Un nuevo informe de Amnistía
Internacional insta a las autoridades de Guatemala a
poner fin a los desalojos de las comunidades rurales
hasta que se revise la legislación y las prácticas
actuales, que son injustas y están sesgadas y viciadas
en esencia.
El informe examina las violaciones de derechos
humanos cometidas en el contexto de los conflictos agrarios,
el impacto de los desalojos forzosos y violentos y la
discriminación que sufren los trabajadores rurales y los
pueblos indígenas, en todos los aspectos del proceso.
"Mientras se lavan las manos de toda
responsabilidad en relación con los derechos de los
trabajadores rurales y los pueblos indígenas, las
autoridades se muestran prontas a responder enérgicamente a
las demandas de finqueros ricos", manifestó Javier Zúñiga,
director del Programa Regional para América de Amnistía
Internacional.
"Desde que ocupó el cargo en 2004, el presidente
Óscar Berger ha acelerado los desalojos y ha hecho caso
omiso de los consiguientes abusos contra los derechos
humanos. La destrucción de hogares, la vulneración de un
proceso con las debidas garantías, incluso homicidios, han
acontecido con impunidad", afirma Javier Zúñiga.
Los conflictos de tierras surgen cuando los
campesinos ocupan tierras a modo de protesta para pedir la
realización de sus derechos laborales o cuando se plantean
cuestiones sobre la propiedad de la tierra. De acuerdo con
cifras del gobierno, en diciembre de 2005 continuaban sin
resolverse 1052 casos de conflictos agrarios, lo que supone
un aumento en comparación con los 911 casos de octubre de
2004.
En 2004, 90 familias indígenas q’eqchi de
trabajadores rurales, de la finca Trece Aguas, quedaron sin
hogar tras negarse a abandonar tierras que ellos
consideraban una indemnización justa por lo que se les debía
de los despidos. Ellas fueron desalojados por la fuerza y
con violencia y actualmente continúan esperando el pago de
las indemnizaciones.
La finca Trece Aguas, situada en el departamento
de Alta Verapaz, en el norte de Guatemala, empleó a un gran
número de trabajadores rurales en la producción de café.
Cuando el precio del café cayó, ellos fueron los primeros en
sufrir las consecuencias.
El informe de Amnistía Internacional documenta
también casos similares en otras áreas de Guatemala. Por
ejemplo, también en Alta Verapaz, la pequeña comunidad rural
de Santa Inés se encuentra actualmente ante un posible
tercer desalojo motivado por una persona que afirma tener la
propiedad de la tierra. A pesar de que varios órganos
gubernamentales confirman que la comunidad posee legítimo
derecho a reivindicar la tierra, se ha autorizado una orden
de desalojo. En los dos desalojos anteriores se destruyeron
varios hogares.
Los Acuerdos de Paz de Guatemala de 1996, que pusieron fin a
36 años de conflicto armado interno violento, incluyen un
compromiso gubernamental de implementar una serie de medidas
concretas para solventar la crisis de las tierras y
garantizar que los trabajadores y las comunidades rurales
disfrutan de sus derechos humanos. Hasta el momento, ninguna
de estas medidas se ha puesto en práctica.
Adital
4 de abril
de 2006
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