Paraguay

Prostitución infantil

Dos de cada tres trabajadoras sexuales

 son menores

 

UNICEF Paraguay reveló mediante una investigación de campo que la venta de niñas, la prostitución infantil y la utilización de menores para la pornografía son prácticas comunes en el país. Los datos demuestran que dos de cada tres trabajadoras sexuales son menores de edad, y que casi todas son “iniciadas” en esta actividad entre los 12 y 13 años de edad.

 

Es frecuente leer en los diarios locales informaciones sobre procedimientos realizados por la Fiscalía de la Niñez y la Adolescencia para rescatar niñas explotadas sexualmente en prostíbulos o casas de citas clandestinas diseminadas por todo el país. La mayoría de estas niñas son mantenidas en estos sitios en condiciones infrahumanas y casi siempre obligadas por el desamparo o la precaria situación económica de sus familias.

 

Recientemente, en una sola jornada la Fiscalía allanó siete casas de citas que funcionaban en la Colonia San Lorenzo, al norte del departamento del Alto Paraná, de las que rescataron a nueve menores del sexo femenino de entre 13 y 17 años de edad, quienes eran explotadas sexualmente por los dueños de estos locales, muchos de ellos de origen brasileño.

 

Según un informe proporcionado a los funcionarios fiscales, estos lugares que habitualmente funcionan como “bares” eran frecuentados principalmente por camioneros que no solamente utilizaban los servicios sexuales proporcionados por las niñas, sino que además las llevaban como acompañantes durante sus largos viajes, sometiéndolas a todo tipo de peligros y atrocidades.  Estos camioneros resultaban exigentes en sus gustos y demandaban que sus víctimas fueran cada vez más jóvenes.

 

Las niñas explotadas ni siquiera tenían documentos de identidad, pero los funcionarios fiscales estimaron que contaban entre 13 y 17 años. Todas las chicas rescatadas eran de escasos recursos económicos y fueron mantenidas en el lugar bajo amenazas o porque sus propios padres las habían vendido.

 

Este es sólo uno de los casos escalofriantes que en forma cada vez más frecuente se publican en los medios informativos.

El informe especial elaborado por la UNICEF Paraguay, refleja también esta cruda realidad y demuestra estadísticamente que dos de cada tres trabajadoras sexuales son menores.

 

En Paraguay, según el documento, la mayoría de las adolescentes víctimas de explotación sexual se ubica entre los 15 y 18 años de edad. El estudio también reveló que la actividad sexual de las menores se inicia entre los 12 y los 13 años.

El 98 por ciento de las niñas que se prostituyen percibe entre 30 y 50 mil guaraníes (entre 6 y 10 dólares) por el “servicio”.

 

Hasta por un plato de comida

 

El relator especial de la UNICEF que llevó adelante la investigación a pedido del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Paraguay, indicó en su informe que escuchó conmocionantes testimonios de muchachas de corta edad que se prostituyen por menos de 5 mil guaraníes (menos de 1 dólar) e incluso por un plato de comida.  

 

También menciona casos de niñas de tan sólo 8 años de edad que ya se inician  en la prostitución, inducidas por la situación de pobreza y desamparo en que viven. Estas pequeñas se pasan el día sin ir a la escuela, mendigando en las calles y ofreciendo “sus servicios” a los automovilistas a cambio de unas monedas, porque están obligadas a llevar dinero a sus casas sin importar el modo en que lo consigan, ya que en caso contrario sufrirán el maltrato físico de parte de sus propios padres.

 

El informe elaborado por UNICEF también se refiere a los lugares en donde las menores ejercen la prostitución, entre los que resaltan aquellos sitios considerados tradicionales como las calles y los prostíbulos de baja categoría, aunque también se puede acceder a los servicios sexuales con menores en centros comerciales, casas de masajes, centrales de camioneros y las terminales de ómnibus. 

 

También se “ofrecen” mujeres menores de edad en bares y lugares de venta de alcohol conocidos aquí como “copetines”, que en realidad son prostíbulos encubiertos.

Compelidas por la pobreza casi extrema en que se debaten sus familias en las zonas marginadas de la capital e interior del país, estas niñas generalmente caen en redes “invisibles” de explotación sexual tejidas en los barrios pobres de las ciudades, cruces de carreteras internacionales y parajes rurales.

