Sólo en un año fueron 
                    liberadas en Brasil más de 2.600 personas que habían sido 
                    sometidas al estado de esclavitud en el medio rural, 
                    mientras cada año mueren decenas de campesinos y dirigentes 
                    asesinados.
                    
                      
                        
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                    Alberto Broch |  | 
                      
                     
                    
                    El trabajo forzoso es una situación penosa, que nos 
                    avergüenza a todos como sociedad, y esto ocurre infelizmente 
                    desde hace muchos años. La CONTAG ha tenido un papel 
                    histórico en la lucha por la erradicación de esta práctica 
                    odiosa, desde la denuncia internacional junto a la OIT hasta 
                    exigirle al Ministerio del Trabajo brasileño la 
                    fiscalización en el medio rural. Hemos trabajado 
                    intensamente por la erradicación de este flagelo junto a 
                    otras entidades como la Comisión Pastoral de la Tierra. 
                    Recientemente, durante el gobierno de Lula se ha 
                    intensificado la presencia de los inspectores en los puntos 
                    más remotos, y el resultado es que sólo en el año pasado se 
                    han liberado 2.600 personas que estaban sometidas a este 
                    régimen oprobioso. En dos años de este gobierno se han 
                    liberado más esclavos que en los ocho años del gobierno de 
                    Fernando Henrique Cardoso. Se ha integrado un grupo de 
                    trabajo donde participan varias instituciones como el 
                    Ministerio de Trabajo y la OIT que proporcionan un 
                    seguimiento a las propuestas concretas tendientes a acabar 
                    con el trabajo esclavo.
                    
                     
                    
                    Una de ellas ya está en práctica y es muy útil: se trata de 
                    la publicación de los nombres de los terratenientes que 
                    esclavizaban trabajadores y trabajadoras y fueron 
                    descubiertos. Este instrumento muy poderoso ha permitido 
                    desenmascarar ante toda la sociedad a personas muy 
                    conocidas, influyentes en la Cámara de Diputados y en los 
                    poderes locales, que tenían esclavos en sus haciendas. En el 
                    mismo sentido, estamos promoviendo una reforma 
                    constitucional que permitirá la expropiación inmediata de 
                    las tierras de los hacendados en cuyos predios sea hallada 
                    mano de obra esclava. Esta reforma fue aprobada en 
                    Diputados, recibió modificaciones en el Senado y ahora está 
                    nuevamente en Diputados. Debería ser rápidamente aprobada, 
                    pero están apareciendo muchas presiones que hacen prever un 
                    trámite más lento de lo deseable. Además, hemos trabajado 
                    intensamente en la elaboración de la Norma Reglamentadora 31 
                    referida a la salud y la seguridad de los trabajadores, y 
                    estamos presionando al gobierno y al Parlamento para lograr 
                    la ratificación del Convenio 184 de la OIT sobre Seguridad y 
                    Salud en la Agricultura. Estos instrumentos nos permitirán 
                    caminar más rápida y seguramente hacia al erradicación del 
                    trabajo esclavo en Brasil.
                    
                     
                    
                    La imposición del trabajo forzoso se prepara como una trampa: 
                    las personas son contratadas casi siempre por terceros que 
                    los colocan en una hacienda donde no tienen contacto con el 
                    mundo externo. Allí trabajan dos o tres meses, en general 
                    sin que se cumplan las promesas que les hicieron, y cuando 
                    quieren retirarse del lugar no pueden hacerlo porque todo lo 
                    que comieron y el techo bajo el que durmieron les es cobrado 
                    a precio de oro. De esta manera, el patrón crea una deuda 
                    que el trabajador debe pagar y esto dura hasta que el patrón 
                    lo decide. La persona pierde de hecho su libertad y cuando 
                    logra salir lo hace sin un peso en el bolsillo.
                    
                     
                    
                    Esto ocurre generalmente con personas que dejan sus familias 
                    esperando, y trabajan sin que les sea respetado ningún 
                    derecho laboral, sin contrato firmado y por eso es un delito 
                    difícil de probar.
                    
