesiástico. “Vamos a tratar de
acusarlo de genocidio; este tipo
de juicios sirve para que se
deje de hablar de la teoría de
los dos demonios”, dijeron las
mismas fuentes durante la rueda
de prensa.
El juicio tendrá lugar en la ciudad de La Plata,
capital de la provincia de
Buenos Aires, ante un tribunal
federal –el mismo que el año
pasado condenó a otro represor,
Miguel Osvaldo
Etchecolatz. Von Wernich
será acusado en 7 casos de
homicidio, 31 de torturas y 42
de privación ilegal de la
libertad, delitos cometidos en
cinco campos de concentración.
Las audiencias se desarrollarán
los días lunes y jueves. Se
estima que durará cerca de tres
meses.
Para la querella, este juicio es especial porque
tendrá lugar cuando ya se
cumplieron nueve meses de la
desaparición de Jorge Julio
López, quien desapareció de
la puerta de su casa horas
después de brindar un testimonio
clave, que permitió condenar a
Etchecolatz.
“La desaparición de López es una muestra de
que aquel genocidio aún está
impune, de que los policías y
militares que lo llevaron a cabo
no eran unos loquitos sueltos
sino una parte de un aparato de
Estado”, remarcaron los
organizadores de la conferencia
de prensa.
“Sin la aparición de López no hay Nunca Más.
La presión del pueblo es lo que
va a lograr que haya alguna
definición. Llegamos con mucho
miedo y con mucha incertidumbre
a este juicio pero con la
convicción de que representa las
convicciones de muchos”, agregó
una representante de la
agrupación HIJOS (de
desaparecidos durante la
dictadura), una de las tantas
que integra Justicia Ya.
“Las amenazas y agresiones a testigos, familiares,
abogados, funcionarios
judiciales y militantes
populares no han cesado”,
completó Guadalupe Godoy,
que representó a López en
el proceso a Etchecolatz.
Así como en aquél juicio el tribunal presidido por
el juez Carlos Rozanski
reconoció por primera vez que en
el país se cometió un genocidio,
en esta ocasión Von Wernich
será el primer miembro de la
iglesia que comparecerá por su
participación en las prácticas
de Terrorismo de Estado.
Von Wernich
se había ido del país en 1996.
En septiembre del 2003, cuando
estaba dando misa en la pequeña
ciudad chilena de Quisco, fue
detenido y alojado en prisión
policial por orden de un juez.
El 4 de mayo pasado, un tribunal ordenó su traslado
a una cárcel común. Llegará al
juicio oral con 69 años. En el
2008 cumplirá 70, el piso legal
para solicitar el beneficio de
arresto domiciliario.
En sucesivas indagaciones, Von Wernich
siempre negó haber visto
personas torturadas o
maltratadas durante la
dictadura, cuando conversaba con
los detenidos en las comisarías
que dependían del jefe de
Policía Ramón Camps.
Atribuyó su presencia en esas dependencias como
parte de su labor de capellán y
rechazó que allí funcionaran
prisiones clandestinas. En más
de una ocasión ratificó que
siempre actuó en “condición
pastoral".
Según palabras del ex sacerdote, “aprovechaba para
saludar y ver a los que estaban
detenidos en el lugar, quienes
nunca manifestaron maltrato. Al
estar detenidos en lugares
oficiales, es decir en
comisarías o cárceles,
presuponía que estaban detenidos
legalmente".
Por otro lado, los testimonios que forman parte de
la investigación, concluyente
para iniciar el juicio, indican
que Von Wernich fue
asesor de los grupos de tareas
que comandaba Etchecolatz
y, adscrito a la Dirección de
Investigaciones de la Policía
Bonaerense, recorría los centros
clandestinos de detención para
quebrar psicológicamente a los
prisioneros en busca de
información para “aniquilar a la
subversión”.
“Escuché, por lo menos dos veces a un sacerdote
tratando de convencer a otros
secuestrados para que
colaboraran brindando
información”, recordó Carlos
Zaidman en una entrevista
con la agencia de noticias
estatal Telam. Zaidman,
un militante del Partido
Comunista Revolucionario que
permaneció en cautiverio en
julio de 1977, formuló una clara
alusión a Von Wernich. El
mismo Zaidman forma parte
de la querella unificada y
aclaró que "no pedimos que se lo
juzgue por su creencia religiosa
sino por los delitos de los que
se lo acusa”.
"Más allá de que la cúpula actuó en complicidad con
la dictadura, también había otro
sector de la iglesia que por
otra opción", añadió.
Con respecto al papel que jugó la iglesia en el
gobierno de facto que se inició
el 24 de marzo de 1976, el
párroco Luís Farinello
sostuvo: “23 curas muertos y 60
encarcelados y la iglesia como
institución no se la jugó por la
vida ni salió a defender el
derecho a vivir. Por el
contrario, fue cómplice al
fomentar en los militares la
cultura teológica de la
represión, para quitarles el
sentimiento de culpa por sus
barbaridades. El papel de la
iglesia con los militares en esa
época atroz fue triste, esa
alianza entre la espada y la
cruz ha sido nefasta para los
argentinos”.
Mientras las jerarquías eclesiásticas y castrenses
estrechaban lazos para dominar a
las fuerzas populares a partir
del terror, también tenía lugar
el Movimiento de Sacerdotes para
el Tercer Mundo, que intentó
articular la idea de renovación
de la iglesia, al calor del
Concilio Vaticano II, con una
fuerte participación política y
social.
Un ejemplo de esa corriente fue el “cura villero”
Carlos Mugica, asesinado
a balazos el 11 de mayo de 1974
por elementos de ultraderecha,
que ya funcionaban bajo la
presidencia de Juan Domingo
Perón.
En tanto, en 1984, el policía Julio Emed
relató cómo, en presencia de
Von Wernich, el médico
policial Jorge Bergés les
aplicó a tres de estos
prisioneros “inyecciones en el
corazón, con un líquido rojizo
que era veneno”.
Eduardo Andrés
Aller
APM Agencia
(Periodística del MERCOSUR)
4 de julio de 2007
Agradecemos a Jair Krischke del
Movimento
de Justiça e Directos Humanos (MJDH)
el envío de esta nota.