Uruguay
No existe sueño posible; no existe Uruguay
Productivo posible
sin la energía necesaria para ello
El precio de la Mona Lisa
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Supe tener un
gran amigo que no entendía por qué cierto cuadro al óleo
podía valer tanto. La tela –decía– es un trapo tan viejo que
está medio podrido y de pintura al aceite: ¿cuánto habrá?
–preguntaba inquisidoramente– ¡A ver, decime!, apremiaba.
Era muy difícil discutir con él esos temas y convencerlo de
que el precio estaba vinculado con el valor y el valor muy
afuera de la tela y la "pintura al aceite" gastada.
Traigo este recuerdo porque el otro día Martín Ponce como
subsecretario del Ministerio de Industria Energía y Minería
dijo dos cosas tan "incomprensibles" como el precio de la
Mona Lisa.
Dijo que en materia de energía eléctrica hay máquinas muy
costosas ya compradas y otras que debemos comprar para
tratar de NO USARLAS NUNCA (¿?) de ser ello posible.
Para explicar tamaña paradoja puso como ejemplo el de las
ruedas auxiliares de los autos.
Lo otro tan paradojal que dijo fue que por más cara que
fuera esa energía, lo más caro era que faltara, por las
consecuencias de ese faltante para el Uruguay Productivo.
Hay cosas entonces para los ingenieros, vinculadas a la
producción y al trabajo, tan poéticas e impalpables como el
valor que reposa en la Gioconda.
La música –dijo un novelista– no está en el dedo, la bordona
ni la guitarra. Tampoco en el aire que vibra. La música anda
por otros lados.
Creo que la humanidad viene entrando casi sin darse cuenta
en el mundo de la Mona Lisa. Mejor sería decir: en la Era de
la Mona Lisa.
Porque hubo Edad de Piedra, Fuego, Hierro y hasta del
Cuero...
La constatación y por ende la conciencia de los límites del
planeta así lo determina. Los recursos no son inagotables.
El medio ambiente debe ser protegido y muy cuidado. Se
descubrió LA ESCASEZ. Pero la escasez "estructural".
La "Economía" como ciencia o arte de la administración de
los recursos escasos será ineludible y penetrante. Entra
donde se creía que nunca iba a entrar: en el agua y en el
aire, por ejemplo y para no mencionar otras cosas.
Dicho sea de paso, pero vamos a dejarlo para otro día:
parece indicar la imposible futura disolución del Estado
poniendo en tela de juicio a los anarquistas, a los
comunistas y a Ramón Díaz.
Desde la ratificación del "Protocolo de Kyoto" el aire pasó
a tener precio o, si mejor lo quieren, la contaminación del
aire. Y se puso en marcha el mercado mundial de los "bonos
verdes" o "certificados de carbono". Eso va a tener graves
consecuencias a corto plazo. También acá. Pronto no habrá
ecuación industrial y menos energética que pueda omitirlo.
Sobre el agua ahorro las explicaciones: la tuvimos y
tendremos que defender con uñas y dientes porque cada día es
más cara.
Pero la Era de la Mona Lisa se expresa también por escaseces
más dramáticas: por ejemplo la de los hidrocarburos
"livianos" o "ligeros". Ella explica las guerras presentes y
explicará desgraciadamente muchas de las futuras, pero
también explica las palabras de Martín Ponce, la inesperada
poesía de los ingenieros, lo que pasa en Irak, el Mar Caspio
y sus alrededores, Afganistán, Venezuela, Bolivia...
Porque el barril de crudo volando hacia las alturas de los
sesenta dólares (adquiriendo valores como los de la Mona
Lisa por escasez y rareza) desata un enjambre de efectos. Un
montón de diablos y estrategias.
Fuentes de energía (y con ellas hasta "civilizaciones")
comienzan a ser "rentables". Si esto sigue así, y
aparentemente seguirá así, la faz del mundo cambiará.
Esta "civilización" reposa (reposaba en paz) sobre un mar de
petróleo barato. Se acaba. Se acabó.
