Una injusticia insostenible |
Desde el 16 de
mayo, los presos políticos Pablo Vargas López, Hardy Peña
Trujillo y Claudio Melgarejo Chávez se encuentran en huelga
de hambre demandando su derecho a la libertad.
Llevan más de 13 años de
encierro, condenados prácticamente de por vida a permanecer
en prisión sino se allanan caminos que los dejen libres. Una
prisión bastante cuestionable si se revisa la legislación
con la que fueron condenados y el contexto histórico del
Chile de principios de los '90. No se puede obviar que los
actuales presos políticos chilenos fueron detenidos en los
primeros años de los gobiernos de la Concertación, en un
país sin un verdadero estado de derecho. Al decir de las
autoridades de la época, Chile vivía una eterna "transición
a la democracia" -que aún no ha terminado-, temerosa del
militarismo derrotado en las urnas el 5 de octubre de 1988,
y con un pinochetismo dueño de un enorme poder que los
gobiernos de la Concertación no le quisieron quitar.
En aquellos años, el dictador Augusto Pinochet continuó como
comandante en Jefe del Ejercito y, posteriormente, fue
proclamado senador vitalicio, entre otras tantas
"anormalidades" vividas por la sui generis "transición",
como la Ley Reservada del Cobre, la imposibilidad de
investigar las tropelías económicas y privatizaciones
ocurridas en dictadura, las leyes secretas, el sistema
binominal, el Consejo de Seguridad Nacional (COSENA), la
inamovilidad de jueces y comandantes en Jefes de las Fuerzas
Armadas, y la continuidad espuria de la Constitución de 1980
hasta nuestros días.
Los presos políticos fueron condenados por Fiscalías
Militares y jueces civiles que no respetaron un debido
proceso o tenían un dudoso conocimiento de los derechos
humanos y las normas internacionales en la materia. Se les
sancionó, además, ocupando los parámetros y abultadas
condenas de la Ley Antiterrorista, la misma que en 1984
promulgó el dictador Augusto Pinochet para castigar a los
opositores que resistieron su cruenta dictadura.
Paradójicamente, el ex ministro de Justicia, Francisco
Cumplido -uno de los reformadores de dicha normativa durante
el gobierno de Patricio Aylwin-, manifestó que fue mal
aplicada en el caso de los prisioneros políticos y que era
una "aberración jurídica" condenarlos por infringir las
"conductas terroristas", sin que eso significara una
revisión de sus procesos o una anulación de sus condenas
como debió proceder.
Los días y semanas que se avecinan serán trascendentales
para concluir o no con este capítulo de la prisión política.
En el Senado se discutirá un Proyecto de Ley -que ya fue
aprobado en la Cámara Baja-, que les a los presos políticos
el beneficio de libertad condicional. Este fin de semana, al
cumplir 50 días en huelga de hambre, algunos senadores de la
Concertación los visitaron en la Cárcel de Alta Seguridad (CAS).
"Hemos venido a ver a los presos políticos que están aquí en
huelga de hambre", señaló el senador demócrata cristiano
Andrés Zaldívar en las puertas de la CAS. "Yo estoy tras la
aprobación de un Proyecto de Ley que les puede conceder la
libertad provisional, y que no esta condicionado a que
retiren o no la huelga de hambre. Espero que lo hagan. Ellos
han quedado de estudiarlo… Más que nada les he venido a
decir nuestra disposición política en el Senado y espero
tengamos mayoría para que este Proyecto se apruebe. Además,
el gobierno se ha comprometido con nosotros a otorgarle
'urgencia'. El día martes 5 de julio esa urgencia debe
llegar al Senado. Espero que la Comisión de Derechos Humanos
despache el proyecto el miércoles, como lo comprometió el
presidente de la comisión, Enrique Silva Cimma. El proyecto
pasará luego a la Comisión de Constitución, Legislación y
Justicia, donde yo soy miembro junto al senador José Antonio
Viera-Gallo, y esperamos lograr también su aprobación. En
todo caso, los presos políticos me han informado que han
decidido trasladarse al Hospital Penitenciario. Allí van a
estar bajo cuidado médico. Están en condiciones difíciles y
con mucha decisión de tratar de buscar una salida, una
solución a sus problemas. Así, como la vez pasada aprobamos
un indulto, que era una medida mucho más profunda, mucho más
discutible, la libertad provisional no veo cómo pudiera ser
rechazada. Si hemos dado un indulto, con mayor razón se
puede otorgar una libertad provisional a personas que ya
llevan más de diez años en prisión, y que han pagado más que
suficiente cualquier posible delito que se les pueda
imputar. Además, ellos ha asumido un compromiso de
reinsertarse en la sociedad sin dificultades".
