El Informe anual del
Observatorio para la Protección
de los Defensores de Derechos
Humanos, publicado por la
Organización Mundial Contra la
Tortura (OMCT) y por la
Federación Internacional para
los Derechos Humanos (FIDH),
revela que, en 2006, más de
1.300 defensores de los derechos
humanos, en 90 países, fueron
víctimas de represión y tuvieron
obstruido su derecho de libertad
de asociación. Solamente en
América Latina, 55 de estos
defensores fueron asesinados o
sufrieron tentativas de
asesinato y otros 170 sufrieron
amenazas de muerte.
Colombia
lidera ese triste ranking de
asesinatos/tentativas de
asesinatos con 30 víctimas
fatales, 122 amenazas de muerte
y 6 agresiones físicas. En
total, 217 defensores de
derechos humanos colombianos
fueron afectados por la
violencia y la represión. Según
el informe, la defensa de los
derechos humanos continuó siendo
una actividad de alto riesgo en
América Latina en 2006; el
objetivo de los autores de los
actos de intimidación y
agresiones fue claro: "crear un
clima de temor destinado a
desalentar a los defensores,
para que no continúen sus
actividades".
Después de Colombia, Guatemala es
el país latinoamericano con
mayor número de asesinatos
contra defensores de derechos
humanos: 9. Otros 17
guatemaltecos fueron víctimas de
amenazas de muerte y 14 de
persecuciones. Asesinatos,
desapariciones forzadas,
torturas, ataques y amenazas de
muerte, persecuciones,
vigilancias y campañas de
difamación son la realidad de
los defensores de derechos
humanos en los 16 países de
América Latina analizados.
El año pasado, 437 activistas
latinoamericanos fueron
violentados, en alguna de estas
formas.
"La tendencia a reforzar los marcos legislativos
destinados a restringir las
libertades de asociación, de
expresión y de reunión pacífica
por Estados que consideran a la
sociedad civil independiente
como una amenaza es cada día más
fuerte. En América Latina,
además de la tendencia a
sancionar la actividad de los
defensores, las campañas de
difamación contra las
organizaciones y sus miembros
fueron particularmente
virulentas, algunos defensores
fueron acusados de
‘subversivos’, ‘enemigos’,
‘rebeldes’ o simpatizantes de
guerrilla", expresa el informe.
Los movimientos que obtuvieron gran apoyo y
participación popular,
especialmente en Colombia,
Ecuador y Perú,
fueron los más perseguidos con
fuertes represiones y
truculentas campañas de
difamación. En México, en
2006, ocurrieron dos casos de
tortura, tres agresiones
físicas, tres asesinatos y una
tentativa de homicidio contra
activistas de derechos humanos.
Cinco de ellos fueron detenidos
arbitrariamente, 14 fueron
amenazados de muerte y 15 fueron
perseguidos. Un total de 41
violaciones a los defensores,
sin que ninguno de los casos
haya sido resuelto por la
justicia.
Los activistas mexicanos empeñados en la defensa
de los derechos de grupos de
personas en situación de
vulnerabilidad: trabajadores,
minorías, sin tierras y
comunidades autóctonas,
sufrieron muchas represalias.
Además, los defensores que se
opusieron a intereses privados
-defensa de niños y mujeres, de
trabajadores industriales y
defensores de los recursos
naturales como la contaminación,
la extracción no sustentable o
la construcción de represas-
fueron los más violentados.
Haití es el país con menor registro de violencia
contra activistas: 2, un
asesinato y una amenaza de
muerte. En Argentina,
Bolivia, Costa
Rica, Cuba y
Nicaragua no hubo ningún
asesinato, pero los defensores
fueron víctimas de torturas y
agresiones físicas. En las
estadísticas de la represión, 13
argentinos defensores de los
derechos humanos sufrieron
persecuciones y no fueron
respetados sus derechos, así
como 7 bolivianos, 5
costarriqueños, 26 cubanos (en
23 procesos judiciales
irregulares) y 4 nicaragüenses.
Muchas de esas violaciones contra activistas de
los derechos humanos son
cometidas por actores no
estatales que actúan protegidos
por los órganos del Estado, son
ellos: grupos paramilitares,
empresas multinacionales, entre
otros. Para los miembros del
Observatorio, los Estados tiene
un importante papel en esta
violencia "cuando permiten un
clima de impunidad o son
cómplices de los agresores". Los
Estados deberían ser los
primeros en proteger a los
defensores, pero en realidad
"son la causa de la represión en
su contra".
Este año, el Observatorio ve una tendencia a un
refuerzo en la restricción de
libertades, así como una
represión de las legítimas
demandas de los movimientos
sociales. La disculpa de las
autoridades es combatir el
delito y garantizar la seguridad
pública, pero están dejando de
lado la protección de los
derechos humanos. En Oaxaca (México),
numerosos participantes de las
manifestaciones realizadas en la
ciudad fueron víctimas de
detenciones arbitrarias,
amenazas, violencias y actos de
intimidación. Mientras que los
movimientos son criminalizados,
los agentes del Estado mexicano,
responsables de esos actos,
continúan gozando de impunidad.
Adital
31 de julio de
2007