La presidenta de Abuelas de
Plaza de Mayo cree que con la desaparición del testigo
clave del juicio contra Miguel Etchecolatz están
vinculados quienes no quieren que continúen los juicios
sobre el terrorismo de Estado. Y que la aparición de las
llaves es un mensaje mafioso. "Nos quieren parar por el
miedo", señala, pero afirma que "si en la dictadura no
paramos un segundo, menos vamos a parar ahora"
"Yo me acordé de la imagen de la mafia", dice Estela
Carlotto cuando piensa en ese llavero que alguien
aparentemente arrojó hace unos quince días en el jardín
de la casa de Jorge Julio López. La llave del testigo y
sobreviviente de los campos de concentración de la
provincia de Buenos Aires y hoy desaparecido le permitió
a la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo analizar los
efectos políticos y sociales de lo que define como la
primera desaparición en el país de un ex desaparecido:
"El no encontrar un cuerpo -dice- es una especie de
condena macabra para la sociedad también".
-A más de dos meses de la desaparición de Jorge Julio
López, ¿cuál es su hipótesis sobre la situación del
testigo?
-Ante la realidad de que son más de dos meses y López no
aparece, no está visible, la presunción de que ha sido
víctima de un secuestro es bastante clara. Ya ni la
familia sostiene con énfasis la posibilidad de que esté
perdido. Aparte, están las gestiones que se hicieron
para rastrearlo en los lugares donde se había denunciado
que podía estar caminando o los lugares de su infancia o
de amigos. La realidad es que a eso se suma la aparición
de un llavero. De su llavero. Que fue clave en esa
búsqueda.
-Usted definió esta aparición como inquietante.
-Claro, inquietante como es un objeto clave. Porque
desde el primer momento se dijo que, al irse de su casa,
él acostumbraba arrojar el llavero a través de una
hendidura o mirilla hacia el interior para dejarlas y
esta vez no habían aparecido. Eso, más una sumatoria de
otras condiciones como una situación familiar muy
particular, indicaba que podía suponerse que estuviera
perdido. Lo cierto es que la aparición de estas llaves
en el jardín y la confirmación de la Policía Científica,
que dijo que fueron arrojadas bastante después de su
desaparición, es muy inquietante. A mí me vino la imagen
de la mafia cuando secuestra a alguien para sacar dinero
y envía un dedo a los familiares de las víctimas. Fueron
las llaves que todo el mundo reconocería en su casa.
Todos las conocían.
-¿Eso significa que quienes lo hicieron también
sabían que eran especiales?
-Puede suponerse que lo saben por todo lo que se publicó
en la prensa, y hayan elegido esto para tirarlo al pasar
demostrando que: "Lo tenemos o lo hemos tenido". De esa
forma, el día de mañana pueden poner otra prenda
particular de López como el jogging o borceguíes. Es
decir, es como una especie de mensaje mafioso porque
sacude a la sociedad y el cuerpo o la persona no
aparece. Y si uno hace un poco de memoria tenemos otros
desaparecidos de larguísima data donde hasta han sido
juzgados y condenados sus asesinos, como Miguel Bru,
pero su cuerpo no aparece. Y nadie, nadie, dice algo
porque se cubren corporativamente. ¿Dónde puede estar el
cuerpo de este joven? Lo mismo pareciera que está
pasando con López.
-Menciona un ejemplo de la democracia y no de la
dictadura, ¿por qué?
-Estoy dando un ejemplo mafioso porque hay muchos hechos
de los que ocurrieron en la época constitucional, como
mi caso (el 20 de diciembre de 2002 un grupo de
desconocidos realizó disparos contra la casa de Estela
Carlotto) porque como no sabemos quiénes son, pueden ser
mercenarios, pueden ser los enemigos de la democracia. Y
en este caso particular pueden ser aquellos que pueden
ser juzgados y condenados por los juicios. Y este
mensaje muy terrible que se agrava con las llaves deja
claro que a aquel que declare en los juicios próximos
puede pasarle lo mismo que a López.
Entonces esta incertidumbre de no saber quiénes son y
dónde están es para la familia, me imagino, el tormento
que están viviendo, y también para la sociedad, porque
nosotros a López lo consideramos parte nuestra, lo
estamos buscando. Hay que estudiar el círculo de los que
no quieren que se siga con los juicios orales y
públicos.
-¿La desaparición no puede ser despegada del contexto
del juicio?
-Yo pongo en la memoria lo que ocurrió hace poquito.
