-¿Qué es Cuatro Cabezas
y cómo empezó?
-Es una productora de televisión independiente que comenzó a
trabajar hace unos doce años, y ahora se ha convertido en una empresa
multimedios: tiene una radio FM (X4), una empresa de branding*
para internet, otra que produce comerciales publicitarios -4K Films- y
tiene filiales en España y en Chile. Con el paso de los años se ha
convertido en una generadora de contenidos para todos estos espacios.
Cuando empezó, en 1995, éramos diez personas; ahora somos cerca de 250
empleados.
-Es una historia que se
destaca en la región como una experiencia independiente exitosa y, por
eso, rara.
-En la Argentina de los años 90 ocurrió que los canales de
televisión empezaron a tercerizar su producción para bajar costos, pero
también para introducir más agilidad y creatividad en su programación.
Eso dio lugar a un fenómeno único en Latinoamérica, porque no existe
algo similar en México o en Brasil, que son los otros dos mercados
fuertes para la televisión. Algunas empresas crecieron en ese contexto,
y ahora en Argentina hay no menos de cinco o seis productoras entre
medianas y grandes, y entre diez y veinte pequeñas. Todas tienen trabajo
y algunas hasta son contratadas desde el exterior para generar
contenidos a pedido.
-¿Cuál es tu papel en
Cuatro Cabezas?
-Empecé en 1995 como asistente de producción, después fui
productor, coordinador de producción, luego productor ejecutivo y ahora
soy gerente de producción, esto es, soy quien organiza los equipos para
cada uno de los programas y también me involucro con alguna parte de los
contenidos.
-¿Cuáles son esos
contenidos?
-Cuatro Cabezas siempre ha sido una productora periodística y
de entretenimiento, nunca hizo ficción. Trabajamos sobre dos sectores:
producciones para la televisión argentina y otras para los cables
estadounidenses y de otros países. A veces generamos programas que
nosotros les ofrecemos a los canales, y en ocasiones son ellos quienes
nos piden un producto concreto y definido o con una idea básica general.
Podemos hacer desde programas como La Liga o Punto Doc
–precursor del primero-, que son periodísticos comprometidos, hasta el
Diario de Viaje de una conejita de Play Boy. Entre estos extremos
el rango de cosas que podemos hacer es casi infinito: un reality
show, una competencia de estudiantes para hacer un cortometraje, la
cobertura de una competencia deportiva en la que se atraviesa la montaña
desde Argentina hacia Chile, documentales para History Channel o para
Discovery.
-Cuatro Cabezas, sin
embargo, está asociada a una imagen iconoclasta, provocadora,
innovadora.
-Esa fue la imagen con la cual comenzó la empresa, generando
dos productos que -aunque suene arrogante debo decirlo porque es cierto-
cambiaron la manera de ver la televisión en Argentina. Empezó con El
Rayo, que fue estéticamente muy innovador, cuya edición, se dijo, se
parecía a la de un videoclip. Hoy, doce años después, todo en la
televisión está hecho de esa forma. El otro producto que cimentó esa
imagen fue Caiga Quien Caiga (CQC), que desafiaba frontalmente al
modelo periodístico y estético dominante y se burlaba de él. Desde
entonces la empresa tiene esa imagen que vos describís, y es cómodo
estar en un lugar donde se es siempre joven y políticamente incorrecto.
-Otros de los productos
que mencionaste son bien distintos de éstos. ¿Se están “aburguesando”?
-No, para nada. Lo que ocurre es que los operadores de los
canales acuden a nosotros para que le demos un toque políticamente
incorrecto y ágil a sus propias ideas. En definitiva esa es la frutilla
de la empresa: un know how sobre la manera de contar las cosas,
las historias, los hechos, la información.
-Ese sello irreverente pero a la vez de rigurosidad periodística de
Cuatro Cabezas, ¿transforma sus productos en más creíbles para la
audiencia? ¿La gente está harta de ciertos formatos acartonados y la
preferencia se basa esencialmente en un placer estético?
-Depende un poco de los productos. La Liga, por
ejemplo, cuenta temas ya trillados, por decirlo así, pero lo hace de una
manera novedosa, amena, comprensible, y conseguir eso es para nosotros
un verdadero hallazgo. Otras veces History Channel nos solicita un
producto y ahí trabajamos en un molde de televisión estándar. También se
da que nos pidan algún producto renovador dentro de los parámetros
generales que ya tiene un canal, y ahí sale, por ejemplo, Historias
Secretas, que lo hacemos para History Channel y donde combinamos lo
clásico con lo nuestro, obteniendo un resultado entretenido.
-¿Cuatro Cabezas surge
de una individualidad especialmente genial o tiene que ver con la
formación institucional de los/as comunicadores/as en Argentina?
-Creo que la peculiaridad de la productora se debe al talento
de uno de sus dueños que es Diego Guebel, que supo ver un nicho vacante
y ocuparlo, y esto se reprodujo en España, en Chile, y probablemente se
siga expandiendo. De hecho se están vendiendo formatos a Italia, Estados
Unidos, Israel; CQC ya se hace en siete países. Cuatro Cabezas es
el resultado de la visión de este hombre. La escuela es la propia
empresa. El 95 por ciento de quienes trabajamos en Cuatro Cabezas nos
formamos allí. El método de trabajo es totalmente casero, es el nuestro
y el que nos gusta aplicar, y cuando debemos elegir a alguien para que
ocupe un cargo de responsabilidad, nos sentimos mucho más tranquilos si
se trata de una persona que “creció” con nosotros.
-¿Cómo valoras recibir
este Premio Derechos Humanos de Periodismo?
-Es muy excepcional poder venir a Brasil a recibir un premio,
ya que esta es una plaza muy auto referenciada, a veces hasta cerrada a
lo que venga de afuera. De hecho, estamos buscando asociaciones posibles
con productoras independientes de Brasil, pero aún no consolidamos nada.
Este premio es un incentivo para seguir contando estas cosas, estos
procesos sociales que no son habitualmente colocadas en las pantallas de
televisión, entre otras cosas porque son esfuerzos de producción muy
fuertes. Para el programa premiado hicimos rodajes en varias localidades
de Argentina, en Uruguay y en España. Los presupuestos siempre ponen
límites, y estos enfoques y temas no son precisamente los más rentables.
A veces invertimos meses de trabajo de un equipo pluridisciplinario para
obtener 40 minutos de programa. Los obstáculos son muchos y hay que
saber y poder sortearlos. No siempre lo logramos. Casi siempre tocamos
muy fuertes intereses económicos, y eso ahuyenta a algunos auspiciantes.
Nos defendemos aportando el máximo de creatividad. En ese marco, este
premio es un verdadero estímulo.
Carlos Amorín
©
Rel-UITA
15 de diciembre de 2006 |
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