"Del Senado depende que Hardy Peña viva o muera, así de
simple", manifestó el senador radical Nelson Ávila. "Están
en una lucha por su libertad que, pienso, llevarán hasta las
últimas consecuencias sino se genera un escenario que brinde
la posibilidad de poner término a esta situación que se hace
insostenible. Es una buena oportunidad para una parte de la
derecha, específicamente Renovación Nacional, para
distanciarse de ese sector más duro e irreductible en
materia de derechos humanos y todo lo que se relaciona con
ellos. Ojalá estén los votos necesarios para poner término a
esta situación".
El socialista Jaime Gazmuri, vicepresidente del Senado,
también visitó a los presos políticos, señalando: "Tengo la
impresión que aquí hay un elemento de inequidad que tenemos
que corregir. Hubo una ley que permitió que una cantidad muy
importante de presos que estaban en esta Cárcel de Alta
Seguridad recuperaran su libertad. Fue una ley que aprobamos
en el Congreso hace más de un año, y ocurre que seis
ciudadanos chilenos que cometido los mismos actos que los
otros, en la misma época y bajo las mismas motivaciones,
siguen presos, mientras los demás están libres. Se debe
corregir esta evidente injusticia".
Para la abogada Alejandra Arriaza, la situación que
enfrentan los presos políticos es extremadamente difícil y
se puede agravar aun más si no se vislumbra nítidamente la
voluntad de aprobar el Proyecto de Ley en cuestión: "Estamos
preocupados. Los tiempos del congreso son muy distintos a
los de las personas privadas de libertad. Claramente un
senador puede decir que el trámite se puede demorar tres
semanas, un mes o varios años, pero para las personas que
privada de libertad, y que el año pasado confiaron en que se
iba a terminar la prisión política, no es sencillo
comprender esta demora y esperar tranquilamente en una celda
los plazos del Senado. Es primordial que se le dé suma
urgencia al Proyecto".
La abogada agrega: "Las condiciones en las que se les
procesó y debieron cumplir sus condenas, el régimen
carcelario impuesto, las altas penas y la aplicación de una
Ley Antiterrorista que posteriormente fue reconocida como
improcedente por sus propios gestores, hace necesario que se
asuma la responsabilidad política y se ponga fin a esta
situación injusta. Ellos no quieren morir. La huelga de
hambre no es una acción suicida. Aman la vida por sobre
todas las cosas. Quieren salir en libertad a disfrutar de la
vida y no permanecer como enfermos crónicos, pero,
claramente, sienten que es la única forma de que su
situación se ponga en el tapete. El que hayan decidido
trasladarse al Hospital Penitenciario habla de que no son
intransigentes".
Incertidumbres y esperanzas rodean este tortuoso camino.
Parece posible que el proyecto que se discute sea aprobado,
pero eso no terminará con la prisión política. Basta mirar
hacia el sur, al territorio mapuche, o recordar a muchos de
quiénes resistieron la dictadura y que hoy viven la
clandestinidad o el forzado exilio, entre ellos los dignos
hombres que emboscaron en 1986 a la comitiva del general
Pinochet y que hoy se encuentran refugiados en diversos
países.
Pablo Ruiz y Arnaldo Pérez Guerra
Convenio La
Insignia / Rel-UITA
5 de julio
de 2005
Fotografías: Jorge Zúñiga
1) Alejandra Arriaza, abogada de derechos humanos.
2) Manifestación ante la embajada de Holanda en Santiago
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