Macarena Gelman y Eduardo Galeano |
Macarena y Juan
Gelman |
Nunca sintió rechazo por la historia que le tocó vivir pero tiene muy
presente que no la eligió. Macarena Gelman, diez años después de
haber recuperado su identidad, siente que está en el momento de empezar a
elegir y proyectarse. No se amparará en la Ley de Reparación Integral.
Entiende que su camino ahora es la denuncia ante la Corte Interamericana de
Derechos Humanos y considera que esta instancia debe ser decisiva para dejar
sin efecto la Ley de Caducidad, pero le preocupa qué definición tomará el
gobierno. Para que
José Mujica
sea el presidente de todos, señala, debería “despegarse” de su lugar de
víctima.
-¿Cómo fuiste procesando
tu historia reciente?
-En los últimos diez
años, es mucho tiempo... Siempre traté de que la evolución fuera natural,
lejos de las presiones, fuera de los medios, fuera de la política y de los
familiares. Totalmente es imposible, pero siempre traté de despejarlo y de
hacer lo que yo sentía y quería, sin dejarme influenciar y pensando
independientemente. Así lo hice y con eso realmente estoy muy conforme. Por
supuesto que tuve presiones, no necesariamente intencionales. Hubo varias
etapas. Desde el comienzo nunca tuve un rechazo hacia lo que fui sabiendo;
al contrario, lo acepté. Tiene que ver con esas cosas que uno no elige y
llega un momento en que uno tiene que empezar a elegir, ver con toda esta
historia qué es lo que yo puedo empezar a elegir, tomar las riendas de mi
vida y pensar en un futuro. Durante mucho tiempo me costó pensar en un
futuro. Vivía el hoy totalmente y lo único que sabía era lo que tenía que
hacer dentro de una semana o un mes, pero me era muy difícil proyectarme en
absolutamente todo. Estuve acompañada y tuve contención; si no, hubiera sido
imposible estar hoy acá, pero tuvo que ver también con empezar a
completarme. La verdad desde cualquier lugar completa, aunque a veces la
verdad no es la que uno quisiera. Pero creo que es el momento de empezar a
ver qué es lo que quiero y de proyectarme un futuro, no se puede vivir tan
encima de las cosas.
-¿Qué quedó de la
Macarena anterior a conocer la verdad?
-Lo que aprendí, los
valores. Fueron 23 años. No creo que para alguien sea posible borrar 23 años
de su vida. Además, tampoco tengo rechazo hacia ellos. Tuve la vida que
tuve, me divertí, fui querida. Tuve unos papás que, más allá de no ser los
biológicos, me dieron todo el amor de padres que pudieron darme y creo que
eso es lindo y no hay por qué borrarlo. Lo que soy hoy tiene muchísimo que
ver con lo que fui a lo largo de todos esos años.
-¿Dónde esperaste el 25
de octubre el resultado del plebiscito por el Sí?
-En la casa de
Eduardo Galeano. Con él, con su esposa. Son dos personas que me han
apoyado muchísimo, han compartido muchísimo conmigo todos estos años y me
han ayudado a no sentirme sola.
-¿Qué sentiste cuando se
supo que la ley no iba a ser anulada?
-A mí no me sorprendió
tanto. Miraba la intención de voto durante los días previos y estaba claro
que no había una clara definición, haya tenido que ver con lo que haya
tenido que ver. Ahora debe haber mucha autocrítica; hay que preguntarse por
qué llegamos a estos resultados.
-¿Eduardo Galeano qué te
dijo?
-[Se ríe]. Bueno, fue
una etapa de la bronca. Los primeros momentos son los de la bronca y el “por
qué no”. De la impotencia, de la angustia, de pensar cómo seguimos de esta
manera habiendo pasado tantos años. Fue lo que pasó y por más que duela hay
que tratar de aprender.
-¿Fue un error el
plebiscito?
-Sí. Mirándolo a la
distancia fue un error, pero también hay que ver por qué fue un error. El
plebiscito surge ante la falta de una respuesta política, el poder político
fundamentalmente tiene que hacer una autocrítica seria de esto. No había
intenciones en el gobierno de Tabaré Vázquez de remover esta
ley, él había asumido un compromiso público, no era ningún misterio.
-¿Y ahora visualizás
cuáles son las intenciones del nuevo gobierno?
