Uruguay
Ese título tan brevemente expresado implica para quien
escribe este artículo, toda una actitud ante la vida. La
niñez, esa etapa de la vida tan poetizada, de la que tan
bien se habla; ha recibido, en los últimos años, muy pocos
cuidados por parte de nuestra sociedad. Para nosotros los
niños y las niñas tienen un valor intrínseco en tanto seres
en desarrollo y a su vez completos en cada etapa de su vida,
cargados de potencialidades que necesitan del marco adecuado
para su desarrollo. Cada niño es en sí una realidad y una
posibilidad y es deslumbrante descubrir lo que son capaces
de dar y saber a cada paso. Los adultos, la más de las veces
desde una concepción omnipotente, prestamos poca atención a
sus señales y mensajes cargados de realidad. Los seguimos
viendo como algo incompleto sujeto a nuestra tutela y guía,
bajo nuestro poder y a nuestras órdenes.
“Niño
¡Deja ya de joder con la pelota!
Niño
¡Qué eso no se hace!
¡Qué eso no se dice!
¡Qué eso no se toca!”
Hemos variado algo el discurso, claro está. Y ya
resultan públicamente injustificables los malos tratos, los
golpes y las brutales palizas. Pero lo cierto es que aún hoy
los adultos mantienen una posición francamente ambivalente
para con la infancia. Por un lado nos resulta gracioso
escuchar la expresión sincera de sus pensamientos, siempre y
cuando no expliciten cosas que no estamos dispuestos a oír.
Y lo que pasa en cada casa, en cada rincón de la ciudad y el
país es el emergente más claro de cual es la actitud
hegemónica hacia la infancia que existe en el Uruguay.
Cierto es que ratificamos la Convención Internacional
de los Derechos del Niño, Niña y Adolescente de la cual
emerge un nuevo paradigma: EL NIÑO COMO SUJETO DE
DERECHO, con todos los derechos del ser humano y los
propios por la especial etapa de la vida en la que transita.
Cierto es también que experimentamos serias dificultades
como sociedad para ponerlos en práctica en la vida
cotidiana. La mayoría de los actores han abandonado el
discurso tutelar para afiliarse a una concepción de niño,
niña y adolescente como sujeto de derecho, pero las
prácticas –que es donde se advierte en realidad hasta que
punto hemos introyectado el discurso– aún no han terminado
de asimilar el impacto del cambio de paradigma.
En el sistema político aún no se ha encontrado un
acuerdo para aprobar un nuevo Código de la Niñez y la
Adolescencia que se compadezca con este cambio de paradigma.
Los acuerdos alcanzados en la Cámara de Diputados –que no
eran el ideal que nosotras perseguíamos– pero que mejoraban
aspectos importantes de la vida de los niños, niñas y
adolescentes, fueron destruidos en el Senado volviendo a
imponer visiones arcaicas acerca de la niñez y sus
derechos.
Casi un cuarto de la población que habita
las áreas urbanas está integrada por personas pobres. |
Un país que descuida su infancia descuida su
viabilidad como país. Descuidar el valor prospectivo de
nuestra niñez, es desconocer que cada niño es la continuidad
de su familia, de su pueblo, de la especie. Condenar a la
mayoría de los niños, niñas y adolescentes a la carencia, a
la falta de futuro es claudicar. En lo personal no estamos
dispuestas a claudicar y nos oponemos a mantener la
construcción de un país triste. Queremos, por el contrario,
apostar a un país posible y humano y por eso nuestra
prioridad está puesta en los niños, niñas y adolescentes, en
ellos y ellas está la vida en su máxima potencia y es
nuestra responsabilidad garantizar que se desarrolle en
plenitud.
LAS CIFRAS QUE QUEREMOS CAMBIAR
Durante el año 2002, la incidencia de la pobreza en
los hogares urbanos alcanzó a poco más de un 15%, afectando
casi un 24% de los habitantes de las áreas urbanas.
