Haití

 

Un miembro de la ONU coloca las banderas de Brasil, Haití y de la organización a media asta por la muerte del jefe de los cascos azules en ese país.

 
La sorpresiva muerte del General brasileño Urano Teixeira Da Matta Beceller -encontrado sin vida en un hotel por móviles que aún se investiga- puede ser comprendida en parte a través de las palabras de su antecesor el General brasileño Augusto Heleno Pereira cuando partía: “Un año en Haití, es más que una larga estadía”. El General Da Matta Beceller no alcanzó el año, y la ONU tiene la tarea de explicar porqué.

Con esas palabras no solo definía la complejidad de su misión, sino la complejidad política y social de Haití. La más africana de las naciones incrustada en “Las Américas” que se continúa leyendo políticamente con clave americana, y alteradas claves Haitianas por factores como la droga y la propia intervención extranjera.

Este episodio vuelve a poner en el tapete de la discusión internacional los problemas subyacentes de la intervención militar pacificadora de la ONU, (Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití; Minustah) operando desde hace más de dos años tras el derrocamiento de Jean Baptiste Aristide.

En un plano general, el tipo de intervención dual -política y militar-, que se implementa a través de un concepto básico de pacificación con una fuerza multinacional de la ONU, claramente revela en Haití problemas conceptuales y de diseño que no están resueltos. Peor aún, se estacionan como una peligrosa tendencia.

Las elecciones presidenciales y parlamentarias postergadas en tres oportunidades por razones de estabilidad e inseguridad, más el aumento de las confrontaciones, constituyen indicadores suficientes de una situación deteriorada hasta el límite. En este plano, es probable que esta muerte por la causa que fuere, en definitiva no sorprenda políticamente, más allá de la tragedia personal.

El itinerario de violencia y desmembramiento de la intervención de la ONU, en su conjunto, sea en la parte política como en la militar era evidente y contundente.

Para analistas locales consultados, el derrocamiento de Aristide a instancias de Washington y el tipo de intervención política-militar de las Naciones Unidas, son las principales causas de la violencia que ha aumentado en amplias zonas del país. El aislamiento político del actual Presidente Boniface Alexandre, impuesto por Washington y la intervención militar de la ONU, también es una causa de la inestabilidad. Debido a esta inestabilidad, solo el 10 por ciento de la ayuda externa a los proyectos de desarrollo ha sido posible canalizar en Haití.

El gobierno Haitiano aún no recompone una relación con los países de la CARICOM -que continúan apoyando a Aristide-. Recientemente China negó en el Consejo de Seguridad una aprobación de prolongar por un año el financiamiento de la misión militar ONU en Haití, en represalia por el establecimiento de relaciones con Taiwan. EEUU está claramente interesado en una contra ofensiva hacia la penetración china en la región con un pie taiwanés en Haití. La idea no es descabellada, porque Taiwan ha demostrado ser una ayuda confiable y eficiente para muchos países africanos aún desconectados de los nuevos bríos chinos.

Lucha sin cuartel con violaciones a los Derechos Humanos

Durante el primer año de intervención se estabilizó en parte la situación. Pero a partir de Marzo de 2005, comienza una espiral de violencia que no ha cesado, causando la muerte de varios soldados de la misión de la ONU, y del cónsul francés en la ciudad de Cap Haitian.

En abril, quizás de produce un hecho que opera como detonante en el circuito interno en Haití, cuando fuerzas especiales de la misión militar de la ONU, asesinan a Ravix Ramissainthe y varios acompañantes. Una de las figuras claves de la rebelión, Ravix era buscado por el asesinato de cuatro oficiales. Al confirmar la muerte de Ravix, un oficial civil de la ONU declara con rudeza: “se eliminó una amenaza para el personal de la ONU en Haití”.

Así se declaraba una “segunda guerra”, esta vez una más “interna”, entre el Haitiano armado, en rebelión total a la intervención armada, y la ONU.

“Para muchos Haitianos, la intervención de la ONU es vista como una intervención colonial. Por las actitudes, el racismo y la virulencia de las operaciones se observa un encono y un trato inhumano en las detenciones. Actúan en forma despiadada, en algunos casos y no hay un control interno”. Señala una fuente. Las violaciones a los Derechos Humanos han sido denunciadas por Amnesty International y por grupos de ONGs estadounidenses. Mike Blakemore de Amnesty en la BBC señaló que “Paz duradera no se logrará, mientras los responsables de violaciones a los Derechos Humanos no sean puestos en manos de la justicia”.

