El reciente procesamiento de varios empresarios
relacionados con empresas forestales ha dejado al
descubierto las situaciones vividas por varios
trabajadores, los que prácticamente se habían
transformado en esclavos del siglo XXI.
Simultáneamente con el inicio de la explotación forestal
por parte de grandes compañías en el departamento de
Rivera (al norte de Uruguay), comenzaron a aparecer los
llamados subcontratistas. Estas empresas -o pseudo
empresas- proveen de mano de obra a las grandes
forestadoras en condiciones tales que ya son varios los
juicios penales en su contra entablados por los
trabajadores.
Falta de elementos de seguridad, condiciones inhumanas
de trabajo, jornadas de más de 15 horas, sin pago de
horas extras y que comienzan a las 5 de la mañana cuando
el vehículo de la empresa recoge al personal –que
generalmente debe pagar por este servicio-, obligación
de llevarse su propia comida –si optan por la
suministrada por la empresa deberán pagar un precio
exorbitante- son algunos de los abusos que deben
soportar los obreros de la forestación.
El
compañero José Bautista, Presidente del sindicato del
sector, Soimanorpa, al ser consultado por un medio de
prensa, relató: "es tremendo, cuando caen los
inspectores de Trabajo los llevan a todos lados menos al
monte, allí es donde está el peligro".
Una
denuncia presentada por un grupo de trabajadores contra
un subcontratista, dejó en evidencia que dentro de la
empresa forestadora, a la cual proveía de personal, se
practicaba persecución a esos trabajadores. En las
últimas horas, el Ministerio de Trabajo y Seguridad
Social, representado por la inspectora general María
Narducci, procedió a multar a ambas empresas.
Los
cinco trabajadores despedidos, también denunciaron ante
las autoridades el no pago de sus haberes, el hecho de
que debieron comprar ellos mismos sus herramientas de
trabajo, y en ocasiones en que no llevaban comida, haber
pagado 100 pesos uruguayos (poco más de cuatro dólares)
por un plato de sopa. A pesar de lo manifestado por los
obreros, la forestadora se presentó en sede judicial,
manifestando que no conocía a los denunciantes y
aduciendo que ni la empresa subcontratista, ni los
obreros denunciantes, tenían contrato con la compañía.
Nosotros y los trabajadores sí conocemos a la compañía.
Se trata del grupo maderero estadounidense
Weyerhaueser
y sus subsidiarias en Uruguay
Colambade y
Los Piques,
que en total cuentan con una extensión de campos
forestados de 136 mil hectáreas en los departamentos de
Tacuarembó, Paysandú y Rivera. No es casualidad que el
estudio jurídico que se ocupa de los temas laborales de
la empresa pertenezca al Dr. Santiago Pérez del
Castillo, ex ministro de Trabajo del anterior gobierno,
asesoría a la que no renunció durante el tiempo en que
se desempeñó en el ministerio.
Para
desconsuelo de Colambade -y otros malos empleadores-
algunas cosas cambiaron en los últimos años en Uruguay y
no tendrá más remedio que aceptarlo.
1.-
Hoy los sindicatos son escuchados. Y la participación
del Soimanorpa fue decisiva para el fallo de la
Justicia, dado que se pudo comprobar la responsabilidad
de la forestadora como co-empleador de los denunciantes,
atento a que la citada empresa adjudicó a la
subcontratista tareas esenciales como la poda, labor que
llevaban a cabo los obreros despedidos.
2.-
Como consecuencia de las actividades emprendidas por la
UITA y un número importante de sindicatos rurales, en
2004 Uruguay ratificó el Convenio Nº 184 de la OIT que
regula la “Seguridad
y la Salud en la Agricultura”,
que también
cubre a los trabajadores forestales.
3.-
Varios parlamentarios pertenecientes a la fuerza
política actualmente en el gobierno, con el beneplácito
del Ministerio de Trabajo, están impulsando una ley
mediante la cual los empleadores serán solidariamente
responsables con las acciones de sus subcontratistas.
Enildo Iglesias y Amalia Antúnez
©
Rel-Uita
17 de noviembre de
2006