Ahora en todo el planeta, y muy especialmente en los países
más ricos, incluso con fortísimas inversiones de las más
grandes empresas PETROLERAS se desarrollan a todo ritmo
investigaciones y experiencias para escaparse del petróleo.
Fuentes de energía alternativas: solar, eólica, geotérmica
(volcanes, aguas termales, etcétera), el biogás (la basura
entre otras fuentes), la biomasa (la leña de tanto uso ya en
Uruguay especialmente a nivel domiciliario e industrial), la
animal (se vuelve al caballo y a los bueyes, etcétera), el
biodiesel, los alcoholes destilados a partir de vegetales,
el carbón, la hidráulica (ríos, lagos y mareas), el
hidrógeno como mejor forma de almacenamiento y en un
peligroso horizonte, la nuclear y atómica.
Omisiones, irresponsabilidades y frivolidades fueron
colocando a Uruguay, a lo largo de muchos años, en grave
situación energética: hemos agotado la capacidad de
generación hidráulica en grandes volúmenes (nos queda la
posibilidad de desarrollar minirrepresas con minigeneradores
con fines también de riego, pero esa potencialidad no nos
resuelve el lío), somos muy dependientes del petróleo y del
gas (cuyos precios siguen automáticamente el del petróleo y
cuya demanda mundial obviamente aumenta), y no sólo no hemos
desarrollado las fuentes alternativas que nos podrían dotar
de independencia sino que destruimos lo que había.
El Espinillar en Salto, creado a fines de los años cuarenta,
dio origen además a dos ciudades (Belén y Constitución) y
era un "programa" destinado a producir alcoholes de boca y
para combustibles en base a la caña. Uruguay venía de sufrir
la escasez de crudo provocada por la Guerra Mundial (los
autos anduvieron con gasógenos...) y tenía por tanto frescas
las duras consecuencias de esa dependencia: buscaba
independencia y alternativas.
Hace veintitrés años que Brasil (que tiene petróleo) mezcla
por Ley el alcohol de caña en sus naftas, ahorrando
hidrocarburos, subsidiando de ese modo el precio de su
azúcar, radicando familias en el campo y desarrollando
tecnología al respecto (hoy son "punta mundial" en la
materia): negocio por donde se mire. Nosotros destruimos
(gobierno de Lacalle) El Espinillar.
Quedamos en crisis estratégica (más allá de vicisitudes
tácticas lluviosas o no) y atrasados en muchos años.
Pero además hay crisis regional y, como vimos, mundial.
Por lo tanto ahora van a regir, para los mejores cálculos,
también los precios de la Mona Lisa. En muchos países
ciertas escaseces (agua energía, alimentos...) pasarán de
ser problemas económicos y de precio a ser de SEGURIDAD
NACIONAL.
Porque de nada valdrá comparar mecánicamente costos actuales
para optar por uno u otro camino. Habrá que tener muy en
cuenta las gravísimas consecuencias no sólo de la escasez
sino de la falta.
No existe sueño posible; no existe Uruguay Productivo
posible sin la energía necesaria para ello.
Tenemos en el plano estratégico un duro talón de Aquiles.
Debemos tener también una fuerte conciencia de eso. No hay,
tampoco, tiempo para seguir perdiendo. La Nación entera
"tiene que ponerse las pilas" en este decisivo rubro y no
escatimar recursos ni esfuerzos.
Pero claro: para el otro proyecto, el derrotado y fracasado,
el de plaza financiera y centro regional nada más que de
servicios, el de vivir de aúpa, no se necesitaba mucha
energía. Hay que comprenderlos. Fueron coherentes.
Estólidamente coherentes. Se suicidaron y querían
suicidarnos.
Una de las primeras letras de esta Refundación y de este
Rescate es la "E" de Energía. La juventud uruguaya debe
tenerlo claro.
Eleuterio
Fernández Huidobro
Senador de la
República
Diario La
República
14 de marzo de
2005
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