El desafío de la inmigración
“Un movimiento que estaba
surgiendo de manera subterránea y que sólo
necesitaba un detonador para explotar.” |
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El 10 de
abril, miles de inmigrantes marcharon en varias ciudades del
Valle Central de California exigiendo respeto y repudiando
la propuesta de ley HR4437, presentada por el diputado James
Sensenbrenner, republicano de Winscosin, y aprobada en
diciembre del pasado año.
La
propuesta criminaliza a la inmigración indocumentada -los
inmigrantes podrían ser encarcelados por no tener
residencia- y también a quienes los ayuden, como sacerdotes
y trabajadores sociales. Además, se reforzaría la frontera y
se construiría un muro en gran parte de la frontera con
México. El presidente Bush sólo criticó la propuesta por no
incluir un nuevo programa de braceros o de "trabajadores
temporales", como le llama.
Ahora el
Senado discute su versión de una propuesta de ley. Si la
aprueba, esta versión deberá "conciliarse" con la HR4437
para crear una versión que pasará a votación final y, si
pasa, se pondrá a disposición del presidente. Aunque todavía
falta un buen trecho para que se convierta en ley, el debate
migratorio ha alcanzado niveles insospechados en Estados
Unidos. Actualmente, los senadores están lejos de ponerse de
acuerdo y algunos activistas dicen que sería mejor que no se
aprobara ninguna propuesta, temiendo que en Washington
prevalezcan los sentimientos contrarios a la inmigración.
En este
escenario, los inmigrantes decidieron hacerse oír y
empezaron las manifestaciones. Como la realizada el lunes 10
de abril en varias ciudades del Valle Central. En Fresno,
más de 12.000 personas se dieron cita para marchar casi ocho
kilómetros -la marcha más grande en la historia de la
localidad- hasta el ayuntamiento. Las organizaciones se
sorprendieron de la cantidad de participantes. Familias
enteras, la mayoría con camisetas blancas, banderas
estadounidenses y pancartas.
La
coalición de organizaciones que convocó a la marcha
reconoció que el número de participantes rebasó lo esperado.
La policía, a su vez, expresó temores de un posible
descontrol y brotes de violencia que se demostraron
infundados. Pero el gobierno de la ciudad, que no otorgó el
permiso, fue responsable de que los organizadores no
dispusieran de un podio y sistema de sonido.
"Este es un
movimiento que estaba surgiendo de manera subterránea y que
sólo necesitaba un detonador para explotar", dijo Luis
Magaña, activista de la ciudad de Stockton. El participó de
la marcha que se llevó a cabo ese mismo día en la capital
del estado, Sacramento. "La HR4437 fue la gota que derramó
el vaso". Desde hace varias semanas, las manifestaciones de
los inmigrantes en todo el país parecen haber roto esa
invisible barrera del silencio.
"Esto
también es parte de un trabajo silencioso realizado por
muchas organizaciones durante años", comentó Myrna Martínez
Nateras, directora del Instituto Pan Valley, del Comité de
Servicios de los Amigos Americanos y con base en Fresno. El
debate migratorio llegó a las calles, enviando un fuerte
mensaje al poder. La masiva participación en las marchas se
debió en gran parte gracias al compromiso de la Iglesia
católica, organizaciones de base y de locutores y
periodistas de medios en español.
Magaña
asegura que la lucha por los derechos de los inmigrantes es
de carácter binacional. "Debemos exigirles a los países que
exportan mano de obra a que mejoren esas sociedades para que
la gente no se vea obligada a salirse para poder comer".
Este otro debate, que pasó recientemente a segundo plano
debido a la magnitud de las marchas, pide a gobiernos como
el de México a que desarrollen fuentes seguras de empleos.
Se calcula que el
10 por ciento de la población mexicana (de 105 millones de
personas) vive en Estados Unidos.
Además de
las manifestaciones de Fresno y Sacramento, también hubo
actos similares en ciudades como Bakersfield, donde unas
10.000 personas pidieron regularización para los 11 millones
de indocumentados, así como en Madera, Farmersville y otras
comunidades. "El comportamiento de la gente fue ejemplar, se
trató de evitar dar excusas que sirven a los estereotipos
negativos de los latinos", dijo Martínez Nateras, en
referencia a las constantes acusaciones de que son sucios,
descuidados, violentos, etc.
Los
activistas destacaron la importancia de unirse a otras
comunidades para hacer más amplio este movimiento. "Tenemos
mucho que aprender de otros grupos como los negros, quienes
abrieron puertas durante la lucha por los derechos civiles
en los 60", afirmó Martinez Nateras. Para Magaña, otra
preocupación es mantener siempre contacto con la comunidad y
evitar la "burocratización" de las organizaciones. "La gente
no sólo le está gritando a Washington, sin también a las
organizaciones que no escucharon su voz durante mucho
tiempo." Un desafío múltiple que el poder observa con
preocupación.
En
Fresno, Eduardo Stanley
C onvenio
La Insignia /
Rel-Uita
18
de abril de
2006 |
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