Incluso antes de llegar
a la hacienda Minas Gerais, en Ulianópolis, en el Nordeste de Pará, los
trabajadores ya estaban debiendo. “Pagaban la deuda de los trabajadores
en las pensiones, hacían vales para que ellos comprasen en el
supermercado de la ciudad, inclusive las botas y sombreros. Esos
equipamientos son de suministro obligatorio. Hasta el gerente de la
hacienda declaró que algunos habían ‘huido’, porque debían", cuenta el
auditor fiscal de trabajo y jefe del grupo móvil del Ministerio de
Trabajo y Empleo (MTE), Luiz Fernando Souza, que liberó a
49 trabajadores del lugar el pasado jueves 15.
A pesar de que el
alojamiento estaba construido con materiales de albañilería -la mayoría
de las veces son realizados con lona negra-, las personas no tenían
acceso al agua potable y dormían en redes que ellas mismas traían. Entre
los liberados había cinco mujeres que preparaban la comida para los
otros trabajadores en fogones improvisados con latas de pintura. Dos
adolescentes de 17 años ayudaban a los hombres en el trabajo de cultivo
de pasto. La hacienda, que cría novillos, tiene más de 11 mil cabezas de
ganado.
João Antonio de Farias,
el propietario del lugar, desembolsó 57 mil reales en el ajuste de
cuentas con los trabajadores. Asimismo, deberá pasar por un proceso
administrativo en el MTE y, si queda probado que la situación de
las personas en su hacienda era análoga al de la esclavitud, João
entrará en la “lista sucia” de la esclavitud. En ese registro figuran
personas y empresas que cometieron ese delito. Quedan prohibidas por dos
años de recibir financiamientos de órganos del gobierno federal y dejan
de tener como clientes a empresas que firmaron el Pacto Nacional para la
Erradicación del Trabajo Esclavo.
Reporter Brasil
23 de marzo de 2007