Personas
pobres
Es en esos hogares donde se producen la mayor cantidad
de los nacimientos. Mientras que un hogar promedio está
constituido por tres personas una de ellas menor de 18 años,
en los hogares pobres está formado por cinco personas dos de
las cuales son menores de 18. La mayoría de estos hogares
tienen jefatura femenina.
Porcentaje de
niños y adolescentes residentes en el 20% de los hogares con
menor ingreso per cápita y del hogar, por sexo del jefe
según
grupo de
edades. Año 2002 - INE
Sexo del jefe del hogar |
Grupo de edades |
total |
mujer |
hombre |
|
|
|
|
total |
46.6 |
51.4 |
45.2 |
0 a 13 años |
48.4 |
53.6 |
46.8 |
14 a 17 años |
40.7 |
44.3 |
39.6 |
¿Cómo
se reparte la pobreza según la edad?
Son estos hogares los más golpeados, contra un 11% de
desempleo promedio en estos hogares llega a un 23%. Hay más
bocas que alimentar y menos posibilidades de trabajar. Lo
que no es casualidad dada la cantidad de mujeres jefas do
hogar que afectadas por la segregación tanto vertical –las
mujeres se acumulan en los trabajos peor remunerados– como
la segregación horizontal del trabajo –las mujeres trabajan
mayoritariamente en las profesiones y oficios prolongación
de la tarea doméstica– que coinciden en ser los más
precarios (informalidad y subempleo).
La brecha de pobreza se ubica alrededor de un 30%, es
decir, el ingreso de los hogares pobres es alrededor de un
30% menos de lo necesario para cubrir las necesidades sin
experimentar privaciones. El ingreso per cápita de estos
hogares en el año 2002 promedialmente fue de U$ 626 ¿Cómo se
logra con esas cifras la sobrevivencia? ¿Cuáles son
las condiciones de vida de los 305. 800 niños, niñas y
adolescentes que viven en ellos?
Dada la mayor proporción de niños, niñas y
adolescentes que existen en los hogares pobres, la pobreza
recae fundamentalmente sobre la infancia y como claramente
podemos ver en el gráfico a menor edad mayor proporción de
niños pobres.
Subrayaremos acá la importancia crucial que para el
desarrollo de los niños tienen los primeros cinco años. Son
estos en donde se generan las matrices fundantes de su
identidad a partir de las cuales se construirán como
sujetos. Teniendo en cuenta esta realidad la pregunta que
surge como inevitable es ¿qué sujetos estamos formando? ¿qué
sujeto emergerá de la carencia y la agresión constantes?
Desde ya que no nos afiliamos a una visión
determinista que niegue toda potencialidad a las personas,
aún sujetas a las peores condiciones. Conocemos por nuestra
práctica docente varios casos de niños y niñas que quebraron
todos los malos pronósticos establecidos. Pero es impensable
continuar por los caminos ya transitados que no logran
incidir asertivamente en tan cruda realidad y que dejan con
frialdad casi inhumana tanto presente pisoteado, tanto
futuro condenado.
El fenómeno cada vez más gravitante de la exclusión
social afecta particularmente a niños y jóvenes. La sociedad
en la que vivimos experimenta un paulatino proceso de
fragmentación con consecuencias gravísimas. Existen fuertes
fronteras sociales que imposibilitan la interacción entre
personas de diferente origen económico. En mi infancia el
barrio era un lugar de fuerte integración social. Desde ya
que existían ricos y pobres, pero también era real que el
barrio construía un tejido continente para todos. Hoy
existen niños y niñas que jamás compartirán ningún espacio
con otros niños y niñas sólo por su condición
socioeconómica. La pérdida de la capacidad integradora de
una sociedad y la exclusión retroalimentan el círculo de
pobreza y segregación y hacen de la desigualdad e
injusticias sociales temas claves a enfrentar.
