La
pulseada
|
La
perspectiva de una oleada de juicios por violaciones a los derechos humanos
bajo la dictadura volvió a plantear un escenario de medición de fuerzas
entre el poder político y las Fuerzas Armadas.
También quedaron expuestas una vez más
contradicciones entre las organizaciones sociales y el gobierno del Frente
Amplio a la hora de enfrentar las presiones de las Fuerzas Armadas y de
pararse ante el tema del castigo a los culpables de delitos de lesa
humanidad.
El martes 1º de febrero decenas de
militares comenzaron a ser citados por la justicia por casos de
desapariciones, homicidios y torturas en los años setenta y ochenta.
Entre los días 7 y 14 una veintena de
uniformados deberían prestar declaración, y luego, de a poco, otros irán
desfilando por los tribunales, hasta llegar tal vez a 150, entre retirados y
en activo de diversa graduación. Varios de ellos son verdaderos gerontes, y
algunos pocos (una decena) ya están presos.
Como cada vez que corren riesgo de ser
procesados y marchar a la cárcel, los militares reaccionan. Con mayor o
menor vehemencia.
En voz fuerte reaccionan los gerontes
retirados, sotto voce lo hacen buena parte de los oficiales en actividad,
que cuando pueden (y en estos años han podido muchas veces) asumen la
defensa de sus camaradas de armas “perseguidos”.
Algunos ejemplos
Tres oficiales acusados de un asesinato
cometido años después del retorno a la democracia, el del ex agente de la
policía secreta de la dictadura chilena
Eugenio Berríos, ejecutado en
Uruguay
a comienzos de los años noventa, han contado con abogados pagos por las
Fuerzas Armadas uruguayas. Los tres están presos en Santiago. Se dijo de ese
caso que era una prolongación del Plan Cóndor en democracia.
Los retirados no
se privan de amenazar. A la justicia, al poder político, y
también a sus propios camaradas en activo, por si se vieran
tentados a dejarlos solos y abandonarlos a su suerte.
|
Más recientemente, el general
Miguel Dalmao,
el único oficial en actividad enviado a prisión (por el asesinato de una
joven militante comunista en 1975), fue defendido públicamente por otros
militares con mando de tropa.
Numerosas fueron las veces en que
comandantes en jefe o altos oficiales en activo declararon en público su
oposición a cualquier intento de “revisar” la ley de Caducidad de la
Pretensión Punitiva del Estado, que en 1986 intentó asegurarles impunidad.
Aun con mucho menos poder real de
amedrentamiento que dos décadas largas atrás, cuando con la complicidad de
una parte de la dirigencia política de la época pesaron de tal manera que
lograron la aprobación de esa ley, los militares siguen de todas maneras
operando para que nunca más uno de ellos sea castigado por sus crímenes y
que los pocos que ya lo han sido, aprovechando los “huecos” que la ley deja,
sean liberados.
Los retirados no se privan de amenazar. A
la justicia, al poder político, y también a sus propios camaradas en activo,
por si se vieran tentados a dejarlos solos y abandonarlos a su suerte.
A fines de enero, el
Foro Libertad y Concordia, una “instancia informal” que según versiones de prensa
nuclearía entre 1.200 y 1.500 retirados de 29 promociones castrenses,
dirigió una carta a los comandantes de las tres armas en la que se dicen
preocupados por “la profundización del hostigamiento a las Fuerzas
Armadas y policiales”.
En el mensaje señalan que podrían no presentarse a declarar
ante los tribunales y sostienen que se sienten traicionados por el
presidente, y ex dirigente guerrillero, José Mujica, de quien dicen
haber tenido señales de que no habría nuevos juicios contra ellos.
Los “foristas” afirman que
comenzaron a reunirse a fines del año pasado, cuando les
quedó claro que el gobierno de Mujica iría más lejos que su
predecesor Tabaré Vázquez en el “hostigamiento” a las Fuerzas Armadas
y continuaría encontrándole vueltas de tuerca a la ley de 1986 para
habilitar procesos judiciales a militares, policías y civiles.