Haitianos contactados dicen sin ambages que la Minustah, es una fuerza que despide el mismo hedor de las intervenciones militares de los años 70 y 80 en América Latina. “No podría ser de otra forma, porque el contingente mayor de oficiales responde esos códigos, de actuar máxima brutalidad usando tácticas de amedrentar con shock. El personal de Sri lanka seleccionado responde a los códigos de los enfrentamientos contra la guerrilla tamil, que como se sabe son despiadados.”

Entre los grupos de violencia extrema, también están los militares desactivados por el Gobierno de Aristide, que reclaman una “compensación” en dinero, por haber contribuido a su derrocamiento, y haber colaborado al comienzo en eliminar a los partidarios de Aristide.

Grupos internacionales independientes como Amnesty International, The Internacional, Crisis Group de Bruselas, y ONGs estadounidenses de Derechos Humanos, confirman en sus informes un panorama completamente diferente a la visión pública que emerge del informe rutinario preparado por la ONU en Haití a sus cuarteles generales, o los confeccionados por las misiones diplomáticas de los EEUU, Francia, Brasil, o Canadá, los países más involucrados en la pacificación de Haití.

El camino letal de las elecciones

Llevar a cabo elecciones presidenciales y de parlamento, ha sido la receta que las Naciones Unidas con los países más involucrados en Haití como los EEUU, Canadá, y Francia, han intentado por todos los medios aplicar para asegurar paz y reconstituir un estado. Un estado ya funcionando por debajo de la base mínima de capacidad de control el país.

Las elecciones han sido postergadas tres veces aunque ahora se anuncia que están programadas para febrero. Las últimas evaluaciones, de la propia Misión de la ONU, en abril 2005, del International Crisis Group de Bruselas noviembre 2005, y de Amnesty International, a fines del 2005 confirmaban desde hace meses que el deterioro de la seguridad hacía imposible acelerar las elecciones.

El militar brasileño deja detrás de su muerte una situación caótica, no por exclusiva responsabilidad de la misión militar que encabezaba, sino por la insuficiente o inadecuada lectura política de la situación, por parte de aquellos encargados de estructurar un proceso político basado en negociaciones.

Estos “encargados” de estructurar ese proceso, no provienen solamente de los llamados miembros de la comunidad internacional, léase misión ONU, EEUU, Francia y Canadá por nombrar a los de responsabilidad más notoria. En este plano, no hay que cargar la responsabilidad de este caos, a la intervención extranjera exclusivamente, sino también a la parte política Haitiana que ha fallado en consolidar algo que se le parezca a una “contra parte” para negociar, aunque aparezca dividida en 20 ó 30 partes.

Muy por el contrario, los últimos brotes de violencia demuestran una brecha profunda entre los Haitianos colaborando con la fuerza de intervención, y aquellos que aspiran a formar un cuerpo político con cierto grado de autonomía.

“La Minustah provoca un alto nivel de distorsión, porque detrás de su aparato hay puestos de trabajo, dinero, prebendas. Prolongar la misión de la ONU significa asegurar por más tiempo acceso a recursos que no existían. Más del 50% de los Haitianos vive con menos de un dólar al día”. Señala una fuente de una ONG consultada.

En otras palabras el remedio comienza ser la causa de la enfermedad, y ni los EEUU, Francia, la Comunidad Europea, ni tampoco las Naciones Unidas están dispuestas a reconocer.

Acelerar elecciones también ha sido un principio aplicado en Irak, bajo otro contexto, con una complejidad internacional muy diferente, que también ha fracasado hasta el momento, con un costo letal evidente.

El caso más espectacular de este tipo de experiencias, son los episodios en Rwanda y Burundi en la década de los 80. Otros ejemplos son los de Somalia, Liberia, Sierra Leona, o República Democrática del Congo, por nombrar los más notorios en el imaginario público.

Todas llevaron el mismo patrón de acelerar el proceso de elecciones para encontrar estabilidad, que al estar traducidas en un mecanismo de intervención dura y rápida, se transforman en una acción percibida por la población local como de tinte neo colonial.

 

Juan Francisco Coloane

ARGENPRESS.info

10 de enero de 2006

Foto: AP

 

 

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