La exclusión, al decir de Robert Castel, es el estadio
final de un largo proceso de pérdidas sucesivas que llevan
como eje el trabajo y las redes sociales que a las personas
nos sostienen y su paulatino deterioro. La cuestión es
revertir el proceso de desafiliación, es generar los puentes
hacia la inclusión, es dar las garantías para la reconquista
de la ciudadanía.
POR EL CAMINO DE
LAS POLÍTICAS SOCIALES
Mucho se ha dicho y se ha escrito sobre las políticas
sociales y son materia de permanente debate. Por esta razón
quisiera ser muy clara en mis afirmaciones. Comparto con
Veiga y Rivoir1
la siguiente afirmación:
“En tanto las políticas sociales sean consideradas
compensatorias y paliativas de los efectos negativos de las
políticas económicas, no se logrará mejorar la condición de
vida de la población.”
Concebidas en ese
sentido las políticas sociales excesivamente focalizadas
resultan meramente asistencialistas y no garantizan cambios
reales. Alimentaremos a los pobres pero no combatiremos la
pobreza. Nuestra concepción propugna un Estado que
planifique coordine y evalúe políticas públicas integrales y
universales en articulación con la sociedad civil organizada
que garanticen la efectiva aplicación de los derechos de
todos los niños, niñas y adolescentes cualquiera sea su
condición o las de sus familias.
Debemos ser
extremadamente cuidadosos de no confundir programas de
emergencia social con políticas sociales de largo aliento.
Es lógico que haya que priorizar el tratamiento de la
emergencia social, pero eso debe ir articulado con políticas
públicas de mediano y largo plazo. Uno de los ejes que
verdaderamente generará cambios será crear mecanismos para
que las personas puedan generar sus propios ingresos. El
norte debe ser fortalecer a las personas para que puedan
efectivamente hacerse cargo de su proyecto de vida.
Restituir la dignidad y la cultura del trabajo son objetivos
que jamás pueden quedar de lado. Las personas necesitan
recuperar su ciudadanía y sustituir este cruel sistema
signado por las mercancías (la salud es una mercancía, la
educación y el trabajo también, hasta las personas devinimos
mercancías) por un sistema de derechos inalienables de las
personas.
Esto impone
mantener una visión estratégica y articular la satisfacción
de necesidades inmediatas, inmersas en procesos sostenibles
a largo plazo. Una política social así entendida puede
constituirse en política de desarrollo y de construcción de
ciudadanía. Los problemas sociales son complejos y
multidimensionales, esgrimir políticas sociales que impacten
verdaderamente supone hacerlo desde una visión global e
integral.
Danilo Veiga y
Ana Laura Rivoir en el trabajo que anteriormente citamos,
señalan una serie de aspectos que, a su juicio, deberían
tenerse en cuenta a la hora de diseñar políticas públicas.
Compartiremos algunos de ellos que nos resultan
especialmente importantes:
·
Relación técnico-político. Entrelazar los aspectos técnicos con las decisiones
políticas es uno de los ejes centrales. El saber técnico
–con una visión de lo viable y técnicamente posible–
articulado con el actor político es una de las renovaciones
urgentes a encarar.
·
Planificación, con seguimiento, control y
evaluación. Obviamente esto apunta a la optimización
de los recursos disponibles y a la asertividad de las
medidas que se implementen. El criterio es que las políticas
públicas no estén al vaivén de las veleidades de la
autoridad de turno.
·
Coordinación y articulación de actores. El criterio es potenciar y complementar no suplementar como
suele ser la lógica actual. Un país empobrecido no puede
darse esos lujos.
·
Participación Social.
El involucramiento de la gente en la puesta en práctica de
las políticas sociales es motor de su triunfo. Fortalecer
redes y esfuerzos ya existentes complementándolos con los
inexistentes. Es un elemento imperativo el adecuado manejo
de las expectativas, definiendo tanto las instancias como
los mecanismos mediante los cuales canalizar dicha
participación.
