Argentina – 24 de marzo de 1976

A 32 años del golpe de Estado
Un renovado “nunca más”

 

Orlando Ramón Agosti, Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera, integrantes de la Junta Militar que el 24 de marzo de 1976 se apoderó del gobierno e instauró una dictadura.

 

Videla, Harguindeguy, Nicolaides, Menéndez y Bussi son algunos de los acusados por la acción represiva conjunta de las dictaduras
del Cono Sur.

 

 

Cuando el general Jorge Rafael Videla asaltó el poder en 1976 -señala el periodista Jorge García Lupo- nadie sabía quién era. Pero como otros militares, destacados por su reconocida arbitrariedad, fue hijo dilecto de una institución “que se había ido convirtiendo en una verdadera maldición nacional, convenientemente recubierta de bruñido espíritu patriótico y con una cara presentable entre gran parte de la sociedad que comenzó a padecer su autoritarismo en la vida pública, y sus profundos desaciertos en el manejo de la economía, la política y la administración estatal”.

 

Desde joven, presentó una marca inalterable: la carencia de confianzas personales y la lealtad absoluta e invariable a la institución ejército. Un condiscípulo lo definió diciendo que para Videla era natural no proteger a un camarada y quedar bien con el superior.

 

Se cuenta que en una ocasión, el helicóptero que llevaba al presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse ya había despegado del helipuerto del Colegio Militar en El Palomar, pero el director del Colegio (Videla) seguía haciendo la venia, lo que dio motivo a Lanusse para decirle a su acompañante: “Mire qué pelotudo, vamos a llegar hasta las nubes y va a seguir haciendo la venia”.

 

Las tragedias de la “etapa Videla” desangraron a la República Argentina; las torturas, desapariciones, determinaron una polarización que parecía anunciar un estallido.

 

Años después debió responder por los horrores de su Gobierno. Videla -cuentan las crónicas- escuchó la sentencia como si se tratara de una condena a muerte. “No sintió dolor sino rabia, aunque pretendió presentar una actitud de indiferencia cuando, el 18 de setiembre de 1985, el fiscal Julio César Strassera culminó su intervención planteando el “Nunca más” que despertó un estruendoso aplauso.

 

El juicio que condenaba a los dictadores y torturadores de ayer -explican María Seoane y Vicente Muleiro en su libro “El Dictador”-, “fue uno de los partos más trabajosos de la democracia latinoamericana, y un momento traumático y fulgurante de la historia argentina”.

 

Se trata de hechos para analizar y no olvidar si se quiere preservar al futuro de los dolores de ayer. A la maldición de los militares militaristas, que ha asolado a países de Latinoamérica, habrá que oponer las enseñanzas democráticas de los héroes de la primera independencia. Héroes cuyo ideario incumplido está en los planteamientos de las fuerzas progresista de países que para su integración deberán completar su lucha contra el imperial interés ajeno.

 

 

En Montevideo, Guillermo Chifflet
Rel-UITA
24 de marzo de 2008

 

 

 

 

foto: www.pagina12.com.ar

 

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