El
multimillonario Alvaro Noboa, según los
primeros resultados, ganó las elecciones
presidencial, seguido por el economista
de tendencia nacionalista Rafael Correa.
Los dos disputarán la Presidencia de la
República en un segundo turno que se
cumplirá el próximo 26 de noviembre.
Estas elecciones, además, trajeron otras novedades: el
candidato León Roldós, del movimiento
Red Ética y Democracia (apoyado por el
partido socialdemócrata Izquierda
Democrática) fue relegado a un cuarto
lugar cuando las encuestas lo ubicaban
entre los favoritos; mientras Gilmar
Gutiérrez (hermano del expresidente
Lucio) se ubicó en tercer lugar, y la
candidata socialcristiana Cynthia Viteri
se situó en el quinto puesto. Los
candidatos de izquierda como el líder de
la Confederación de Nacionalidades
Indígenas del Ecuador (CONAIE), Luis
Macas, y el ex diputado del Movimiento
Popular Democrático Luis Villacís
obtuvieron una votación reducida.
La votación obtenida por Macas (quien alcanzaría el 2,12%),
refleja la fragmentación de la
izquierda, que para estas elecciones se
presentó dividida con cinco candidatos
de la tendencia. El candidato indígena
no logró alianzas y adhesiones, más allá
del propio espectro del movimiento
Pachakutik, lo que le restó
posibilidades a la hora de proyectar la
imagen de una candidatura exitosa.
Muchas personas de los ámbitos
democráticos y progresistas optaron por
el voto útil, ante la presencia de una
candidatura con posibilidades de triunfo
como la de Correa. También hay que
señalar que la CONAIE, todavía sufre las
secuelas de su participación en el
gobierno de Lucio Gutiérrez,
participación que la dejó debilitada y
que no ha sido lo suficientemente
evaluada y procesada.
La segunda vuelta electoral se presenta como una dura y
abierta confrontación entre dos
proyectos definidos, que en alguna forma
reproduce otras situaciones
recientemente vividas en Perú y México.
Por un lado, el magnate del banano
Alvaro Noboa encarna el proyecto del
gran capital, de la agroexportación y
del alineamiento absoluto con el
gobierno de Estados Unidos, a la vez que
es la expresión de un anti-comunismo
visceral y desfasado. Por otro lado,
Correa aspira a aglutinar a las fuerzas
de izquierda, ciudadanas y nacionalistas
que plantean la reforma política a
través de una Asamblea Constituyente,
cuestionan las políticas neoliberales y
proponen un proyecto de integración
latinoamericana y de recuperación de la
soberanía nacional.
El
proyecto de la derecha
Esta es la tercera ocasión que Noboa entra a la segunda
vuelta electoral. En 1998 y en el 2002,
se ubicó en el segundo lugar, perdiendo
frente a Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez,
respectivamente. Un factor gravitante
para disputar por tercera ocasión la
Presidencia del país es su abultada e
ilimitada chequera, junto a su
estrategia electoral prodiga en
promesas, repartos de utencillos y
dinero en efectivo.
Heredero de una enorme fortuna que amasó su padre, Luis Noboa
Naranjo, y actualmente propietario de
unas 120 empresas, viene realizando una
campaña millonaria desde hace
prácticamente ocho años. Solo en el
último mes y medio, gastó 2’ 475 562, 35
dólares en publicidad, según la
organización Participación Ciudadana,
que hizo un monitoreo en 34 de 100
medios. Si se toma en cuenta lo que
gastó en otros 66 medios, básicamente
locales, esta ONG presume que ha
rebasado el límite del gasto electoral
fijado por la ley que es de 2’748.270
dólares. Cabe indicar que Noboa contó
con la complicidad de varios miembros
del Tribunal Supremo Electoral (TSE) que
le autorizaron realizar estos gastos,
pese a que en el 2005 ya “invirtió”
otros 3’500.000 dólares, rebasando con
creces lo que permite la ley.
El dinero no solo le ha permitido tener pautajes
privilegiados en los medios, contratar
empresas de marketing y encuestadoras y
mover la maquinaria de su partido (el
(Partido Renovador Institucional Acción
Nacional, PRIAN ) en el que manda como
si fuera una de sus empresas, sino
emprender una campaña en la que la
dádiva y la caridad han sido sus
principales herramientas. El millonario
apareció repetidamente por TV
repartiendo sumas de 100 y mil dólares a
la gente pobre, además de sillas de
ruedas, harina, camisetas, medicinas,
etc. Su estrategia electoral consistió
en abordar pragmáticamente los problemas
más urgentes de la gente como el empleo,
la vivienda, la salud y la educación,
haciendo promesas demagógicas, absurdas
e imposibles de cumplir como la de
construir 300.000 viviendas anuales (22
diarias, 34 cada hora). Las promesas de
Noboa, lograron seducir a los sectores
más pobres, especialmente de la ciudad
de Guayaquil, donde obtiene la mayor
votación, convencidos por la
“generosidad” del supermillonario y por
la idea de que “como es rico no necesita
robar”.
En un país mayoritariamente creyente, Noboa utilizó la
religión para sus propósitos
electorales. Se ha presentado como el
“enviado de Dios”. Vestido de negro, con
la cruz en el pecho, en los mítines
alzaba los brazos al cielo pretendiendo
hacer actos de curación a los enfermos
(por cierto infructuosos); durante sus
recorridos electorales, cada vez que
encontraba una iglesia, hacia un alto,
se persignaba o entraba a rezar.
