Para abordar los fenómenos migratorios
que afectan a África, Europa,
Norteamérica y Latinoamérica, lo primero
es asumir conjuntamente el compromiso
desde la responsabilidad. Tanto los
países del Norte como los del Sur son
responsables del fenómeno migratorio.
Durante las últimas semanas, el Gobierno
español y el senegalés han entablado un
diálogo para abordar las inmigraciones
masivas que llegan a tierras ibéricas en
cayucos desde tierras africanas.
El presidente de Senegal, Abdulaye Wade,
ha destacado que el Gobierno español
haya enviado más de una vez ministros a
Dakar, “no para imponernos una ley
votada, sino para pedirnos que
analicemos juntos el fenómeno de la
inmigración y de la emigración
clandestinas, perjudiciales para ambos
países, con el objetivo de encontrar,
mediante la concertación, soluciones
comunes. Así se hizo, y firmamos un
acuerdo”.
Queda demostrado que para abordar los
fenómenos migratorios que afectan no
sólo a África y a Europa, sino también a
Norteamérica y a Latinoamérica, lo
primero es asumir conjuntamente el
compromiso desde la responsabilidad.
Tanto los países del Norte como los del
Sur son responsables del fenómeno
migratorio actual.
Wade distingue entre “inmigración” y
“emigración de los desesperados”. Para
él, la inmigración que propone el
Ministro del Interior francés, Nicolas
Sarkozy, tiene como objetivo seleccionar
a los extranjeros mejor formados y
capacitados para que puedan contribuir
al desarrollo de su país, Francia. En
cambio, la emigración significa el salto
desesperado por falta de medios en
búsqueda del sueño europeo o del
americano. Es decir, las imágenes
alarmistas que nos muestran las
televisiones y los periódicos todos los
días, junto a las turbadoras de paraísos
inexistentes pero con los que golpean
las fantasías de los espectadores.
Los países del Norte tienen una gran
responsabilidad en el proceso que llaman
inmigración. Los Gobiernos
estadounidense y alemán expiden visados
y ofrecen todo tipo de facilidades a los
inmigrantes más capacitados en materias
de ingeniería, informática, diseño y
ciencias. Si demuestran su capacidad y
se adaptan al sistema del país de
acogida, se les ofrece muchas veces la
ciudadanía, lo que hace dudar de
si se trata de una fuga de
cerebros o más bien un expolio de
talentos.
Para contrarrestar el expolio de estas
personas inteligentes y mejor preparadas
que el resto, el Presidente de Senegal
propone firmar un contrato para la
inmigración normal. Esto impedirá que
los profesionales que los países de
origen han formado sean captados por las
economías de los países del Norte, o que
devuelvan el gasto en estudios que sus
gobiernos han aportado para su
formación.
Otra responsabilidad de los países ricos
es la de perpetuar un sistema de
comercio mundial que permite los
aranceles y las subvenciones directas a
los productos y exportaciones del Norte
por parte de sus Gobiernos, lo cual
desplaza a miles de agricultores que no
pueden competir.
Por parte de los países de origen, es su
responsabilidad crear condiciones de
trabajo dignas para sus jóvenes y,
después, enseñarles que muchas veces
pueden ganarse la vida mejor en casa que
en los países del Norte. En Senegal, por
ejemplo, existe el programa Retorno a
la Agricultura que fomenta el
trabajo en el campo y la venta de los
productos a Europa y a Estados Unidos
sin aranceles aduaneros y cantidades
ilimitadas, gracias a la Ley para la
Oportunidad de Crecimiento de África.
En cuanto a la vigilancia de las costas
o de las zonas fronterizas Norte-Sur, se
trata de una responsabilidad conjunta.
Por un lado, los países del Sur tendrán
que detener el éxodo masivo de sus
nacionales, necesitarán vigilar sus
costas y sus fronteras. Por otro, los
países del Norte deberán hacer uso de
los vehículos y de la tecnología con la
que cuentan para llevar a cabo una
vigilancia capaz de frenar oleadas
masivas de inmigrantes que saturan los
servicios del lugar receptor, como ha
sucedido estos últimos meses en las
Islas Canarias.
En los países del Norte viven millones
de inmigrantes. Los gobiernos de estos
países tendrán que asumir el reto de
insertar a las personas que ya hayan
logrado quedarse. Es decir, otorgar
permisos de residencia y crear los
cauces para que puedan insertarse en el
seno de la sociedad de manera que haya
un diálogo intercultural y no
enfrentamientos. La educación, el
trabajo y la salud son, en este sentido,
la clave. Asimismo, los gobiernos de los
países de origen tendrán que saber
responder de
los irregulares que viven en
situación clandestina y que van a ser
repatriados.
Las migraciones existen desde hace miles
de años, cuando el hombre era nómada. Es
tarea de los gobiernos del Norte y del
Sur convertir conjuntamente la
inmigración en una oportunidad de
desarrollo endógeno, sostenible,
equilibrado y global, y no en la
“amenaza” que nos anuncian todos los
días. Las sociedades de intercambio nos
ayudarán a formar sociedades más
abiertas y más justas para construir
entre todos un mundo más humano, más
libre y más solidario.
Carlos Miguélez
CCS – España
19 de julio de 2006
FOTO: sevilla.abc.es