-Me aparto de las
intenciones porque estoy en el comienzo de un juicio en el marco de la
Convención Interamericana de Derechos Humanos y una de las recomendaciones
que hace y que no fue cumplida por el Estado es la de remover la Ley de
Caducidad. Ahora me dejan de preocupar las intenciones y me empieza a
preocupar si el gobierno va a hacer lo que debe hacer. Más allá de las
posturas personales, esta ley fue declarada inconstitucional y va en contra
de todos los tratados internacionales que firmó Uruguay. Y teniendo
la experiencia que se tuvo, no hay otro camino que la anulación.
-¿Tenés claro que esta
instancia en la Corte puede ser decisiva en ese camino?
-Es lo que debería ser.
Realmente no sé qué posición va a tomar el gobierno. Cuando se llega a una
instancia de éstas es porque se ha recorrido mucho y se ha hablado
demasiado. Es el momento de hacer lo que se debe hacer.
-¿Cómo te juega el hecho
de que esta instancia clave esté personificada en tu nombre?
-Está bien, pero no va
por ahí. Lo decisivo es la historia. Me tocó a mí, pero le podría haber
tocado a cualquiera de los familiares tener que llegar a una demanda, a la
que llegamos porque se nos negó en varias oportunidades el acceso a la
justicia. ¿Cómo lo llevo todos los días? No sabría decirte.
-¿Y la espera cómo es?
-Calma en el sentido de
que siento que los jueces van teniendo un camino y una meta, quizás no sea
el final. Para mí esto tiene mucho de etapas y de cierre de etapas. La etapa
de buscar -a pesar de que se va a seguir buscando toda la vida- y la etapa
del diálogo, lamentablemente, se terminaron y no dieron frutos. Lo que queda
es esto. Para mí es bastante triste que las cosas tengan que venir de
afuera.
Verdad
-¿Encontraste
respuestas?
-Me quedan muchísimas
preguntas y tengo algunas respuestas. Lo que más angustia e impotencia me da
es que están las respuestas disponibles. Acá no hubo un accidente de avión y
mi mamá cayó en algún lado, se hizo una búsqueda y no se encontró. Acá las
repuestas las tienen personas con rostros, con nombres, que están vivas y se
niegan sistemáticamente a decir la verdad.
-¿Existen posibilidades
de llegar a la verdad todavía?
-Quiero pensar que sí.
Creo que va a llegar. También son seres humanos. No tengo odio hacia ellos,
no me hace feliz que estén presos, pienso en sus familias y en sus hijos. El
tema viene cuando pienso en mi familia y en tantas otras a las cuales no
tuvieron ningún problema en destruir, porque la desaparición de los hijos
destruye cualquier familia. Se me hace difícil entender que haya seres
humanos que pueden llevar esa carga en la conciencia tanto tiempo y cómo
podrían, eventualmente, morir con eso.
-¿Impunidad?
-Sí, impunidad. Pero va
más allá de eso. Ahora están presos, llegará una condena pero,
¿qué nos da eso a todos
a la larga?
-¿Significó algo para ti
el procesamiento de Manual Cordero en Argentina por su participación en el
Plan Cóndor?
-Sí, por supuesto.
También viene de afuera. Significa que se quiere hacer justicia. Ahora, que
la justicia se haga depende de otras muchas cosas.
-¿Sin verdad no hay
justicia?
-No.
-¿Indulto a cambio de la
verdad?
-El indulto no. Ahora se
está planteando el arresto domiciliario. Entiendo al presidente desde el
lugar de víctima que fue, pero no está en ese lugar porque se victimice.
Está por lo que significa su experiencia personal, con los sentimientos que
eso te da. Pero si quiere ser un presidente para todos -como él lo ha dicho
y creo que es su deseo- debería tratar de despegarse de eso. Es lo que hay
que tratar de hacer, incluso yo, porque entiendo que hay intereses de todos
que prevalecen a los particulares.
-¿Hay alguna forma de
que el pasado de Mujica no atraiga al pasado?
-Es muy difícil pero el
Estado es más amplio y creo que el presidente tiene que ver por la sociedad.
