Los
argumentos utilizados por los defensores del sí
relativos a la pérdida de influencia de Francia en Europa ,
o a la amenaza de aislamiento y pérdida protagonismo de
Francia, ni menos aún la idea de que el no francés
pueda significar un retroceso de 20 años en la construcción
de Europa, no han conseguido asustar a los franceses,
escaldados en su piel por lo que significan las políticas
neoliberales de empleo, pensiones, recorte de los servicios
públicos o deslocalización de empresas .
Y es que la
mayor parte de los franceses , así como el resto de los
europeos progresistas, apostamos por una Europa diferente a
la contemplada en esta Constitución : la Europa de la
democracia real y participativa , de la justicia social , de
la solidaridad , del ejercicio de los derechos reales de la
persona , de la paz y sobre todo por la construcción de un
modelo de desarrollo económico alternativo al neoliberal ,
en que no sea el mercado, la competencia y el beneficio de
unos pocos la razón de ser, sino que se tengan en cuenta
otros valores y se de importancia a los aspectos sociales
del desarrollo.
El rechazo
popular a las actuales políticas neoliberales empieza a ser
aún más un clamor en Europa y este rechazo se viene
manifestando en las últimas consultas electorales. Son
muestra de ello la pérdida de apoyo a Blair a su política
belicista y neoliberal; el castigo a Berlusconi en las
ultimas elecciones regionales o el descalabro de Schroeder
en el importante feudo socialdemócrata de Renania-Westfalia.
A pesar de
esta oposición popular que se da en los países socialmente
más avanzados de Europa, los que han redactado el Tratado y
los que lo apoyan no admiten sus errores ni están dispuestos
a reconocer las contradicciones políticas económicas y
sociales de este sistema capitalista depredador . Todos se
empecinan en cantar las glorias del Tratado , intentando
hacernos comulgar con ruedas de molino y apuestan por jugar
la baza hasta el final diciendo que este Tratado
Constitucional no es renegociable. En esta línea argumental
se mueven otros políticos europeos partidarios del
neoliberalismo , como el actual Presidente de la Comisión
Europea , el conservador Durao Barroso o incluso nuestro
presidente de Gobierno , que prefirió en su día eludir todo
tipo de debate y manipular la información sobre el contenido
del Tratado , sin advertir a los españoles de las
consecuencias negativas del mismo.
Nadie , y
menos los políticos aferrados al poder , quieren explicar
con claridad lo que significa ese modelo de construcción
europea neoliberal que se nos quiere vender a toda costa. Un
modelo que conduce a una Europa asocial , que siguiendo el
modelo americano se propone privatizar todo o casi todo y
entregar la gestión de los servicios públicos a los
lobbies multinacionales: la sanidad , la enseñanza , el
transporte público , la gestión del agua, enterrando de esta
forma y de manera definitiva el estado de bienestar
conquistado por los asalariados. Una Europa sin democracia
real, directa y participativa , en la que los ciudadanos
podrán comprobar, en el caso de que se ratifique el Tratado
, como las decisiones importantes que les afectan en su día
a día, se toman en los despachos de los burócratas de
Bruselas o en las trastiendas de las oficinas de las grandes
corporaciones. En ellas se redactan los borradores de las
leyes o la letra pequeña del articulado que se someterá
después para su aprobación a la Comisión o al Parlamento
Europeo , como viene ocurriendo, entre otras disposiciones ,
con la Directiva Bolkestein o los acuerdos sobre
privatización de los servicios públicos auspiciados por la
OMC.
Por ello ,
de la misma manera que la Comisión ha tenido que poner en el
congelador la aplicación a corto plazo de la Directiva
Bolkestein, para lavar la cara de Chirac , esperamos que el
triunfo del no en Francia logre poner muchas cosas
patas arriba y haga reflexionar a los políticos sobre otros
modelos alternativos como el que ATTAC y otros movimientos
vienen defendiendo en defensa de los ciudadanos para cambiar
esta Europa de mercaderes:
¡Otra
Europa, otra Constitución europea, otro mundo es posible!