Querido Señor Bush:
¿Tiene usted idea donde están todos nuestros
helicópteros? Cinco días después del paso del
huracán Katrina y todavía millares de personas
siguen atrapadas en Nueva Orleans y necesitando
transporte aéreo. ¿A qué lugar de la tierra
habrá mandado todos nuestros recursos militares?
¿Necesita usted ayuda para encontrarlos? Una vez
yo perdí mi coche en un estacionamiento y no me
quiero acordar del mal rato que tuve.
¿Tiene usted, también, alguna idea sobre dónde
están todos nuestros soldados encargados de
proteger nuestra nación? Porque realmente
podríamos usarlos justo ahora para el tipo de
tareas para la cual ellos se alistaron, como la
ayuda en desastres nacionales. ¿Cómo es que no
están allí?
Irak -
2003
La tripulación
antes de emprender el vuelo hacia Udairi
El jueves pasado estaba en el sur de Florida
sentado al aire libre mientras que el ojo del
huracán Katrina pasó sobre mi cabeza. Era
solamente de categoría 1, pero ya era bastante
fuerte. Once personas murieron y, a la fecha,
todavía hay miles de hogares sin energía
eléctrica. Esa noche el meteorólogo dijo que
esta tormenta se dirigía hacia Nueva Orleans.
¡Entonces era jueves! ¿Alguien se lo dijo a
usted?
Sé que a usted no le gusta interrumpir sus
vacaciones y sé que a usted no le gusta oír
malas noticias. Además, tenía que ir a ver a sus
proveedores de fondos electorales e ignorar y
difamar a las madres de los soldados
muertos.¡Usted si que las puso en su lugar!
Me gustó, especialmente, como, el día después
del huracán, en vez de volar a Luisiana, usted
voló a San Diego al partido con sus amigos
empresarios y benefactores. No deje que la gente
le critique por ello, después de todo, el
huracán era muy potente y qué podría hacer
usted, ¿poner su dedo en el dique?
Y no escuche a los que, en los próximos días,
revelen como usted redujo específicamente los
presupuestos para el cuerpo de ejército de
ingenieros destacados en Nueva Orleans el pasado
verano y por tercer año consecutivo.
Usted les dice que recortó muy poco los recursos
para asegurar esos diques, además, estos
ingenieros tenían un trabajo mucho más
importante de construcción: ¡EL EDIFICIO DE LA
DEMOCRACIA EN IRAK!
El pasado día 3, cuando usted finalmente terminó
sus vacaciones en su rancho, tengo que decir que
me conmovió cómo hizo que su piloto de la Fuerza
Aérea descendiera de las nubes mientras que
volaban sobre Nueva Orleans para que usted
pudiera echar un rápido vistazo del desastre.
Vale, yo sé que usted no podría haber parado
ahí, coger un megáfono, y entre las ruinas
actuar como un comandante en jefe. ¿Para qué?
¡Si ya había estado ahí!
Habrá los que intentarán politizar esta tragedia
e intentar utilizarla contra usted. Sólo debe
preocuparse de que lo suyos lo desacrediten. No
le preste apenas interés. No les responda. Ni
siquiera a esos científicos que predijeron que
esto sucedería porque el agua en el golfo de
México cada vez esta más caliente y más
caliente, con lo que una tormenta como esta es
inevitable. Ignore su cacareo sobre el cambio
del clima. No haga caso a ninguno de ellos. No
hay nada inusual en un huracán de fuerza 4 que
de lado a lado alcanzaría desde Nueva York a
Cleveland.
No, Señor Bush, usted ha estado en su sitio. No
es su problema que el treinta por ciento de
Nueva Orleans viva en la pobreza o que diez mil
personas no tuvieran ningún transporte para
salir de ciudad. ¡Así es el mundo, son negros!,
esto no tiene nada que ver con lo que sucedió en
Kennebunkport1. ¿Puede usted imaginarse lo que
es dejar a la gente blanca en sus azoteas por
cinco días? ¡No me haga reír! ¡La raza no tiene
nada -- NADA - que ver con esto!
¡Siga en lo mismo, Señor Bush. Trate de
encontrar unos cuantos de nuestros helicópteros
militares y envíelos para allá. Haga como si la
gente de Nueva Orleans y de la costa del Golfo
fuera de Tikrit.
Afectuosamente suyo, Michael Moore
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