Éste no es un tema entre ellos [los tupamaros] y los militares. Éste es un
problema entre la sociedad y los militares que debe resolver la sociedad. No
lo va a poder resolver el presidente Mujica. Para eso se tienen que
habilitar todos los caminos de la justicia. Ayer el presidente [por el
martes, cuando estuvo en Durazno con los mandos de las Fuerzas Armadas]
decía: “Sentimos gente que, con razón o sin ella, reclama que hay que dar
vuelta la página y, al mismo tiempo, gente de nuestro pueblo, tan válida
como la otra, que grita por justicia, también con razón o sin ella.” La
justicia tiene que existir desde siempre y no es necesario que una víctima
pida justicia, los poderes del Estado deben velar por ella. No he visto
ningún militar arrepentido ni queriendo decir ninguna verdad, entonces para
mí es imposible pensar siquiera en un arresto domiciliario.
Reparos
-¿Vas a ampararte en la
Ley de Reparación Integral?
-No. Es una decisión que
tomé hace mucho tiempo. Con esa ley yo no me siento reparada en ningún
aspecto, en absolutamente nada. Uno de los porqués es que tenemos una Ley de
Caducidad. Otro motivo es que en esta ley no se reconoce explícitamente la
participación de Uruguay en el Plan Cóndor y de ninguna manera sin Plan
Cóndor hoy yo podría estar acá hablando contigo. De ninguna manera hubieran
pasado las cosas como pasaron. No digo que no hubieran pasado, pero no de la
forma en que sucedieron. Tengo claro que no se va a hacer una ley para casos
particulares pero no hay ningún punto que me satisfaga. Me parece que además
de un reconocimiento tiene que haber una actitud en consecuencia, aunque no
voy a negar los esfuerzos en ese sentido de ninguna manera.
-¿Cuál es tu consejo
para aquellos que puedan ser beneficiarios de la ley?
-Creo que a algunas
personas puede satisfacerlas y me parece totalmente justo. Esto es personal,
tiene que ver con lo que siente cada uno. Mi mamá no tenía ningún vínculo
con Uruguay. Que pongan una plaza no me va a llevar a pensar en ella.
En el único lugar donde se sabe que estuvo fue ahí [en el Calen]. No es nada
reparador que el lugar donde pasaron cosas siga siendo una dependencia
militar y sin el más mínimo indicio de lo que allí pasó. Mi camino es la
Corte Interamericana.
-¿Pudiste hacerte una
idea de cómo era tu mamá?
-Sí. Lamentablemente
tuvo una vida muy corta. Cuando yo me enteré ya era mayor de lo que era ella
cuando presuntamente la mataron.
-¿Te planteaste la idea
de ser madre?
-Prefiero no contestar
eso.
Proyectar
-Si tuvieras que
caracterizar a tu generación, ¿cómo lo harías?
-Fue la generación a la
que se le trató de borrar la memoria. Una generación que fue víctima de
mucho ocultamiento, que atravesó sin saber. Se le trató de matar la
iniciativa en muchas cosas. No tengo claro si es o no una generación de
transición. Pero hoy mi generación está en la edad de poder hacer mucho.
Tiene mucha potencialidad y lo que necesita es más espacio. No en el sentido
de reivindicar “espacios para los jóvenes”, porque tampoco somos tan
jóvenes.
-¿Te pareció llamativo
que la juventud que no convivió con la dictadura tomara riendas en campaña
por la anulación?
-Sí, me llamó la
atención y fue muy reconfortante. Fue muy lindo ver el involucramiento, pero
también faltó espacio y reconocimiento. Porque para otros ya era la segunda
experiencia y los sentimientos son diferentes. Estas cosas son las que deben
alentarse.
-¿Cómo pensás que se
acercaron a la verdad esos jóvenes?
-Por su inquietud. A su
vez, la gente estuvo dispuesta a dar su testimonio y a difundir qué fue lo
que pasó. La única manera es la transmisión del material escrito. Si uno
trata de entender la sociedad de hoy es imprescindible saber cómo era su
pasado. La valentía de querer saber eso no significa ni quedarse en el
pasado ni centrarse en él. Pero, en definitiva, es imprescindible saber. Se
facilitó el acceso de la información. En mi generación y la de los años
inmediatos se trató de no hablar “de eso”, de olvidar.
-¿Qué les tocará a los
hijos de esta generación?
-No sé qué les puede
llegar a tocar, pero van a tener motivos para seguir avanzando. Reparados
definitivamente no van a estar, pero vivirán en una sociedad más justa y con
mejores ejemplos.
-Supongamos que llegó el
día y la Ley de Caducidad quedó sin efecto. ¿Qué hay después?
-Alivio. Porque va a
abrir un camino y va a tirar abajo el tema de la impunidad. Vamos a poder
empezar a hablar de la primera reparación.