La Premio Príncipe de Asturias Somaly Mam denuncia
el poder de las mafias de la prostitución.
Somaly Mam (Camboya, 1970) sabe de lo que habla cuando
afirma que la explotación sexual es la esclavitud del siglo
XXI. No en vano, la sufrió en sus propias carnes. Fue
vendida siendo niña, varias veces cambió de dueño, y durante
años anduvo de mano en mano y de burdel en burdel hasta que
en 1991 logró escapar. Desde entonces dedica su vida a
rescatar y reintegrar en la sociedad a los millones de
mujeres y niñas que caen cada año en las garras de las redes
de prostitución. Su labor ha sido reconocida, entre otros
galardones, con el Premio Príncipe de Asturias de
Cooperación Internacional en 1998, pero también le ha
puesto, a ella y a su organización AFESIP (Acción por las
mujeres en situación precaria), en el punto de mira de las
mafias que trafican con seres humanos.
"Si estoy viva es gracias al apoyo internacional", asegura
Mam, para quien las amenazas de muerte son el pan de cada
día. Unas amenazas que en 1998 le obligaron a abandonar
temporalmente su Camboya natal para refugiarse en Francia y
ahora le llevan a recorrer el mundo denunciando la
vulnerabilidad de su trabajo. Muestra de esa indefensión
frente al poder del crimen organizado es el caso que ha
inspirado su última campaña: '91 mujeres'. La cifra
corresponde al número de ellas que el pasado 7 de diciembre
fueron secuestradas de uno de sus centros de acogida, apenas
un día después de que, a la mayoría, las hubieran rescatado
de un hotel donde estaban siendo prostituidas. En la
operación, coordinada con la policía camboyana, previa
autorización del Ministerio del Interior del país,
resultaron detenidas ocho personas, que, horas más tarde,
fueron puestas en libertad sin cargos.
Mam todavía no da crédito a lo ocurrido. No tuvieron ni
tiempo de hacer los exámenes oportunos para averiguar
cuántas de las chicas eran menores. A plena luz del día, un
grupo de unos 25 o 30 hombres armados y uniformados, se
presentó en el centro de Srey Khan. "Llamé, insistentemente
a la policía pidiendo auxilio -cuenta indignada- y, ante la
falta respuesta, me decidí a ir yo mismo a la comisaría".
Fue el momento que los asaltantes aprovecharon para entrar
en el edificio y llevarse a todas las mujeres, incluidas las
siete que había previamente en el centro. Nada se sabe de
ellas.
Para mayor desesperación de la Premio Príncipe de Asturias y
de sus colaboradores, las pesquisas de las autoridades
camboyanas ofrecieron una versión muy distinta de los
hechos. Según el informe final de la investigación, fueron
las chicas las que rompieron las instalaciones de Srey Khan
tratando de escapar y , donde Mam y el personal de AFESIP
habían visto hombres armados, sólo había familiares
indefensos. El documento no hacía referencia a las
actividades ilegales que la víspera del incidente habían
motivado la redada del Hotel Chair Hour II, ni se hacía eco
de la detención y posterior puesta en libertad sin cargos de
las ocho personas. El establecimiento hotelero no sólo sigue
abierto, sino que su propietario ha interpuesto una demanda
contra la organización, supuestamente en nombre de las
mujeres, alegando torturas y detención ilegal y exigiendo,
asimismo, una compensación de 1,6 millones de dólares.
"Es una demostración pública de la infiltración de las
mafias de la prostitución en el poder político, policial y
judicial" afirma Lorena Pajares, Coordinadora de AFESIP en
España, quién no se explica sino cómo pueden actuar con
total impunidad. No se trata, sin embargo, de un caso
aislado. Estas '91 mujeres' son sólo la punta del iceberg
del negocio más lucrativo en el mundo, después del de las
drogas y el de las armas, que mueve más de 9 billones de
dólares al año y se nutre de los cuatro millones de mujeres
y niñas que son esclavizadas cada año. Un negocio que tiene
su epicentro en el Sudeste Asiático, Centro América y El
Caribe, conoce una expansión sin precedentes en Europa del
Este, obtiene su "materia prima" en prácticamente cualquier
país de bajos ingresos del planeta, y encuentra su mayor
mercado en Europa Occidental y, cada vez más, en Rusia,
Turquía, Israel, Oriente Próximo y los Estados del Golfo.
Pese a las dimensiones del problema, es todavía muy escasa
la atención que se le presta. Campañas como ésta, pretenden
hacerlo visible y, mediante la presión ciudadana,
introducirlo en la agenda política internacional, de manera
que se creen nuevos instrumentos para combatirlo o se hagan
más eficaces los ya existentes. Siempre sobre la base de que
en el fondo de la cuestión está la existencia misma de la
prostitución que, amparada por legislaciones permisivas o
vacíos legales, se beneficia de la desigualdad imperante y
favorece la perpetuación de los abusos. Y es que el objetivo
último que persigue AFESIP es la erradicación de la más
antigua de las profesiones. Una empresa que, según esta
organización, pasa por la sensibilización, por que la gente
tome conciencia de que la prostitución es un atentado contra
la dignidad de las mujeres que, casi siempre, lleva
aparejada violencia.
Saben, en cualquier caso, que no será tarea fácil; que se
trata de una práctica extendida, normalizada y legitimada en
las sociedades actuales; que llevará años conseguir que su
mensaje cale hondo entre la gente; y que tendrán
dificultades para apartar a muchas mujeres de la
prostitución mientras existan las injusticias sociales que
la alimentan y ellas carezcan de otras alternativas,
realmente, viables para salir adelante. Entretanto, en
AFESIP, no piensan cejar en su empeño y, por muchas amenazas
que reciban, seguirán denunciando a quienes ejercen,
consienten y demandan la explotación sexual, sin dejar de
ofrecer atención, cobijo y un nuevo modo de vida a quienes
logran escapar de sus tentáculos.
Iñigo Herraiz
Agencia de Información Solidaria
1 de abril de 2005