Con el fin de atraer las inversiones extranjeras ha prometido
bajar el impuesto a la renta (de lo cual
el mismo sería el más beneficiado),
limitar al máximo la injerencia del
Estado, una mayor flexibilización
laboral, privatizar el Seguro Social,
etc. De ganar la Presidencia, promete
continuar las negociaciones del TLC con
Estados Unidos, mantener la presencia
militar estadounidense en la base de
Manta, romper relaciones con Venezuela y
Cuba, entre otros puntos.
La
propuesta de Correa
El economista Rafael Correa no logró, como había anunciado en
los últimos días de la campaña, alcanzar
el 40% de la votación lo que le hubiese
permitido llegar a la Presidencia en el
primer turno. Este objetivo ciertamente
es difícil de conseguir en un país
históricamente fragmentando regional y
políticamente entre Sierra y Costa.
Desde que el Ecuador retornó a la
democracia en 1979 ningún candidato ha
logrado alcanzar ese porcentaje. Pero
más allá de esta consideración, la
campaña sucia emprendida por sus
adversarios que asociaron al candidato
con el terrorismo, el caos, la violencia
y la desestabilización económica pudo
haber influido en los electores
indecisos que se inclinaron por otras
opciones.
De otro lado, Correa ha denunciado que en este proceso
electoral se ha intentado hacer fraude y
que se han cometido serias
irregularidades, habido cuenta que el
TSE está controlado por los partidos
tradicionales como el Social Cristino y
el PRIAN.
Rafael Correa, de 43 años, es de origen modesto: nació en una
familia guayaquileña de clase media, se
educó en colegios católicos y pasó un
año en una comunidad indígena de la
provincia de Cotopaxi. Graduado de
economista en la Universidad Católica de
Guayaquil, realizó estudios superiores
en las universidades de Lovaina
(Bélgica) y en la de Illinois (Estados
Unidos). Fue decano de la Facultad de
Economía de la Universidad privada San
Francisco de Quito y analista económico
destacado por sus posturas anti-neoliberales
y nacionalistas. Luego de la revuelta
ciudadana de abril del 2005, que dio al
traste con el gobierno de Lucio
Gutiérrez, fue designado por el
presidente Alfredo Palacio como Ministro
de Finanzas, cargo en el que duró apenas
tres meses pero en el que mantuvo una
política de cuestionamiento al Banco
Mundial y al FMI y de priorización del
gasto social.
Algunos analistas consideran que su estrategia fue acertada
pues logró captar el descontento de
amplios sectores de la población
respecto a la denominada “partidocracia”,
que maneja el Congreso que tiene
bajísimos niveles de credibilidad (3%) y
otros órganos del Estado. En esta línea,
su movimiento político, optó por no
presentar candidatos a diputados,
apuntando a una reforma política que
implica la convocatoria a una Asamblea
Nacional Constituyente, que deberá
redactar una nueva constitución y asumir
todos los poderes. El hecho de no contar
con parlamentarios y de que en su
proyecto se contempla la disolución del
Congreso, le abrirá un duro frente con
los diputados electos que se
posesionarán en enero próximo y que
tratarán de mantenerse en sus puestos.
Correa tiene un perfil nacionalista y latinoamericanista, que
hace que sus posturas no sean bien
vistas por el gobierno de Estados
Unidos. Su programa se orienta a
defender la soberanía nacional en
materia de recursos naturales, para lo
cual ha anunciado que renegociará los
contratos petroleros con las empresas
transnacionales pues subsiste una
relación injusta: de cada 10 barriles, 8
se llevan las empresas extrajeras y dos
se quedan para el Estado. Así mismo,
propone “arrojar al tacho de la basura
al TLC”, no renovar el convenio que
permitió a Estados Unidos instalar una
base militar en Manta, cuyo plazo vence
en el 2009, y no involucrarse en el Plan
Colombia que representa un enorme costo
para el Ecuador ya que ha significado
poner 8.000 soldados en la frontera. Sin
embargo, Correa ha anunciado que
mantendrá la dolarización durante su
mandato, considerando que todavía no
existen condiciones para reemplazarlo
por una moneda regional.
De otro lado, propone fortalecer espacios de integración y
trabajar por una América Latina unida
“para hacer frente a la globalización
despiadada” y fortalecer las relaciones
con los gobiernos progresistas de la
región como el de Chávez, Evo Mórales,
Lula, Tabaré Vásquez y otros.
Para enfrentar al multimillonario Noboa, Correa ha anunciado
que concretará alianzas políticas y
sociales de carácter programático,
descartando pactos con aquellos partidos
que exijan cuotas, puestos o prebendas
en el Estado. Por su parte, los
movimientos sociales, como el indígena,
se aprestan a hacer balances y a adoptar
definiciones buscando escenarios
favorables para seguir bregando por la
equidad y la justicia social.
Eduardo Tamayo
Agencia Latinoamericana
de Información - ALAI
17 de octubre de 2006
Nota
(1)
Según los resultados extraoficiales del
Tribunal Supremo Electoral,
correspondientes al 16 de octubre
(13h28), Alvaro Noboa obtiene 1,022,511
votos (26.66%); Rafael Correa 863,245
(22.51%); Gilmar Gutiérrez 627,450
(16.36%); León Roldós 594,526 (15.50%);
379,983 (9.91%); Fernando Rosero 82,504
(2.15%); Luis Macas 81,421 (2,12%);
Marco Proaño Maya 62,539 (1,63%); Luis
Villacís (1,31%); Marcelo Carrera
Cabrera 22,033 (0,57%; Jaime Damerval
21,763 (0,57%); Carlos Sagnay de la
Bastida 13,499 (0,35%); Lenin Torres
12,888 (0,34%).