Frente al recrudecimiento de la ola de violencia contra
trabajadores rurales, principalmente en Mato Grosso,
Pernambuco y Pará, la Confederación Nacional de los
Trabajadores en la Agricultura (CONTAG) se dirige a las
autoridades constituidas y a la población en general, no
solamente para manifestar su repudio e indignación contra
esa verdadera barbarie. Este manifiesto reclama providencias
concretas e inmediatas para evitar que tales hechos se
repitan. La intranquilidad se disemina, de forma
generalizada, por el campo:
- En Pará,
el día 4, el vereador (edil municipal)
Edson Coelho Lara,
vinculado al movimiento de los trabajadores y trabajadoras
rurales, fue asesinado en el municipio de Itupiranga.
- El día 8 murió de forma alevosa
Domingos dos Santos Silva
(Domingão)
coordinador de la ocupación en la Hacienda Mineira, en
Marabá.
Ayer, fue el turno de
Pedro Laurindo da Silva,
coordinador de la Hacienda Cabo de Aço, en el mismo
municipio.
- En Pernambuco,
la víctima fue el trabajador
Anilton Martins,
asesinado en el municipio de Itaiba de 18 tiros. Lo peor es
que hace cerca de 15 meses, el propio Anilton fue al Palacio
de Planalto (Palacio de gobierno) a pedir protección
policial al presidente Lula.
- En Mato Grosso,
trabajadores y trabajadoras rurales tampoco duermen
tranquilos. Dos compañeros fueron asesinados ayer en el
municipio de Nueva Guarita:
Vanderlei Macena
y Mauro Gomes Duarte.
Ellos formaban parte de un grupo de 350 familias que
reivindica desde 2003 un pedazo de tierra en la región.
Lo más grave de todo esto es que las actividades de los
criminales son encubiertas por los gobiernos de esos dos
estados. De acuerdos con los informes de las federaciones de
trabajadores en la agricultura locales, los asesinos de
alquiler actúan con desparpajo a sueldo de los grandes
latifundistas, lo que torna la situación todavía más grave.
La directiva de la CONTAG está procurando una entrevista con
el ministro de Justicia, Marcio Thomaz Bastos, para
exponerle la situación y solicitarle providencias. Frente al
clima de guerra instalado, es necesario que fuerzas
federales sean enviadas inmediatamente a las regiones en
conflicto. Tal intervención debe ser permanente o, por lo
menos, hasta cuando el clima de terror deje de existir.
Es preciso reconocer que el gobierno federal actuó con mucha
celeridad en la investigación del asesinato de la misionera
Dorothy Stang,
también en Pará, tal vez por ser un hecho con repercusión
internacional. Prendió, en tiempo record para los padrones
brasileños, a los asesinos. No obstante, el trabajo fue
hecho por la mitad. Desmovilizado el trabajo, los mandantes
del crimen continúan protegidos por un manto de impunidad.
La CONTAG reivindica el reinicio de las investigaciones del
caso. Y, al mismo tiempo, exige del gobierno federal
providencias efectivas para que sean juzgados también los
inculpados en las muertes de trabajadores nacionales.
Dirección de la CONTAG
22 de noviembre de 2005
Volver
a Portada