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Un nuevo
informe de Amnistía Internacional muestra cómo la estrategia
de desmovilización de Colombia amenaza con consolidar el
paramilitarismo y garantizar que los responsables de algunas
de las peores atrocidades contra los derechos humanos siguen
matando, haciendo "desaparecer" y torturando casi con total
impunidad.
El informe documenta cómo la "desmovilización" del temido
Bloque Cacique Nutibara (BCN) de Medellín en noviembre de
2003 ha puesto de manifiesto la peligrosa parodia que
constituye la estrategia de desmovilización paramilitar.
Más que un escaparate de la estrategia nacional de
desmovilización del gobierno, la desmovilización del BCN ha
demostrado ser una mortal ilusión, conforme se expone en el
informe Colombia: Los paramilitares en Medellín:
¿desmovilización o legalización?
En Medellín, los paramilitares siguen actuando como una
fuerza militar, matando y amenazando a los defensores de los
derechos humanos y a los activistas comunitarios locales,
reclutando a miembros y actuando conjuntamente con las
fuerzas de seguridad. Sin embargo, en lugar de actuar en
grupos grandes, fuertemente armados y uniformados, como
hacían en el pasado, ahora encubren cada vez con más
frecuencia sus actividades fingiendo ser miembros de
empresas privadas de seguridad o actuando como informantes
para las fuerzas de seguridad.
Aunque en los últimos años el número de homicidios en
Medellín se ha reducido, los paramilitares siguen
controlando muchas partes de la ciudad, especialmente los
barrios pobres, por lo que la seguridad de la población
civil sigue dependiendo con frecuencia de los antojos de los
comandantes paramilitares locales.
"No puede garantizarse el Estado de derecho en una ciudad en
la que cualquier intento de cuestionar o desafiar el control
de las fuerzas paramilitares puede tener, y tiene, como
respuesta la violencia política", ha declarado Marcelo
Pollack, investigador de Amnistía Internacional sobre
Colombia.
Según el informe publicado por Amnistía Internacional, el
punto más débil del proceso de desmovilización paramilitar
es la recién aprobada Ley de Justicia y Paz y el Decreto
128, que otorgan el marco legal al proceso.
Esta legislación tiene como objetivo regular la
desmovilización concediendo a los miembros "desmovilizados"
de los grupos armados ilegales penas de prisión notablemente
reducidas. Pero la ley no pide nada a cambio a los
paramilitares: aquellos que se nieguen a decir toda la
verdad sobre las violaciones de derechos humanos que hayan
cometido pueden seguir disfrutando de todos los beneficios
que les otorga la ley.
"La Ley de Justicia y Paz abrirá la puerta al reciclaje de
los miembros de grupos paramilitares, incluso de aquellos
que sean responsables de homicidios, secuestros,
'desapariciones' y torturas, convirtiéndolos en guardias de
seguridad, policías civiles e informantes. Además, en el
futuro, la ley podría aplicarse también a los miembros de
grupos guerrilleros que han sido asimismo responsables de
abusos graves y reiterados contra los derechos humanos y el
derecho internacional humanitario", ha manifestado Marcelo
Pollack.
Miles de posibles autores de abusos contra los derechos
humanos se han beneficiado ya de amnistías de facto en
virtud de esta ley, mientras que existen pocas
probabilidades de que los responsables de respaldar y
financiar el paramilitarismo, incluidos los miembros de las
fuerzas de seguridad, salgan alguna vez a la luz y sean
procesados.
"Al garantizar que los responsables de crímenes de guerra y
crímenes contra la humanidad no rinden cuentas adecuadamente
de sus actos, y al alentar el 'reciclaje' de quienes han
cometido abusos contra los derechos humanos, el gobierno no
está apartando a los combatientes del conflicto, sino que
parece estar negociando contratos de impunidad", ha
declarado Marcelo Pollack.
Amnistía Internacional pide al gobierno de Colombia que
revise el actual marco jurídico para la desmovilización de
los miembros de grupos armados ilegales, con el fin de
garantizar que la ley:
-garantiza el derecho de las víctimas y sus familiares a la
verdad, la justicia y la reparación, asegurando que todos
los autores de abusos, y quienes los han respaldado militar
y económicamente, rinden cuentas de sus actos;
-introduce medidas concretas y efectivas para garantizar que
las víctimas y sus familiares, incluidas las mujeres y niñas
que han sufrido abusos sexuales y de otra índole en el
contexto del conflicto armado, reciben una reparación plena,
conforme establecen las normas internacionales;
-condiciona todo beneficio procesal, como penas de prisión
reducidas, a la plena colaboración de los combatientes con
las autoridades judiciales, y excluye de los beneficios
otorgados por la ley a todos los autores de violaciones de
derechos humanos;
-incluye medidas para garantizar que los combatientes
desmovilizados no son "reciclados" en el conflicto, lo cual
incluye prohibir que usen armas o que se conviertan en
empleados de las fuerzas de seguridad y empresas de
seguridad privadas, e impedir que realicen actividades de
inteligencia durante un periodo suficiente como para
asegurar que aquellos que puedan ser responsables de
violaciones graves de derechos humanos no se "reciclan" por
esta vía.
Amnistía Internacional pide asimismo a la comunidad
internacional que no respalde ni política ni económicamente
el proceso de desmovilización hasta que el gobierno
colombiano ponga en práctica un marco jurídico para la
desmovilización de los grupos armados ilegales que sea
plenamente conforme con las normas internacionales del
derecho de las víctimas a la verdad, la justicia y la
reparación;
Información complementaria
En los últimos 20 años, el conflicto armado de Colombia se
ha cobrado la vida de al menos 70.000 personas, la gran
mayoría de ellas civiles muertos fuera de combate, mientras
que más de tres millones de personas se han convertido en
desplazadas internas desde 1985. Decenas de miles de civiles
han sido torturados o secuestrados o han "desaparecido". La
gran mayoría de los homicidios de motivación política, las
"desapariciones" y las torturas perpetrados fuera de combate
han sido obra de paramilitares respaldados por el ejército.
El gobierno inició las conversaciones sobre desmovilización
con la agrupación de organizaciones paramilitares
Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) poco después de que
las AUC anunciaran un cese de hostilidades en diciembre de
2002. Según el acuerdo de Santa Fe de Ralito, firmado en
julio de 2003, las AUC se comprometieron a desmovilizar a
todos sus combatientes antes de que terminara el año 2005.
Hasta el momento, según los informes, se han desmovilizado
más de 8.000 paramilitares.
Sin embargo, las cifras más recientes sugieren que los
paramilitares han sido responsables de al menos 2.300
homicidios y "desapariciones" desde que declararon su cese
de hostilidades unilateral.
Amnistía Internacional
Convenio La Insignia / Rel-UITA
2 de setiembre del 2005
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