El colmo para ellos lo representó, en 2010, el procesamiento y envío a
prisión de Dalmao, “un punto de quiebre, de inflexión”
que no habría recibido de las jerarquías de las Fuerzas Armadas, según
señalan, “la respuesta contundente” que “merecía”.
El
diario Últimas Noticias, reputado por su facilidad de acceso a
“fuentes militares”, afirmó que una delegación de ese grupo de retirados
había sido recibida por los tres comandantes.
Paralelamente a los comunicados del Foro, uno de los pocos oficiales que hoy
están en prisión, el coronel retirado
Gilberto Vázquez,
salió a la prensa a justificar las torturas y desapariciones de opositores
políticos en los años setenta y ochenta.
Eran
“necesarias”, dijo al diario Últimas Noticias: las torturas, para
“arrancar información al enemigo”, y la desaparición de los
cuerpos de quienes morían “por error” durante la aplicación de
los tormentos, “por razones económicas”. “El país se salvaba por el turismo y se
necesitaba dar una sensación de tranquilidad para favorecer la inversión. La
orden fue que cuando muriera alguno, no apareciera. Esto vino de arriba y
parecía razonable”, declaró.
Vázquez declaró también que “se veía venir” la
reacción de sus camaradas retirados y su eventual resistencia a citaciones
de la justicia. “El negocio” ya no cierra, dijo, aludiendo a
negociaciones que habrían tenido lugar con el anterior gobierno para que
fueran a prisión sólo unos pocos militares (los más connotados, él incluido)
en representación de todos.
Eran “necesarias”, dijo al diario Últimas
Noticias: las torturas, para “arrancar información al
enemigo”, y la desaparición de los cuerpos de quienes
morían “por error” durante la aplicación de los
tormentos, “por razones económicas”.
“El
país se salvaba por el turismo y se necesitaba dar una sensación
de tranquilidad para favorecer la inversión.
|
La suma de movimientos desde filas
militares llevó al gobierno de
Mujica a reaccionar, algo más fuerte que lo que lo había hecho en ocasiones
anteriores.
Dos de sus principales integrantes, el
secretario de la Presidencia Alberto Breccia y el ministro de Defensa
Luis Rosadilla,
dijeron el martes 1º en una conferencia de prensa que el gobierno no
toleraría desacatos a la justicia ni la asunción por parte de las Fuerzas
Armadas de posturas políticas o la “defensa institucional de personas
indagadas por diversos delitos".
Pero ni
Breccia ni
Rosadilla encontraron motivos para reprochar a los mandos
haberse reunido con representantes de los retirados. No fueron reuniones
políticas, los comandantes se limitaron a recibir una carta, dijeron.
El lunes, organizaciones
sociales y la central sindical PIT-CNT realizaron movilizaciones
callejeras para “poner un freno a las amenazas militares” y anular en el
parlamento la ley de 1986, un tema que sigue dividiendo al gobernante Frente
Amplio y al propio Poder Ejecutivo.
Washington Beltrán,
integrante de la Secretaría de Derechos Humanos del PIT-CNT, dijo que
“el conjunto del movimiento sindical está preocupado por el cúmulo de
declaraciones de militares. Son pruebitas que se le hacen a la democracia,
pero si no se actúa en consecuencia se vuelve un problema grave para toda la
sociedad. El gobierno no puede tolerar que los comandantes se reúnan con los
retirados en este contexto. Es un acto político que justificaría aplicar
sanciones”.
La central sindical está
coordinando con otras organizaciones sociales la convocatoria a un acto
público “en defensa de la democracia” para fines de este mes.
|
En Montevideo,
Daniel Gatti Rel-UITA 2 de
febrero de 2011 |
|
|
|
|
|
Volver a
Portada
|
UITA - Secretaría Regional
Latinoamericana - Montevideo - Uruguay
Wilson
Ferreira Aldunate 1229 / 201 - Tel. (598 2) 900 7473 - 902 1048 -
Fax 903 0905
|