 

Mediante la investigación de campo realizada se pudo concluir que en cada ciudad del interior del país existe una gran cantidad de prostíbulos encubiertos o escondidos. Es así que solamente en las localidades Los Cedrales (colonia de brasileños) y Santa Rita, en el departamento del Alto Paraná, se contabilizaron entre siete y nueve de estos lugares, mientras que en Coronel Oviedo, en el departamento de Caaguazú, en donde existe un cruce rutero  internacional, se detectaron hasta 107 locales. En la mayoría de los casos el encargado del copetín es el que oficia de “cafiche” o proxeneta.

 

En Asunción, la mayoría de las víctimas de explotación sexual llega del interior. Son pequeñas cuyos vínculos familiares se rompieron y en la mayoría de los casos cuentan con antecedentes de violación, abuso sexual o maltrato físico producidos dentro del mismo entorno.

 

El nivel de educación de estas niñas es por lo general muy bajo o casi nulo, y ante la falta total de recursos económicos y carencias afectivas, el vínculo con el proxeneta es su única referencia y resulta a veces muy difícil de romper.

La explotación sexual no sólo afecta a grupos socioeconómicos bajos, pues según el estudio existen evidencias de que se utilizan a adolescentes de clases económicas más pudientes para la prostitución y la pornografía encubiertas.

 

Explotación y crimen organizado

 

Según la referida investigación, hay señales claras de vinculación entre la explotación sexual y el crimen organizado. Las amenazas contra varios agentes sociales que trabajan en contacto con las víctimas de explotación sexual, como jueces de paz, funcionarios de las Consejerías Municipales para los Derechos del Niño, Niña y Adolescentes o educadores de la calle así lo atestiguan. Esto demuestra que hay poderes paralelos, fuertes y peligrosos, que operan y se benefician de las mayores y mejores ganancias económicas que genera la explotación sexual.  

 

La situación de las ciudades y puestos fronterizos son particularmente preocupantes porque constituyen sitios marcados dramáticamente por el tráfico de drogas, como por ejemplo la localidad de Capitán Bado, en el departamento del Amambay, colindante con el Brasil.  

 

En tanto que en la ciudad de Pedro Juan Caballero -también limítrofe con Brasil y muy conocida por ser un centro clave de producción de marihuana y comercio de drogas-, existen poderosos estancieros quienes prácticamente “compran” a chicas muy jóvenes entregando una pequeña cantidad de dinero a sus progenitores para mantenerlos callados.

 

Estas adolescentes viven por lo general en las haciendas en carácter de “novias” o “damas de compañía”, hasta que el “patrón” se canse de ellas y acaban convirtiéndolas en prostitutas o “mulas” para el traspaso de drogas hacia el otro lado de la frontera. Sólo durante 2003, unas 15 adolescentes con edades que variaban entre los 12 y 17 años fueron rescatadas de diversos sitios del departamento del Amambay en donde eran explotadas sexualmente o utilizadas para traficar droga.

 

En Ciudad del Este la situación no es mejor, pues aproximadamente 5 mil personas provenientes de Brasil traspasan diariamente el puesto fronterizo. Esta urbe constituye una “gran vitrina” para la captación de potenciales clientelas y el sitio ideal para el ejercicio de la prostitución de todo tipo, también la infantil. Por lo general, las autoridades de ambos países no ejercen ningún tipo de control para los menores que cruzan la frontera. 

 

En otros sectores del país, el panorama se agrava por la “trata de blancas”, cuyas víctimas por lo general son enviadas a España para obligarlas a prostituirse. En ese sentido, la Secretaría de la Mujer de Encarnación fronteriza con la ciudad argentina de Posadas, recibió varias denuncias verbales de madres que entregaron a sus niñas a terceros para que trabajaran como criadas en casas de familia, y accedieran por esta vía a una oportunidad de estudiar, pero en realidad fueron traficadas a España donde fueron prostituidas.

 

Por lo general las niñas rescatadas de sus proxenetas son enviadas al local del CEPRA, un centro de rehabilitación para niñas y niños víctimas de la explotación sexual, ubicada en Ciudad del Este y creado hace más de tres años con el apoyo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En este lugar reciben asistencia psicológica y médica, aprenden algunos oficios y también asisten a sus familias para que cuando salgan de ahí no las vuelvan a inducir a la prostitución.

 

Es un paso importante, aunque no obstante queda mucho por hacer, pues mientras siga existiendo un nivel tan marcado de desigualdades sociales y económicas en la sociedad paraguaya, especialmente en la rural, el gran flagelo que representa la prostitución infantil seguirá muy activo en las zonas urbanas y suburbanas del país.  

En Asunción, Rosalía Ciciolli

© Rel-UITA

17 de agosto de 2006

Rosalía Ciciolli

 

 

 

 Imágen: fond-ecran-image.com

 

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