Reynaldo Bignone instó a los jóvenes a terminar lo que
ellos no pudieron. Hay una perturbación de los procesos
democráticos. ¿Dónde está? Justamente en gente que está
en vías de ser juzgada y condenada, y que atemorizando a
los testigos puede perturbar este camino de la justicia.
No digo que sea Bignone, pero hay un panorama posible de
quiénes quieren que los juicios no sigan y mandan gente,
compran gente. Están golpeando. Golpearon a una abuela
de Plaza de Mayo, la han dejado sorda en Córdoba.
Amenazan a las personas y a los integrantes de los
organismos de derechos humanos. Son una minoría, pero
tienen la capacidad porque manejan dinero.
-¿Imagina de dónde?
-No. Cuando hablo de mafia es que no lo sé. Cuando a mí
me quisieron matar también pensé en la policía de la
provincia, pero después me di cuenta de que no podía
ser. Entonces dije, mafia. La mafia que es esta mafia
heredada de los 20 años de impunidad que tuvimos,
permite que estas mafias estén activas. Yo quiero
trasmitir un mensaje: nos quieren parar por el miedo.
Ahora, si nosotros trabajamos en la dictadura con los
mayores riesgos, y con miedo, y no paramos un segundo,
menos vamos a parar ahora.
-¿Como está la situación de los testigos en las
causas? ¿Hay miedo?
-Tengo entendido que los testigos para los juicios que
se vienen no se bajaron, van a estar. Y yo creo que los
juicios van a seguir y van a seguir abriéndose juicios
orales y públicos. Pero también les estamos pidiendo al
Presidente y al entorno político, la unión de las causas
para que haya un solo testimonio.
-Esto fue un reclamo de organismos y del tribunal del
juicio contra Miguel Etchecolatz para evitar la
revictimización de testigos que tenían que declarar una
y otra vez.
-Es muy duro, muy difícil testimoniar. Eso va a ser
lento y perturbador, pero algunas juristas dijeron que
es posible hacerlo. Yo expreso una idea de necesidad, de
urgencia. Y unificar daría rapidez a los juicios
particulares de cada uno de los reos.
-¿Qué pasará con las medidas de protección de testigos?
-El tema está candente. Seguramente va a surgir.
Particularmente entiendo que nadie tenía la bola de
cristal para saber que iba a pasar esto. Ninguno de los
testigos pidió protección por miedo, ni a la Justicia se
le ocurrió planteárselo al Ejecutivo. O sea que esto
pasó con gran sorpresa y dolor de todos.
-¿Por qué siente que pasó así? ¿Que nadie lo esperaba?
-Las Abuelas pudimos condenar y llevar a la cárcel a
personajes que robaron chicos o por el plan sistemático
de robo de bebés, como Videla y Massera. Pero hasta
ahora los represores estaban amparados por las leyes de
impunidad: estas leyes cayeron, se les vienen encima y
ahora todos van a ser condenados y juzgados. A lo mejor
no son los más peligrosos o los más responsables, sino
gente tan dañina como por ejemplo este Etchecolatz, que
es una persona inhumana, peligrosa. Hay que mirar bien a
los peligrosos.
-¿Cree que hasta ahora no se los había tomado en
cuenta? Lo que suele decirse es que personas en
situaciones parecidas empiezan a reaccionar cuando se
sienten cercados.
-Llenan las causas de argumentos de inocencia, pero son
sus tácticas. Ahora si las tácticas son secuestrar a una
persona, entonces empieza a ser muy peligrosa y, en fin,
hay que movernos también nosotros rápidamente para que
sepan que no vamos a parar. Y que esta historia no se
puede volver a repetir. Y sobre todo siguiendo con el
pedido de aparición con vida de López.
-¿Cómo evalúa la reacción de la sociedad?
-Yo acabo de venir de La Pampa y lo primero que vi fue
la foto de López con el pedido de desaparición. Este
clamor por López es universal y no solamente en
Argentina sino en el mundo. Yo creo que tiene un impacto
muy grande en esta construcción democrática, y es muy
riesgosa en el sentido de prestigio para los propios
gobiernos.
-¿Que no aparezca?
-Claro, calcule: en plena etapa de construcción
democrática pasa eso que pasó durante la dictadura. Y
estamos hablando del primer desaparecido que estuvo
desaparecido en dictadura, que desaparece en democracia.
Esto nos afecta a todos, a toda la sociedad. No
solamente al Gobierno, a todos nosotros, porque
lógicamente se habla y se habla del tema. El no
encontrar un cuerpo es una especie de condena macabra
para la sociedad también.
Alejandra Dandan
Página 12
27 de noviembre de 2006
FOTO: infobae.com