La activista Cindy Sheehan
decidió alejarse del movimiento
pacifista,
su renuncia
retrata crudamente la sociedad
norteamericana
El pasado 28 de mayo, Día del Recuerdo (Memorial Day, en
honor a los caídos en las
guerras), Cindy
Sheehan decidió dejar de ser
“el rostro” del movimiento
contra la guerra en Estados
Unidos, según explicó en
una carta de unas 1.245 palabras.
Sheehan,
quien pudiera considerarse una
típica ama de casa
norteamericana, nacida en 1957,
comenzó a cuestionar
públicamente la invasión de
Irak después de que su hijo
Casey muriera a los 24
años en Bagdad, en 2004. Un año
después logró atención nacional
e internacional cuando acampó
durante tres semanas frente a la
casa del presidente Bush
en Texas “para preguntarle
porqué noble causa murió mi
hijo”. Bush, el
presidente de la guerra,
nunca tuvo valor para
enfrentarla.
Inicialmente, el blanco principal de Sheehan era el
presidente y su partido
Republicano. Ella se transformó
en la “estrella” de la izquierda
y era invitada a foros,
conferencias, marchas. La
derecha, al unísono, la atacó
sin cesar y buscó por todos los
medios desacreditarla. Hasta que
ella empezó a cuestionar la
complicidad de los Demócratas.
Entonces, muchos “liberales”,
explica Sheehan,
comenzaron a atacarla igual que
los conservadores.
“Creo que nadie escuchaba cuando decía que el tema de la paz
no es cuestión de derecha o
izquierda, sino de política
justa o injusta”, expresa la
activista, para luego llegar más
lejos en su crítica. “Casey
murió por un país que se
preocupa más por quién será el
próximo ‘Idolo de América’ que
por cuántas personas morirán en
los próximos meses, mientras
Republicanos y Demócratas juegan
a la política con vidas
humanas”.
Sheehan
hace un profundo análisis del
poder norteamericano en manos de
dos partidos que más que
contrincantes son cómplices de
un status quo de desigualdad y
abusos de poder. “Alrededor del
mundo se ríen de nosotros porque
permitimos a nuestros políticos
facultades criminales, y si no
buscamos alternativas a este
sistema corrupto de ‘dos’
partidos, nuestra República
representativa morirá para ser
reemplazada por algo hacia donde
ya se está dirigiendo –sin
cuestionamientos– un basurero
corporativo fascista”.
Sheehan
tiene motivos para sus críticas.
El 25 de mayo el Congreso, con
mayoría Demócrata, aprobó una
ley otorgándole a Bush lo
que quería: 120 mil millones de
dólares hasta septiembre de 2007
para la guerra. En noviembre de
2006, en parte gracias a las
movilizaciones de los
inmigrantes, después de 13 años
los Demócratas recuperaron en
control de ambas cámaras del
Congreso. Las encuestas
indicaban el interés central de
los votantes de terminar la
guerra. Los Demócratas pasaron
una propuesta de ley en este
sentido sabiendo que Bush
la vetaría, pero en apenas unos
días aprobaron el presupuesto
solicitado desde la Casa Blanca.
“Pero la conclusión más devastadora a la que he llegado esta
mañana (28 de mayo) es que
Casey realmente murió por
nada. Su preciosa sangre se
derramó en un país lejano, sin
su familia que lo amaba, muerto
por su propio país que está en
manos –controlado– por una
maquinaria militar que controla
hasta los pensamientos”, agrega
Sheehan, aludiendo
también a la masiva propaganda
en favor de la guerra, con la
ayuda de los principales medios
de comunicación.
La activista muestra también su desilusión con la izquierda y
el movimiento pacifista, a los
que critica por hacer poco o por
anteponer su protagonismo y
egocentrismo al trabajo
político. En Estados
Unidos, el “centro” se ha
corrido hacia la derecha gracias
al trabajo constante y
disciplinado de grupos
conservadores y religiosos
quienes han logrado incorporar
su lenguaje al “debate” político
social. Así, la “lucha contra el
terrorismo”, “seguridad
fronteriza”, “libertad” y
“democracia” se han convertido
en parte del discurso y
justificación de Washington para
juzgar y atacar a otros países.
Internamente, dado que la ideología de la sociedad es la
ideología de la clase dominante,
es casi natural comprender que
el pueblo norteamericano está
controlado por la “fábrica de
sueños”, estilo Hollywood, con
que los medios y centros de
producción/reproducción de ideas
y percepciones –incluyendo la
mayoría de las iglesias–
bombardean a la población.
Sheenan
no tardó en comprender la
dimensión de este monstruo que
trabaja sin cesar para mantener
el control ideológico de la
población y ante el cual los
llamados “liberales” poco pueden
(o quieren) hacer. La principal
preocupación de Sheehan
va dirigida a los jóvenes que,
como su hijo, son carne de cañón
de la voracidad de las
corporaciones que organizan y se
benefician de las guerras a
través de los gobiernos que
instalan:
“Nuestros jóvenes han sido abandonados en Irak
indefinidamente por la cobardía
de sus líderes que los mueven
como peones sobre el tablero del
ajedrez de la destrucción,
mientras que los iraquíes han
sido destinados a la muerte, o a
una suerte peor que la muerte,
por personas que se preocupan
más por resultados electorales
que por la vida humana”.
Finalmente, Cindy Sheenan expresa su deseo de
dedicar tiempo a recomponer su
entorno familiar y sus finanzas
personales, después de varios
años de viajes y actividades
agotadoras donde no encontró el
eco esperado –aunque seguirá con
ciertas actividades. “Hasta
pronto”, dice en la parte final
de su carta, “no eres el país
que amo y me di cuenta que no
importa cuánto me sacrifiqué, no
puedo hacerte mejor salvo que tú
quieras. Ahora depende de ti”.
Es decir, de todos nosotros.
En Fresno,
Eduardo Stanley
6 de
junio
de
2007 |
|
|
|