Brasil

Violencia cero en Pará

Campaña internacional contra la violencia en el campo

Con Elenira Mendes, de la Fundación Chico Mendes

¡Basta de sangre derramada

por la tierra!

 

Elenira es hija de Chico Mendes, el líder seringueiro asesinado en 1988. Chico fue fundador del Sindicato de Trabajadores Rurales de Xapurí, miembro también fundador del Partido dos Trabalhadores, promotor de la “Unión de los pueblos de la floresta” y presidente electo del Consejo Nacional de Seringueiros, cargo que la muerte le impidió asumir. Elenira es la actual coordinadora de la Fundación Chico Mendes y participó activamente en el lanzamiento de la campaña internacional coordinada por la CONTAG y la UITA.

 Elenira Mendes

 

-¿Dónde se encuentra la Fundación Chico Mendes?

-Estamos ubicados en Xapurí do Acre, estado de Acre, la localidad donde vivíamos, donde él fue asesinado, y escenario principal de su lucha.

 

-¿Cómo ocurrió la muerte de tu padre?

-En los años 80 la violencia en el estado de Acre era muy fuerte, era algo cotidiano. Varios dirigentes y líderes sociales y sindicales habían sido asesinados en enfrentamientos con los pistoleros de los “fazendeiros”. En 1987, viendo que la construcción de la ruta federal BR 364, financiada por el BID estaba provocando una devastación tremenda en nuestro estado, mi padre, Chico Mendes, viajó a Estados Unidos y denunció ante el Senado de ese país lo que estaba ocurriendo aquí. La consecuencia inmediata fue la suspensión de la financiación para la ruta.

 

-¿Cómo reaccionaron los poderosos?

-Eso provocó que empezara a recibir acusaciones públicas de impedir el desarrollo del estado. A partir de entonces las amenazas que ya eran habituales se tornaron constantes, permanentes. Ese mismo año recibió de la ONU el premio “Global 500” en reconocimiento a su lucha en defensa de la floresta. El año siguiente, 1988, fue muy complicado para él porque ya sentía que su muerte estaba próxima. El 15 de diciembre de 1988 cumplió 44 años. Esa noche reunió a nuestra familia –mi madre, mi hermano y yo– y nos dijo que sentía que ése sería el último aniversario que compartiríamos juntos. El estaba seguro de que el día de su muerte estaba cerca. Nos quedamos todos muy tristes.

 

-¿Tenía seguridad, guardaespaldas?

-Eran policías locales, muy poco preparados para esa tarea, sin armamento adecuado. Estaban siempre en casa. Vivíamos en un terrible clima de tensión. El 22 de diciembre nos llevó a pasear a mi hermano y a mí, y cerca de las 19 horas mi madre sirvió la cena. El estaba jugando dominó con los dos policías de custodia y pidió una toalla porque quería ducharse antes de comer. El baño estaba fuera de la casa, del lado de atrás, y él salió solo, con la toalla en el hombro. Al momento de abrir la puerta recibió un tiro en el pecho. Los policías corrieron y saltaron por la ventana hacia fuera. Mi padre consiguió caminar desde la cocina hasta el dormitorio. “Me dieron”, dijo, y cayó al piso, luchando con la muerte que se aproximaba. Mi madre y yo tratamos de socorrerlo, intentaba hablar pero no podía. Sé que quiso decir mi nombre pero no pudo. Murió allí, en nuestro dormitorio.

 

-¿Qué pasó después?

-A partir de la muerte de Chico Mendes el mundo entero despertó para ver la violencia en aquella región, supieron cuánta gente ya había muerto por las mismas razones: defender la floresta, a sus habitantes y a los seringueiros.

 

-¿Qué ocurrió con los asesinos?

-Ellos fueron los hermanos estancieros Darly y Darcy Alves, que ya cumplieron la pena y están en libertad. Pero la repercusión del asesinato provocó que el mundo entero pusiera sus ojos en Xapurí. Hubo mucha lucha, muchos cuestionamientos, pero todo eso junto a la solidaridad internacional hicieron que Chico Mendes fuese el último líder social asesinado en la región. El fue valiente, denunció todo lo que ocurría hasta su muerte.

 

-¿Qué opinas de la campaña internacional contra la violencia en el campo?

-Esta campaña internacional de la UITA y la CONTAG es muy importante, porque ¿cuántas madres perdieron a sus hijos?, ¿cuántas viudas y huérfanos está dejando esta violencia impune? En Acre la violencia acabó y deseo que no se derrame más sangre, pero eso recién ocurrió cuando muchos en el mundo tomaron conciencia de la violencia que se vivía allí. Actualmente esa violencia sigue existiendo en el campo brasilero, y en algunos estados como en Pará aumenta sin cesar. Es importante que todos nos unamos, nos comprometamos, nos demos cuenta de que directa o indirectamente sufrimos las consecuencias de esta violencia. Es esencial que todo el mundo esté atento a esto y que todos juntos digamos: ¡Basta de violencia en el campo! ¡Basta de hijos sin padres, de viudas! ¡Basta de sangre derramada en la tierra y por la tierra! Luchemos para que la tierra que está acaparada en manos de pocas personas sea distribuida entre los millares de campesinos y campesinas sin tierra.

 

 

Carlos Amorín y Álvaro Santos

© Rel-UITA

3 de mayo de 2006

 

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