Argentina
De ciertos
usos y costumbres
EEUU y la
retirada de Afganistán de Médicos Sin Fronteras. |
La ayuda humanitaria
es una de las víctimas de la guerra
que no cesa en
Afganistán.
La Oficina del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados
interrumpió el jueves último "hasta nuevo aviso" las
actividades de capacitación y financiamiento de los
retornados que llevaba a cabo en el sudeste del país por
intermedio de Malteser Hilfsdienst. Dos miembros de ese
organismo alemán fueron asesinados, muy probablemente por un
grupo talibán, cuando su vehículo se desplazaba por la
carretera Zurmat-Gardez, al norte de Kandahar. Ocho días
antes, Médicos Sin Fronteras (MSF) había anunciado la
suspensión de todos sus programas y su retirada completa de
Afganistán, luego de 24 años de labor continua allí que
ninguno de los variados regímenes políticos y militares que
se sucedieron en tal período logró suprimir.
Dos razones precipitaron la
decisión de MSF. La primera: el 2 de junio, cinco de sus
integrantes fueron asesinados en una emboscada talibana en
la provincia noroccidental de Baghdis, pese a que las siglas
de la organización identificaban claramente al vehículo que
los transportaba. Las autoridades afganas individualizaron a
los autores del atentado, pero no los detuvieron y ni
siquiera emitieron las correspondientes órdenes de captura.
"La falta de respuesta del gobierno a estos asesinatos
denota irresponsabilidad y falta de compromiso con la
seguridad del personal de atención médica que trabaja sobre
el terreno", acusó MSF. Es verdad que el "gobierno" de
Karzai controla poco más que Kabul y sus alrededores. No es
menos cierto que, en última instancia, resulta perjudicado
un sector muy vulnerable de los civiles afganos, siempre
tomados entre el fuego talibán y el de las tropas ocupantes.
La segunda razón es igualmente
bárbara. "La violencia contra los voluntarios de la
asistencia humanitaria -denuncia MSF- se produce en un
contexto en que la coalición dirigida por EE.UU. procura
persistentemente usar esa ayuda a fin de conseguir apoyo
para sus ambiciones militares y políticas." En efecto: el
12-5-04, MSF condenó públicamente la distribución de
volantes en el sur de Afganistán que conminaban a la
población a proporcionar datos sobre los talibanes y Al-Qaida;
de lo contrario, toda ayuda acabaría. Esta manera de "ganar
mentes y corazones" no logra hasta el momento suscitar mucha
información. En cambio, organismos como MSF aparecen ante
los afganos como carentes de la imparcialidad y la
neutralidad necesarias respecto de las partes en conflicto,
"poniendo en peligro la vida de los voluntarios y socavando
la asistencia a los necesitados". Más de 30 de esos
voluntarios fueron abatidos en Afganistán desde comienzos
del 2003. Los talibanes consideran que son "agentes
yanquis".
Se comprende "el profundo
sentimiento de tristeza y de cólera" con el que MSF anunció
su salida del país. Hasta los asesinatos del 2 de junio, 80
especialistas extranjeros y 1400 voluntarios locales
prestaban servicios básicos y hospitalarios de atención a la
salud en 13 provincias y llevaban adelante -entre otros-
programas destinados a reducir la tasa de mortalidad
materno-infantil y atemperar los estragos de la
tuberculosis. MSF está traspasando al Ministerio de Salud
afgano la ejecución de esos proyectos, con la pérdida
consiguiente de eficacia. La oferta de las fuerzas invasoras
-"ayuda por información" o "comida por delación"- ha tornado
muy borrosa la línea que separa la asistencia humanitaria de
los operativos militares.
"Esa asistencia sólo es posible
si las tropas respetan la seguridad de los voluntarios
empeñados en prestarla -señaló Michael Neuman, encargado de
programación de MSF (IPS, 4-8-04)-. Por eso exigimos a la
coalición que se abstenga de toda actividad que pretende
poner la ayuda humanitaria al servicio de sus objetivos
políticos y militares." Diderik van Halsema, miembro de MSF
que fue evacuado de Kabul, observó de camino al aeropuerto
que junto a su automóvil pasaban camionetas de color blanco
iguales a las que Médicos Sin Fronteras utilizó durante los
24 años que permaneció en Afganistán. Sólo que no portaban
identificación alguna y transportaban efectivos de la
coalición (boletín del MSF del 1-8-04). Los volantes
arrojados desde el aire que amenazaban con cortar toda clase
de ayuda si la población no aportaba inteligencia incluían
la imagen de una muchacha afgana cargando un costal de
trigo. Se trata de "un intento transparente e inaceptable de
tergiversar los principios humanitarios", calificó Kenny
Gluck, director de operaciones de MSF en los Países Bajos.
El lunes pasado, W. Bush lamentó que Médicos Sin Fronteras
dejara Afganistán. No me diga.
Juan Gelman
Página/12. Argentina
Convenio La Insignia / Rel-UITA
9 de agosto de 2004
(*) Artículo
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