                     
                    
                    Estimamos 
                    que en la actualidad hay en Brasil 20 mil trabajadores 
                    sometidos a trabajo esclavo. Este problema siempre viene 
                    aparejado al de la violencia en el campo. Desgraciadamente, 
                    hace muchos años que venimos conviviendo con este otro 
                    problema enorme, principalmente sufrido por las 
                    organizaciones sociales rurales como la CONTAG y los 
                    asentamientos del MST. Constantemente hemos estado expuestos 
                    a la violencia, especialmente en las “fronteras” donde se 
                    encuentran los trabajadores sin tierra y el latifundio, 
                    porque allí siempre se plantea una lucha por la propiedad de 
                    la tierra. Se puede afirmar que en los últimos 30 años, todo 
                    el proceso de reforma agraria –hay quien dice que nunca hubo 
                    tal cosa en Brasil– ocurrió en función de la lucha de los 
                    trabajadores rurales y de los movimientos sociales en el 
                    campo brasileño. En estos años hemos sufrido el asesinato de 
                    muchos dirigentes sindicales, religiosos y religiosas, 
                    abogados y una lista muy larga de trabajadores muertos. Con 
                    el inicio del gobierno de Lula la tendencia es que en 
                    algunos casos la violencia ha disminuido. Hace un poco más 
                    de un mes, en el Estado de Pará, fue asesinada la hermana 
                    Dorothy, una religiosa estadounidense naturalizada brasileña 
                    con más de 20 años de lucha a favor de los trabajadores 
                    rurales, apoyando las acciones de nuestros sindicatos, en la 
                    región Norte del país que actualmente es una de las más 
                    violentas. En Pará todavía hay una extensa frontera intacta, 
                    de tierras vírgenes, donde hay una fuerte disputa por la 
                    tierra.
                    
                     
                    
                    Los 
                    principales actores de esta disputa son los grandes 
                    intereses madereros que codician los montes naturales de 
                    maderas nobles. Pero la confrontación no sólo es por la 
                    distribución de la tierra, contra las “quemazones” de 
                    bosques, sino también contra el sistema de desarrollo 
                    impuesto por esos intereses. Nuestros sindicatos promueven 
                    los Proyectos de Desarrollo Sustentable (PDS) que es algo 
                    completamente opuesto a devastar un área de bosques 
                    naturales para vender la madera y atrás venir plantando 
                    monocultivos de soja o la pradera para la cría de ganado 
                    extensiva. Nuestra política es promover un modelo productivo 
                    agrícola sustentable, que inclusive comprende una 
                    explotación racional de la selva. Con la muerte de la 
                    hermana Dorothy el problema de la violencia rural en Brasil 
                    alcanzó una repercusión internacional, pero es bueno 
                    recordar que en la misma semana en la que fue asesinada 
                    Dorothy nosotros perdimos dos dirigentes sindicales de la 
                    CONTAG en esa zona, y otros dos trabajadores rurales que 
                    también fueron asesinados. Y esto viene ocurriendo desde 
                    hace muchos años, son decenas y decenas de muertos en los 
                    últimos años. Peor todavía: existe una lista de condenados a 
                    muerte que integran muchos dirigentes campesinos y líderes 
                    locales que se oponen a esos intereses. Esto ha tomado 
                    estado público, el Congreso nacional y el Poder Ejecutivo se 
                    han interesado en el problema y ha tomado iniciativas 
                    concretas, aunque pensamos que se debe profundizar este 
                    esfuerzo.
                    
                     
                    
                    En primer 
                    lugar, hay que terminar con la impunidad que es un gran 
                    estímulo a la violencia rural. Los hacendados, latifundistas 
                    y madereros asesinos y sus mercenarios deben ser juzgados y 
                    condenados, y al mismo tiempo hay que resolver el problema 
                    de propiedad de la tierra, hay que hacer una reforma agraria 
                    y discutir un modelo de desarrollo. El gobierno colocó en el 
                    Estado de Pará una fuerza militar considerable para impedir 
                    esta violencia impune, y esperamos que esto continúe hasta 
                    que se resuelvan los problemas de fondo que es la 
                    regularización de las propiedades en Brasil y especialmente 
                    en la región Norte.
                    
                     
                    
                    Es 
                    necesario que el mundo conozca lo que sucede aquí, ya que 
                    los grandes medios de comunicación internacionales no se 
                    interesan en estos hechos “cotidianos”, a no ser que ocurra 
                    una muerte tan triste como la de la hermana Dorothy. La 
                    presión y la solidaridad internacionales tienen una fuerza 
                    gigantesca. En este momento creo que deberían dirigirse a 
                    apoyar las acciones que está adoptando el gobierno contra 
                    los embates políticos que tenemos en la región, contra el 
                    latifundio, contra los madereros y el capitalismo 
                    internacional que pugna por instalarse en estas regiones. 
                    Tampoco debemos olvidar la importancia de la solidaridad 
                    humana de las familias con los trabajadores, con nuestras 
                    organizaciones, para que podamos formar esta gran corriente 
                    de apoyo, unidad y solidaridad en el terreno.
                    
                     
                    
                     
                    
                    
                    Alberto Broch *
                    
                    5 de 
                    abril de 2005
                    
                     
                    
                     
                    
                    
                    * Vicepresidente de la 
                    Confederación Nacional de Trabajadores de la Agricultura (CONTAG) 
                    e integrante del Comité Latinoamericano de la UITA.