En la noche del 15 al
16 de noviembre de 1989 un grupo de militares asesinó a
Ignacio Ellacuría
y a cinco compañeros jesuitas en San Salvador. En la portería de la
misma casa vivían la señora que les cocinaba y su hija de 16 años, y también
las asesinaron.
Ellos estaban
comprometidos en la lucha por la Justicia. Personas creíbles, tenían un
papel fundamental en la pacificación con equidad que todos los patriotas
salvadoreños querían.
En contra estaban las
llamadas "14 familias" que dominaban El Salvador.
Estos hermanos fueron
amenazados y en varias ocasiones les habían puesto bombas en su residencia.
Han pasado 20 años y
todavía este es un crimen sin castigo. Pero sus vidas sirvieron de mucho.
Con los años las partes contendientes firmaron un acuerdo por El Salvador.
La guerrilla ahora es un partido político y uno de sus representantes es
Presidente de la nación salvadoreña.
Esto debería ser una
enseñanza para nuestro Paraguay tan dividido. Los salvadoreños
unidos, después de una guerra con más de 100.000 muertos y a pesar de ser
geográficamente 20 veces menor y tener una población como la nuestra de 6
millones, en 2009 ya duplican el PIB paraguayo.
¿Cuándo nos
convenceremos de que solamente unidos todos los paraguayos podremos salir
adelante en la historia?.