“En tal sentido, conviene tener presente que la
participación social vinculada a la solución o intervención
en problemas sociales, se encuentra en permanente dilema,
entre utilizarse para compensar vacíos que deja el Estado, o
constituir un elemento más para la construcción de
ciudadanía.”
Con estos
entendidos y con respecto a la infancia ¿qué es lo
prioritario?
· El organismo rector en
materia de Infancia y Adolescencia es el INAME. Es por tanto
el organismo que debe hacerse cargo no solamente de los
pobres, marginados, excluidos y de aquellos niños y jóvenes
en conflicto con la Ley Penal.
“No es sólo la cárcel para los pobres menores de edad, sino
que debe ser quien garantice la observancia y el ejercicio
pleno de los derechos de todos los niños, niñas y
adolescentes.”2
· Un
Sistema Nacional de Infancia
que evite la duplicación de
esfuerzos y las descoordinaciones, que involucre a todos los
actores – sociales e institucionales – para administrar las
políticas de infancia, adolescencia y familia.
· Atender la alimentación. Aunque debamos focalizar sobre la emergencia – madres
adolescentes y sus hijos, niños y niñas desde los dos años a
la pubertad – no podemos descuidar la integralidad con
programas que involucren a los individuos de las familias y
las comunidades para enfrentar sus problemas, restituyendo y
fortaleciendo sus propias capacidades. Algunos ejemplos:
huertas escolares y/o cooperativas de autoconsumo. Atención
alimentaria en las Escuelas Públicas (desayuno, almuerzo y
merienda) de los escolares también los sábados, domingos y
feriados con participación de las familias y las
organizaciones de la zona.
“En este sentido, corresponde observar que la
experiencia internacional indica que no se pueden reforzar
los mecanismos de integración social, sin reforzar el
Estado. En la medida que los desafíos emergentes en
contextos de globalización, fragmentación socioeconómica y
crisis como en la actualidad; necesariamente requieren el
aumento de la protección social, implementando políticas
sociales para los sectores y áreas más carenciadas, a nivel
de las diferentes instituciones del Estado, Municipios, Ongs,
etc,”
( Mingione y Oberti 2001)
En consecuencia
con lo citado es imposible quebrar el círculo y reproducción
de la pobreza sin por lo menos dos programas básicos a
desarrollar:
Instrumentación del Salario Social o
Renta Básica de Integración. Consiste en un subsidio
directo y contraprestaciones laborales para hogares con
ingreso cero. Deberá ser con carácter transitorio y como
contrapartida deberán desarrollarse trabajos aplicados a
diferentes obras y servicios. No habrá subsidio sin
contraprestación laboral.
Asignaciones Familiares. Elevar el tope de 3 Salarios Mínimos Nacionales establecido
por la Ley 17.139, posibilitando su extensión a todos los
hogares pobres sin distinción de composición del hogar.
Sólo resta decir
que esta es una apretadísima síntesis de conceptos, ideas y
proyectos que bien merecerían un abordaje más acabado. Tal
vez sirva como disparador de discusiones y nuevas ideas. Mi
ilusión es que más y más voluntades se sumen a la causa de
nuestros niños, niñas y adolescentes.
“El
bienestar de vuestra niñez debe convertirse en la
norma
más importante para medir vuestros
logros individuales
como dirigentes”.
Sra. Carol Bellami
Secretaria Ejecutiva de
UNICEF
|
Daisy Tourné
Maestra,
Psicóloga Social
y Diputada Nacional
2 de julio de
2004
NOTAS
1
Fragmentación Socioeconómica y
Desigualdades. Desafíos para las Políticas Pública. Veiga y
Rivoir .FESUR
2
Documento POLÍTICAS SOCIALES
PARA UN PAÍS MÁS JUSTO. EP- FA
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