En
Toledo, una localidad ubicada en el departamento de
Canelones, unos 20 kilómetros al oeste de Montevideo, 70
por ciento de las denuncias de violencia doméstica
registradas tienen como responsables a personal del
Batallón 14 de Paracaidistas y también de la Escuela
Militar.
“Vas
por las calles del pueblo y ves a las mujeres con los
ojos negros o niños a los que los ponen a hacer plantón”
(permanecer largas horas de pie), señaló el diputado
Esteban Pérez, de la coalición progresista Frente
Amplio, hoy gobernante en Uruguay.
Según el legislador, que reside en Toledo, los soldados
de esos regimientos aplican a sus parejas e incluso a
sus hijos algunas de las técnicas de tortura más
utilizadas en épocas de la dictadura en la represión
contra los opositores. Entre ellas citó el submarino
(sumergir la cabeza de la víctima hasta prácticamente
asfixiarla), los golpes con cachiporras o el plantón.
“Han
trasladado a la intimidad de sus hogares lo que hacían
ellos mismos o sus mayores en aquellos años con los
militantes políticos o sindicales que permanecían
detenidos en sus instalaciones”, denunció.
Pérez
atribuyó el fenómeno a que en las Fuerzas Armadas
uruguayas no ha habido una real depuración de sus
efectivos, a que “lo que se enseña en los cuarteles no
difiere básicamente de lo que se enseñaba bajo la
dictadura” y a las condiciones de vida miserables de los
uniformados, sobre todo los de menor rango.
“En
muchas familias de la zona de Toledo se viven
situaciones extremas, de pobreza material y moral, que
se traducen en hechos de extrema violencia, y en la
mayoría de ellas los protagonistas son soldados del
Batallón 14 o de la Escuela Militar”, dijo el diputado.
El
delito de violencia doméstica es el más denunciado en la
localidad, y “seguramente los casos que se denuncian son
muy inferiores a la realidad”, ya que se sabe de muchas
mujeres que han retirado denuncias que formularon “por
temor a las represalias, por hartazgo ante la inacción
de la justicia o de otras dependencias públicas, o por
la dependencia económica que tienen respecto a sus
parejas”.
Pérez
pidió a la ministra de Defensa, la socialista Azucena
Berrutti, que se instrumente “un trabajo educativo
en estas unidades con el doble objetivo de educar y
prevenir” y “un seguimiento profesional, por medio de
psicólogos y de asistentes sociales, del entorno
familiar y social de los uniformados para atacar las
causas en sus raíces”. También pidió que se cambie
radicalmente la instrucción que reciben estos militares.
“No
precisamos soldados transformados en monstruos porque no
vamos a invadir Vietnam”, ironizó.
El
Batallón 14 fue uno de los centros clandestinos
empleados por la dictadura para mantener detenidos,
torturar e incluso asesinar o hacer desaparecer a
opositores políticos. Se sospechó que en sus predios
hubiera habido enterramientos de cuerpos de detenidos
desaparecidos, en parte porque así lo afirmaron los
mandos del Ejército en un informe elevado al presidente
Tabaré Vázquez en 2005.
Por
otro lado, la denuncia de Pérez se difunde en
momentos en que se conocen nuevos datos sobre la
magnitud de la violencia doméstica en Uruguay.
De
acuerdo a un informe del Observatorio Nacional sobre
Violencia y Criminalidad del Ministerio del Interior
divulgado esta semana, las denuncias por agresiones en
el hogar crecieron 56 por ciento en los primeros seis
meses de este año respecto al mismo período de 2006.
Si
bien los hechos de violencia doméstica atraviesan
horizontalmente a toda la sociedad y no se puede
establecer con exactitud un identikit, un perfil tipo de
los victimarios, una categoría está sobrerrepresentada
en el fenómeno: el personal policial y militar.
Reconociendo esa realidad, las propias autoridades del
Ministerio del Interior han relanzado iniciativas para
“trabajar” el tema en la interna de la policía. Se
presume que ahora podría haber una reacción similar del
Ministerio de Defensa.
En Montevideo,
Daniel Gatti
© Rel-UITA
20 de julio de 2007 |
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